Editorial:

Telecracia

UN NUMERO inusitadamente elevado de las cartas de nuestros lectores tienen como tema los fallos o los abusos de RTVE, Las protestas cubren un amplio espectro: desde el bajo nivel cultural o la zafiedad de los programas, hasta la manipulación de la informacion, pasando por la discriminación de que son objeto algunos artistas o realizadores.El medio televisivo dispone de una audiencia superior al que toda la prensa unida alcanza. Constituye, además, un monopolio estataI, y son mínimas las diferencias de orientación entre la primera y la segunda cadenas. Dado que para RTVE e no rige el der...

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UN NUMERO inusitadamente elevado de las cartas de nuestros lectores tienen como tema los fallos o los abusos de RTVE, Las protestas cubren un amplio espectro: desde el bajo nivel cultural o la zafiedad de los programas, hasta la manipulación de la informacion, pasando por la discriminación de que son objeto algunos artistas o realizadores.El medio televisivo dispone de una audiencia superior al que toda la prensa unida alcanza. Constituye, además, un monopolio estataI, y son mínimas las diferencias de orientación entre la primera y la segunda cadenas. Dado que para RTVE e no rige el derecho de rectificación que la ley de Prensa concede a los perjudicados por informaciones erróneas aparecidas en las publicaciones periódicas, son irreparables los daños al honor de las personas o el buen nombre de las Instituciones producidos por noticias expresadas de forma tendenciosa o simplemente equivocadas.

Un arma tan poderosa como la TV tiene que ser manejada con prudencia y equidad. Y precisamente lo que ha sensibilizado aún más a la opinión y ele vado el tema de la televisión al plano de "debate nacional" es el papel que ha jugado en la campaña del referéndum. Las voces de alarma son cada vez más numerosas. y algunos comentaristas han acuñado el neologismo «telecracia» para subrayar los peligros que encierra para la incipiente vida democrática del país el embanderamiento en favor de una tendencia del monopolio informativo y propagandístico de la televisión. Las esperanzas despertadas inicialmente por el nombramiento del nuevo director general de Radiodifusión se han visto defraudadas. La televisión ha asumido hoy tal aspecto que parece responder a una concepción patrimonial y tribal del sector público. Televisión Española no es hoy un órgano responsable en el que los ciudadanos puedan confiar por su imparcialidad. honestidad y claridad informativas. Antes bien, es un gigantesco aparato de relakubfe públicas plagado de nepotismos visibles, incontrolado por la sociedad, insufriblemente ridículo, ofensivo e irritante para cualquier español -sea este del color o la ideología política que sea-.

Es hoy la peor tarjeta de presentación que el Gobierno tiene, el último, reducto de la zafiedad, la petulancia, el autoritarismo y el aburrimiento del antiguo régimen. Y pese a su nombre, hay que decir que no merece ninguno de los que ostenta: ni española. porque los españoles no nos reconocemos en ella, ni televisión, porque parece que esto debe ser otra cosa más atractiva y servidora del bien público.

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Llama la atención la torpeza acreditada por los responsables de RTVE para planear y realizar la campaña en favor de la participación en el referéndum y la aprobación de la ley de Reforma. Flaco servicio ha prestado al presidente de¡ Gobierno: transformó lo que podía haber sido una victoria limpia y convincente en un alarde plebiscitario fabricado con las técnicas de los persuasores ocultos v la charanga de los anuncios de las bebidas refrescantes.

Las elecciones se aproximan. Parece que el Gobierno está dispuesto a negociar con las fuerzas de la Oposición la ley electoral y las condiciones de una campaña con libertades efectivas y garantías de trato igual. En la agenda de discusiones. la utilización imparcial de la televisión ocupa un lugar principalísimo. Los directivos de televisión han hecho ya sus pruebas con el referéndum y se han ganado un rotundo suspenso: el mejor servicio -el único- que pueden hacer ahora al Gobierno al que presumen de servir es presentar su dimisión.

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