La detención de Tanaka
He leído en su diario el artículo sobre la detención del señor Tanaka, anterior primer ministro japonés. Hay que decir que es muy encomiable el esfuerzo informativo que hace EL PAIS al publicar cosas sobre Japón: es prácticamente la única publicación española que lo hace prestando algo de atención a un país tan activo, fabuloso y trepidante como es éste.El artículo que comento hace una afirmación claramente falaz: que durante el mandato del señor Tanaka el Japón conoció, en 1974, el peor año desde el final de la segunda guerra mundial, queriéndose con ello echar la culpa al estadista detenido....
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He leído en su diario el artículo sobre la detención del señor Tanaka, anterior primer ministro japonés. Hay que decir que es muy encomiable el esfuerzo informativo que hace EL PAIS al publicar cosas sobre Japón: es prácticamente la única publicación española que lo hace prestando algo de atención a un país tan activo, fabuloso y trepidante como es éste.El artículo que comento hace una afirmación claramente falaz: que durante el mandato del señor Tanaka el Japón conoció, en 1974, el peor año desde el final de la segunda guerra mundial, queriéndose con ello echar la culpa al estadista detenido. Como no ignora EL PAIS, 1974, con Tanaka y sin Tanaka, fue un año pésimo para la economía de todos los países industrializados, incluido éste que, además de no poseer una sola gota de petróleo, está lejísimos de las zonas productoras y tiene una capacidad industrial sólo superada por los Estados Unidos. Por el contrario, los dos años anteriores -1972 y 1973- de Gobierno Tanaka, Japón experimentó las más altas cotas de desarrollo desde la última contienda, no gracias a él, ciertamente, sino gracias al impulso que venía de atrás, a una magnífica organización y al esfuerzo de un pueblo ejemplar.
El sistema político japonés, y la gestión del Partido Liberal Demócrata han hecho posible el espectacular desarrollo del país y la detención del señor Tanaka, quien pagará sus culpas en la forma que tenga que hacerlo -sin alharacas, zancadillas, ni aflorar de rencores personales-, y nada más.