Reportaje:

El Metro busca compradores / 1

Acaba de ser presentado públicamente en Madrid el informe Una alternativa de gestión para el Metro de Madrid, realizado por los representantes de los trabajadores de la Compañía Metropolitano de Madrid bajo la asesoría de la entidad EIDA (Estudios Interdisciplinarios de Asesoramiento). El dossier aborda el tema de la gestión del transporte suburbano madrileño desde una perspectiva analítica, en la que se dibujan unas alternativas respecto a su estado actual y entendidas como el origen de un amplio proceso de discusión ciudadana, tras este debate. propuesto en el inf...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Acaba de ser presentado públicamente en Madrid el informe Una alternativa de gestión para el Metro de Madrid, realizado por los representantes de los trabajadores de la Compañía Metropolitano de Madrid bajo la asesoría de la entidad EIDA (Estudios Interdisciplinarios de Asesoramiento). El dossier aborda el tema de la gestión del transporte suburbano madrileño desde una perspectiva analítica, en la que se dibujan unas alternativas respecto a su estado actual y entendidas como el origen de un amplio proceso de discusión ciudadana, tras este debate. propuesto en el informe, sus redactores consideran que surgirá la solución al tema de la gestión del Metro, ante el cual trazan unas directrices referenciales que entienden válidas para centrar la solución del problema.

El estudio -que será condensado en un folleto y distribuido por la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos se encuentra dividido en tres partes, la primera de ellas alude a la gestión pasada y actual del Metro madrileño, la segunda se refiere a las características de este tipo de transporte como servicio público urbano y, en la última parte, se contempla la alternativa institucional que se propone y que consiste en la gestión colegiada del Metro por parte de todos los intereses directamente afectados, ciudadanos de Madrid, trabajadores del Metro y organismos planificadores del municipio y del Estado.

Es de destacar, según señala el texto, que a sus redactores no les pareció necesario apoyar las argumentaciones en una información cuantificada, que formaría parte de un estudio técnico más profundo. actualmente en proceso de ejecución. Además, se deja constancia de que a los realizadores del informe no les ha sido posible disponer de los estudios efectuados por la Compañía Metropolitano y por la Administración, sobre el tema. El capítulo relativo a la gestión del Metro madrileño comienza con una alusión al origen de este transporte, situado en 1917 bajo el reinado de Alfonso XIII; se constituyó una compañía privada y bajo esta forma se mantuvo hasta nuestros días, salvo una etapa -durante la guerra civil en la cual el metro fue regido por un consejo de obreros. Desde 1939, la Compañía Metropolitano permanece como una sociedad anónima, inmersa pues en la ejecutoria de este tipo de entidades, evidencia que da pie a que los redactores del informe valoren sus objetivos prioritariamente enfocados hacia la obtención de beneficios máximos ante cualquier condideración de otra índole.Cuantiosas inversiones

Tras señalar que las estructuras de un servicio de transporte suburbano comporta la afluencia permanente de inversiones cuantiosas e indicar que, frente a los beneficios sociales que un servicio público arrastra a la ciudad y a sus usuarios, primó la obtención de beneficios privados, el texto establece una distinción abierta entre los intereses de los capitalistas y los de los trabajadores y el pueblo madrileño, degradados éstos por las deficiencias observadas en el servicio.

Pasa luego el informe a analizar las políticas de financiación y de amortizaciones seguidas por la Compañía Metropolitano durante los últimos años. En cuanto a la primera, se esgrime que parte de sus inversiones actuales se financia con créditos a corto plazo, cuyo volumen el estudio fija en 1.000 millones de pesetas, si bien la memoria correspondiente al ejercicio de 1975 de la Compañía especifica en 1.375 millones de pesetas. A partir de 1970, se añade, el endeudamiento de la empresa fue progresivo, por mostrarse permanentemente negativa la diferencia entre el activo circulante -caja, fondo en bancos, deudores- y el pasivo circulante, constituido por las deudas a corto plazo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

