Muere en accidente el propietario de "Le Parisien Liberé"

El garbanzo negro de la prensa francesa, Emilien Amaury, dueño de Le Parisien Liberé, célebre por la guerra que, desde hace dos años, le enfrentó a seiscientos empleados despedidos, murió el domingo a los 67 años, víctima de un accidente, cuando montaba un caballo que le despidió contra un árbol. Esta desaparición puede prolongar el conflicto entre el Parisien y los huelguistas. Ayer aún se esperaban las disposiciones testamentarias del difunto sobre el particular.

Amaury fue uno de los gigantes de la prensa francesa. Sin duda alguna, el que despertaba pasiones más furibundas. Los m...

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El garbanzo negro de la prensa francesa, Emilien Amaury, dueño de Le Parisien Liberé, célebre por la guerra que, desde hace dos años, le enfrentó a seiscientos empleados despedidos, murió el domingo a los 67 años, víctima de un accidente, cuando montaba un caballo que le despidió contra un árbol. Esta desaparición puede prolongar el conflicto entre el Parisien y los huelguistas. Ayer aún se esperaban las disposiciones testamentarias del difunto sobre el particular.

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Amaury fue uno de los gigantes de la prensa francesa. Sin duda alguna, el que despertaba pasiones más furibundas. Los medios profesionales, en su mayoría, lo consideraban un hombre anticuado, muy poderoso, que imponía sus ideas al precio que fuere. El Gobierno lo mimaba.Apasionado por la política desde su juventud, procedía de un movimiento católico de izquierdas. De ahí evolucionó a la extrema derecha. Durante la Resistencia fue uno de los creadores de la prensa clandestina. Fue gaullista, salvo un paréntesis provocado por la independencia de Argelia. Su imperio periodístico era el exponente de sus ideas ultratradicionalistas. El sensacionalismo y los sucesos fueron la traducción periodística de su interpretación de la vida. Todos sus periódicos denunciaban el progreso y la liberalización de las costumbres.

Su carácter solitario se manifestó ante todo el país, hace dos años, cuando inició el conflicto con seiscientos de sus empleados, a los que expulsó, ignorando las reglas que aceptan los demás patronos de la prensa.

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