Amplia reestructuración del deporte español

El delegado nacional de Educación Física y Deportes, Tomás Pelayo Ros, recibió ayer la orden del ministro secretario general del Movimiento, Ignacio García López, de reorganizar totalmente las estructuras del deporte español en el plazo más breve posible, según informa Alfil. La reestructuración deberá abarcar todas las esferas y estamentos del deporte español.La actuación de nuestros deportistas en los Juegos Olímpicos ha escocido, sin duda, tanto más por cuanto que, como siempre, las peores actuaciones se han dado en los deportes más importantes de los juegos, el atletismo y la nataci...

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El delegado nacional de Educación Física y Deportes, Tomás Pelayo Ros, recibió ayer la orden del ministro secretario general del Movimiento, Ignacio García López, de reorganizar totalmente las estructuras del deporte español en el plazo más breve posible, según informa Alfil. La reestructuración deberá abarcar todas las esferas y estamentos del deporte español.La actuación de nuestros deportistas en los Juegos Olímpicos ha escocido, sin duda, tanto más por cuanto que, como siempre, las peores actuaciones se han dado en los deportes más importantes de los juegos, el atletismo y la natación, en tanto que los pocos éxitos llegaron en modalidades que arrastran mucho menos interés. Pelayo Ros, al regreso de Montreal, ya anunció que tenía in mente un plan para reestructurar nuestro deporte. ¿En qué consiste el plan? Eso es algo que aún no ha adelantado, y a ello le urge ahora la Secretaría General del Movimiento, de la cual depende la DND.

Nuestro deporte no puede quejarse de falta de subvención económica, pues dista mucho de estar mal tratado en este aspecto: las quinielas le proporcionaron a la Delegación unos ingresos superiores a los 3.690 millones de pesetas durante el último ejercicio. Es decir, que el deporte español cuenta con más de diez millones diarios. Como quiera que para el ejercicio que ahora comienza, el precio de las quinielas se ha elevado en un 50 por 100, es fácil comprender que la situación económica de la Delegación será más cómoda aún. El defecto, sin duda, es de mala utilización de este capital.

Por desgracia, el deporte español siempre se ha preocupado más de escaparate que de la trastienda. Ha sido mal bastante extendido entre nuestros dirigentes deportivos el de tratar de defender su gestión exhibiendo triunfos aislados conseguidos por los practicantes más destacados y más hábiles del deporte que regentan. Para ello han invertido buena parte de las cantidades que llegaban a sus manos en favorecer lo más posible esos triunfos: técnicos extranjeros, largas estancias de preparación, cuidados máximos... Esto siempre se acompañó del despilfarro propio de la corte de acompañantes de que se ha rodeado a estas figuras a fin de que sus posibles éxitos resultaran más relevantes. Con ello se restaba ayuda a la base del deporte, que verdaderamente la necesita y que es la única posible justificación del boom deportivo que vivimos. La práctica del deporte les resulta difíciles a los adolescentes, y ése es, antes que ninguno, el gran pecado de los dirigentes españoles.

Por desgracia, sólo se piensa en la situación cuando nuestra pobre élite, salida a duras penas de un número ha o de practicantes, tiene un fracaso, como ocurre cada cuatro años a pesar de las atenciones de que se les trata de rodear muchas veces, hay que decirlo, sin acierto. Es evidente que de una base más amplia surgiría un mayor número de deportistas de categoría internacional y no sufriríamos estas decepciones cada cuatro años. Esto resulta tan evidente como que no se puede disponer de un potencial deportivo ni siquiera discreto si se mantiene el sistema hasta ahora utilizado: dejar la base sin atención y confiar en que los hombres que, en contra de todas las dificultades, han salido adelante alcancen la categoría de los mejores deportistas de otros países en los que todo el sistema está montado de una forma mucho más racional.

Que la Secretaría General del Movimiento urja a la DND a una reorganización inmediata es algo que casi sorprende. A la Secretaría del Movimiento le queda muy poca vida. La Delegación, que depende de ella, desaparecerá en su forma actual y posiblemente dará paso a un Ministerio del Deporte. La reorganización, en esas condiciones, se presenta como cosa obligada, y poco se comprende qué puedan hacer nuestros dirigentes deportivos de aquí a que estos acontecimientos se desenlacen. Lo único que cabe esperar es que en su próximo y nuevo acomodo, el deporte español encuentre hombres que sepan preocuparse por la base, que faciliten su práctica a los niños y adolescentes, que mejoren la condición física general del español. Si esto es así, en las competiciones internacionales nos irá mejor sin duda. Pero nunca olvidemos que esto último es menos importante que lo anterior.

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