"Las tensiones y conflictos son naturales", afirmaTarancón

«Es natural que la diversidad de criterios y posturas originen tensiones y conflictos. Esto no debe extrañarnos ni debe producir alarma». Así se expresa el cardenal Enrique y Tarancón en la carta cristiana sobre el derecho de asociación, publicada ayer en Iglesia en Madrid, como sexta entrega de su mensaje sobre Los cristianos y la política.

El cardenal arzobispo de, Madrid-Alcalá comienza afirmando que el derecho de asociación, reconocido por todos como prerrogativa de la persona humana, alcanza también el orden político. «El hombre tiene el derecho, y, aveces, hasta el deber -afirma e...

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«Es natural que la diversidad de criterios y posturas originen tensiones y conflictos. Esto no debe extrañarnos ni debe producir alarma». Así se expresa el cardenal Enrique y Tarancón en la carta cristiana sobre el derecho de asociación, publicada ayer en Iglesia en Madrid, como sexta entrega de su mensaje sobre Los cristianos y la política.

El cardenal arzobispo de, Madrid-Alcalá comienza afirmando que el derecho de asociación, reconocido por todos como prerrogativa de la persona humana, alcanza también el orden político. «El hombre tiene el derecho, y, aveces, hasta el deber -afirma el cardenal- de unirse con otros para conseguir colegialmente lo que no podría alcanzar por sí mismo. El orden jurídico debe reconocer ese derecho y respetar suejercicio. En principio, las asociaciones y partidos políticos son un medio indispensable para que los hombres puedan cumplir eficazmente sus deberes cívicos».«Pero la experiencia enseña que los.partidos políticos'son -añade el cardenal Enrique y Tarancón-,.en algunas ocasiones, un estorbo para la convivencia social y para el buen .régimen de los pueblos. Será.necesario, por tanto, por prudencia política,- ordenar jurídica y socialmente la constitución.y las actuaciones de los partidos, de tal suerte que contribuyen a la consecución del bien común, único fin que lo justifica».

El arzobispo de Madrid-Alcalá considera lógico que los distintos partidos expresen sus propias posiciones, intereses, objetivos, programas, ideologías y proyectos políticos, ya que la vida es tensión, -dice- y la convivencia entre los hombres será siempre conflictiva, a no ser que ahoguemos la libertad propia de la persona humana.

Se refiere después a la necesidad de que la propia libertad.se concilie con la de los demás propugna que se establezcan unas reglas dejuego objetivas, justas y válidas para lodos.

Califica de lacra social el terrorismo, las amenazas personales, la intolerancia, el exclusivismo patriótico y manifiesta que no se debe tolerar que ningún partido preconice utilizar métodos violentos, impropios de un pueblo civilizado e inexplicables en los que se llaman cristianos. «Hemos de esforzarnos en conseguir -añade que desaparezca la intolerancia celtibérica».

Alude finalmente el cardenal Enrique y Tarancón al personalismo y a la proliferación de siglas de los partidos políticos, y estima que es muy difícil que se pueda gobernar adecuadamente con esa proliferación de partidos y con esa promoción de los personalismos. Para evitar estos defectos, defiende el establecimient o de unas normas o reglas de juego que se impongan desde el orden jurídico con firmeza. así como de unas normas para regular la participación de los partidos, evitando una atomización de los mismos que haría imposible el Gobierno.

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«Tan solo de esta manera -termina la carta cristiana-, los partidos políticos podrían ser cauces seguros y adecuados para la participación política de todos los ciudadanos».

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