El fascismo rojo

Los extremistas de la revolución tienen un alma pura e intenciones nobles. Merecen que se les comprenda y que se les explique, como lo han hecho Henrich Böll, Jean Genet y otros. Merecen el respeto estos hijos e hijas de la burguesía que podrían llevar una existencia tranquila, casi dorada, y que han escogido el vivir perseguidos, a la espera de ser asesinados o encarcelados. Merecen que se denuncie el escandaloso sistema carcelario que se les aplica en la República Federal. Pero no merecen que se justifiquen sus acciones o que se les excuse.El fascismo, una vez reinstalado, cuánto tiempo será...

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Los extremistas de la revolución tienen un alma pura e intenciones nobles. Merecen que se les comprenda y que se les explique, como lo han hecho Henrich Böll, Jean Genet y otros. Merecen el respeto estos hijos e hijas de la burguesía que podrían llevar una existencia tranquila, casi dorada, y que han escogido el vivir perseguidos, a la espera de ser asesinados o encarcelados. Merecen que se denuncie el escandaloso sistema carcelario que se les aplica en la República Federal. Pero no merecen que se justifiquen sus acciones o que se les excuse.El fascismo, una vez reinstalado, cuánto tiempo será necesario para hacerlo desaparecer? ¿Los ultraizquierdistas actuales han reflexionado dos cosas? Primeramente, sin una guerra mundial, Hitler y Mussolini habrían muerto en sus camas, y nada garantiza que su sucesión no hubiese sido asegurada sin conflictos como los de Stalin y de Mao; segundo, todas las dictaduras modernas han terminado por reducir a la impotencia su resistencia interior, la que no ha podido aumentar, sino cuando parecía inminente su caída, bajo las presiones exteriores. ¿Cuánto tiempo, cuántas generaciones, cuántos sufrimientos acumulados sería necesario para que tenga éxito la estrategia de los ultraizquierdistas, suponiendo que algún día tenga resultado...?

La izquierda debe denunciar el fascismo de izquierda con el mismo vigor que el fascismo de derecha. Cuando Sartre se encuentra al lado de lonesco para combatir todos los goulags, se halla en el buen camino. Pero se equivoca al no rechazar los métodos de Andreas Baader y sus émulos, que conducen a la generalización de los goulags, de los que son su trasposición a la escala artesana.

Se ha olvidado demasiado pronto el admirable juicio formulado por Francois Mauriac durante la guerra de España. Desde su punto de vista, los excesos de los rojos eran menos graves que los cometidos por los soldados de Franco en nombre de Cristo, pues los crímenes de estos últimos afectaban directamente a los cristianos.

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Hemos olvidado aplicar esta verdad profunda en nuestras apreciaciones sobre Hitler y Stalin.

12 septiembre

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