Editorial:

Un análisis del nuevo Gabinete

Después de consultas más trabajosas que lo ordinario en estas ocasiones, ya está formado el Gabinete Suárez. La primera característica apreciable, al margen la notable juventud de la mayoría de sus miembros, es lo desconocido de la faz política de algunos de ellos, no solo por la opinión de la calle, sino incluso en círculos del establishment. ¿Y éste quién es?, era la pregunta más extendida ayer en las redacciones de los periódicos. La prensa extranjera tiene que hacer igualmente un esfuerzo para identificar a varios de los iniembros del Gabinete.En conjunto, se puede decir que este Go...

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Después de consultas más trabajosas que lo ordinario en estas ocasiones, ya está formado el Gabinete Suárez. La primera característica apreciable, al margen la notable juventud de la mayoría de sus miembros, es lo desconocido de la faz política de algunos de ellos, no solo por la opinión de la calle, sino incluso en círculos del establishment. ¿Y éste quién es?, era la pregunta más extendida ayer en las redacciones de los periódicos. La prensa extranjera tiene que hacer igualmente un esfuerzo para identificar a varios de los iniembros del Gabinete.En conjunto, se puede decir que este Gobierno -al margen los ministros militares, que son los mismos que había en el Gabinete Arias- está formado por jóvenes profesionales de adscripción católica en política. En efecto, llama la atención que, al menos, seis ministros están vinculados a la democracia cristiana oficial -la mayoría en su versión «tácita»-. No deja de llamar la atención que tres de los nuevos ministros son miembros del consejo de la Editorial Católica (y uno de ellos Presidente de la misma).

La competencia personal de cada uno de los ministros es algo indiscutible, al menos en aquellos de los que se conoce una singladura pública. La coherencia de amplias zonas del Gobierno, también, y se supone que su programa será acorde con su ideología. Muchos subsecretarios han sido elevados a la categoría de ministros -dos de ellos en el mismo Departamento-.

El equipo económico queda, en cierta medida, bajo las órdenes de un propagandista, el señor Carriles, director de la compañía de seguros La Unión y el Fénix. El equipo político parece inspirado por las líneas de otro propagandista, Alfonso Osorio, gran hacedor de esta crisis, y gran parte de los Ministerios políticos son ocupados por personas de la misma línea.

Rodolfo Martín Villa, al frente de Gobernación, es probablemente la mejor noticia de la lista gubernamental. El señor Martín Villa dio sobradas muestras de aperturismo en su gestión como gobernador de Barcelona y como ministro de Relaciones Sindicales. Junto con el ministro secretario general del Movimiento -oscuro seuísta- y el propio presidente, representaba la línea falangista en el Gabinete.

En el terreno económico, la capacidad del nuevo equipo -que es una mezcla de tecnócratas opusdeístas, independientes y algún propagandista- para hacer frente a la muy grave situación que atravesamos, va a ser seriamente puesta a prueba. Los nombres elegidos parecen más destinados a tranquilizar a las empresas que a los consumidores.

En el terreno político, la principal tarea es la consecución de una democracia real, con la convocatoria de elecciones generales. La presencia física de gran número de propagandistas, adscritos a la línea conservadora y colaboracionista de la democracia cristiana, hacen de este Gabinete un equipo tan evidentemente monocolor en las carteras políticas que el diálogo con la oposición y con el resto de los partidos tendrá que verse impactado por este hecho. Es curioso señalar que el presidente del Gobierno, miembro e inspirador de la Unión del Pueblo Español, se ha alejado de la tentación de formar un equipo con su propio incipiente partido para caer en la de hacerlo con el partido de los demás.

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