Cartas al director

O.,P. D. y S. J.

Le agradecería me permitiera argumentar a don Javier Ayesta, por su carta publicada en EL PAIS, 17-4-77, que al referirse en ella a las buenas relaciones entre la Compañía de Jesús y el Opus De¡ ha omitido un detalle tremendamente coiicreto y significativo, sobre el cual podemos dar testimonio muchos de los que lo hemos yivido y ahora ya no pertenecemos a la Obra, hecho este último «sine qua non», uno puede alegar semejante testimonio en honor deuna verdad total, que los propios socios de la Obra (por el buen nombre y prestigío de ésta, obligación de buen espíritu) tantas veces dejaran tan a m...

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Le agradecería me permitiera argumentar a don Javier Ayesta, por su carta publicada en EL PAIS, 17-4-77, que al referirse en ella a las buenas relaciones entre la Compañía de Jesús y el Opus De¡ ha omitido un detalle tremendamente coiicreto y significativo, sobre el cual podemos dar testimonio muchos de los que lo hemos yivido y ahora ya no pertenecemos a la Obra, hecho este último «sine qua non», uno puede alegar semejante testimonio en honor deuna verdad total, que los propios socios de la Obra (por el buen nombre y prestigío de ésta, obligación de buen espíritu) tantas veces dejaran tan a medias.Se trata de que también en la Obra se ordenó a través de sus socios, durante los años sesenta, que no le permitiera la entrada a ningún jesuita en casa de la Obra; tanto que los socios o asociadas del Opus, que tenían hermanos en dicha institución sólo podían verles en la calle o citando se con ellos en algún lugar ajeno a las casas del Opus Dei.

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