"Apala": "Ahora, la amnistía"

Tras su salida de la cárcel, Miguel Angel Apalategui ha efectuado en Marsella unas declaraciones al semanario vasco Zeruko Arguía, explicando su situación en la prisión de Beaumettes y otras cuestiones relacionadas con la huelga de hambre que mantuvo. Apala explica al semanario: «Los primeros días de la huelga los pasé francamente mal. La seguridad de que la huelga era mi única arma y las informaciones de Euskadi que escuchaba a través de una pequeña radio de la que disponía, sirvieron, sin embargo, para mantenerme la moral. Al principio, mi actitud no pareció preocupar demasiado a ...

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Tras su salida de la cárcel, Miguel Angel Apalategui ha efectuado en Marsella unas declaraciones al semanario vasco Zeruko Arguía, explicando su situación en la prisión de Beaumettes y otras cuestiones relacionadas con la huelga de hambre que mantuvo. Apala explica al semanario: «Los primeros días de la huelga los pasé francamente mal. La seguridad de que la huelga era mi única arma y las informaciones de Euskadi que escuchaba a través de una pequeña radio de la que disponía, sirvieron, sin embargo, para mantenerme la moral. Al principio, mi actitud no pareció preocupar demasiado a la dirección de la cárcel, pero después y según pasaban los días la frialdad y escepticismo se convirtió en visible preocupación, ya que intentaban que rompiese la huelga.»«A los quince días -prosigue- me trasladaron a la enfermería, en la que por cierto se encontraba otro preso que no hacía otra cosa que comer. Con respecto a la anterior celda en la que me encontraba solo, la enfermería ofrecía indudables desventajas: se encontraba en un sótano, por lo que no podía ver el cielo y el otro preso siempre comiendo. Durante los primeros días, me bajaban al patio como de costumbre; luego ya no, me quedaba en la celda. Aunque el médico me tomaba la tensión cada veinticuatro horas, nunca pude enterarme de los resultados. Creo qué, evitaron llevarme al hospital para no dar más publicidad al asunto.»

Apala confiesa no haber hecho caso de las peticiones de ETA para que abandonara la huelga porque, creía que sólo la huelga y el pueblo de Euskadi podían salvarle. «Total, que el 3 de septiembre, cuando llevaba ya 34 días de huelga, perdí el conocimiento. Sentí ahogarme. Fue entonces cuando me alimentaron». «Por cierto -dice finalmente-, quiero agradecer no sólo al pueblo vasco, al que pertenezco, sino también a los corsos, occitanos, gallegos y catalanes, que ya han querido que me encontrase en libertad. Ahora yo lo que creo es que hay que seguir hasta conseguir la amnistía y la libertad para Euskadi. Con respecto a mí, con respecto a mi situación hasta el 14, la petición de extradición sigue adelante y si no cumplo las condiciones en que se me ha concedido la libertad provisional, volveré a la cárcel.»

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