Cartas al director

Umbral-Ruiz Gallardón: Columnas paralelas

Desde siempre, he encontrado un cierto paralelismo entre Umbral y Ruiz Gallardón; ambos eran columnistas diarios, sus diarios respectivos eran matinales, pareja -aunque de distinto sentido- era la importancia política del marco en que escribían, y ambas columnas eran -en mi opinión- los principales revulsivos respectivos de sus diarios.Ahora que el señor Ruiz Gallardón, defensor tradicional desde su columna de una amplia y «fuerte» coalición de «centro» que el veía representada por Alianza Popular, se ha sacrificado por el bien de su patria, ofreciéndose como secretario de la Santa Alianza. La...

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Desde siempre, he encontrado un cierto paralelismo entre Umbral y Ruiz Gallardón; ambos eran columnistas diarios, sus diarios respectivos eran matinales, pareja -aunque de distinto sentido- era la importancia política del marco en que escribían, y ambas columnas eran -en mi opinión- los principales revulsivos respectivos de sus diarios.Ahora que el señor Ruiz Gallardón, defensor tradicional desde su columna de una amplia y «fuerte» coalición de «centro» que el veía representada por Alianza Popular, se ha sacrificado por el bien de su patria, ofreciéndose como secretario de la Santa Alianza. La idea que se me ocurre es que para evitar que el paralelismo se quiebre, se le dé una buena indemnización al señor Umbral y se le mande con su snobismo a otra parte, con lo que el beneficio sería para todos. De un lado, él podría dedicar todo su tiempo a comprar y comer pan, llevar a bailara Nadiuska, tejerle la bufanda republicana al parado antes de que llegue la primavera, recrear su snobismo en el rastrillo, arreglar por su cuenta el socialismo portugués para que se evite la exportación de esclavas, encontrar una teoría económico-social que evite el cáncer de mama, dedicarle un poco más de tiempo a Carmen Díaz de Rivera, no sea que empiece a regalar pañuelos perfumados a otras personas, etcétera.

Y del otro lado, conseguiríamos los lectores asiduos de EL PAIS, el evitar encontrarnos con su desagradable columna.

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