En relación a la política de amortizaciones, se señala que el tipo de actividad desarrollado por el Metro exige elevadas inversiones en cuanto a trenes, estaciones y vías y que de este flujo constante dependerá el futuro mantenimiento del servicio, además de la posibilidad de renovación del equipo, sometido permanentemente a desgaste. Sin embargo, pese a que el informe ofrece cifras según las cuales cabe establecer una mejora en la política amortizadora de la Compañía durante los últimos ejercicios, se valora como claramente deficiente en conjunto, en virtud de que los plazos de renovación del equipo, en 1975, se fijaban en cincuenta años. Respecto a este punto, el dossier concluye con la afirmación de que la política financiera de la empresa conduce a una progresiva descapitalización, acentuada en mayor medida en los dos últimos años. Se alude luego a la política de dividendos de la Compañía Metropolitano de Madrid, S. A., que los ha mantenido libres de impuestos en un 9% sobre el valor nominal desde 1963, si bien en ocasiones -se agrega- la empresa tuvo que distribuir parte de sus reservas para poder cubrir el beneficio que otorgaba a sus accionistas.

En la cuenta de resultados correspondiente al ejercicio de la Compañía durante el año 1975, la memoria indica la existencia de un beneficio global superior a los 156 millones de pesetas, cifra que permitió a la entidad -como el informe refiere- distribuir el dividendo mencionado. Asimismo, se alude a una serie de ampliaciones de capital caracterizadas en el trabajo como expansivas y, desde 1967, simultaneadas por ampliaciones denominadas liberadas, consistentes en la entrega gratuita de acciones nuevas a cambio de números variables de acciones antiguas. Cada una de estas acciones, entregadas al accionariado, comporta el derecho al cobro del beneficio. Tras referir estos datos, el estudio de los trabajadores del Metro señala la contradicción existente entre la rentabilidad otorgada al accionista y la rentabilidad global de la explotación del Metro, en muchos casos calificada de ruinosa.

Dos grupos de accionistas

Para despejar esta duda, los redactores de este texto distinguen dos grupos de accionistas, el primero compuesto por los grandes grupos financieros, capacitados para tomar decisiones y con un caudal de información sobre la marcha de la Compañía muy elevado, el segundo grupo, quedaría formado por el pequeño accionariado, poseedor de un volumen reducido de acciones y sin acceso a la adopción de decisiones ni control sobre la trayectoria de la empresa. En este segundo grupo se situarían algunos trabajadores de la entidad.

En virtud de esta distinción, se afirma que el desnivel existente entre los dos tipos de accionistas se refleja en las diferentes expectativas de actuación que los dos grupos siguen. Los grandes grupos financieros -se añade- deciden sobre los nuevos trazados y las nuevas líneas y conocen con antelación los proyectos a emprender. En función de esta información, compraban con antelación y a precio de saldo los terrenos circundantes al recorrido del metro, con la certeza de que los terrenos se revalorizarían. De este modo, la construcción, urbanización, arriendo o venta, posteriores, revertían en beneficio de los grandes grupos financieros presentes entre el accionariado de la Compañia, cuyo plantel directivo desde su fundación y durante muchos años coincidían en mayor o menor medida con las juntas directivas de otras dos compañías, la Urbanizadora Metropolitana, S. A. y la Inmobiliaria Metropolitana; sus objetivos sociales consistían en la adquisición o la construcción de, o en, fincas urbanas. El origen de la Compañía Urbanizadora se remonta al año siguiente de la inauguración del Metro madrileño y la otra entidad inició sus actividades a partir de 1935. Por cuanto alude a los pequeños accionistas, el texto refiere que permanecen en el nivel de meros espectadores de este proceso, alejados de las decisiones y desvinculados de los métodos de apropiación indirecta de grandes sumas de dinero, procedentes de la especulación o urbanización de solares .

Archivado En