El primer Pleno para la reforma

La reforma se enfrentó a unas Cortes dormidas

La expectación suscitada en torno al Pleno para debatir el primer proyecto de ley reformista en procedimiento de urgencia no se ha visto correspondida con la realidad de una sesión en la que se produjeron pocas intervenciones polémicas, el debate parlamentario fue casi nulo y las palabras de los oradores ni suscitaron adhesiones visibles ni desaprobaciones manifiestas.

A lo largo de las escasas cinco horas que duró la sesión, el hemiciclo se fué vaciando y de las tres cuartas partes de procuradores presentes al inicio de la misma se pasó a cerca de la mitad a la hora de la votación. Pes...

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La expectación suscitada en torno al Pleno para debatir el primer proyecto de ley reformista en procedimiento de urgencia no se ha visto correspondida con la realidad de una sesión en la que se produjeron pocas intervenciones polémicas, el debate parlamentario fue casi nulo y las palabras de los oradores ni suscitaron adhesiones visibles ni desaprobaciones manifiestas.

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A lo largo de las escasas cinco horas que duró la sesión, el hemiciclo se fué vaciando y de las tres cuartas partes de procuradores presentes al inicio de la misma se pasó a cerca de la mitad a la hora de la votación. Pese al interés que se le presuponía, resultó un pleno más en el que abundaron, por parte de los procuradores, los gestos de displicencia y falta de interés. Algunos de ellos se durmieron.El presidente de la Cámara, Torcuato Fernández- Miranda, que abrió la sesión a las once y diez de la mañana, tuvo escasas de la mañana, tuvo escasas intervenciones, limitándose a conpo a los oradores. El Gobierno, que ocupaba con su presidente al frente el banco azul, estuvo presente en su totalidad en la sesión de la mañana -el ministro, de Relaciones Sindicales, Martín Villa, se incorporó a las doce-. y por la tarde se repistaron algunas ausencias, como las de los señores Areilza. Alvarez Arenas y Robles Píquer.

Las palabras del primer ponente, señor García Valdecasas, que se refirió a su parlamento a la importancia de la ley que ocupaba la atención del Pleno, fueron escuchadas por algunos procuradores entre la lectura de la,prensa de la mañana o los comentarios con sus compañeros de escaño.

Las demás intervenciones, con una característica común de tono moderado y poco énfasis, no motivaron atención especial, excepto cuando el señor Peris Gimeno subió al estrado con un paquete en la mano depositándolo sobre la mesa. Sólo al final de su intervención desveló el contenido del mismo: fotocopias de un artículo que pretendía se incorporara al proyecto y que pidió fueran repartidas entre los procuradores presentes. El presidente no accedió a ello.La sesión de la tarde, con la intervención del ministro de la Gobernación, en un largo discurso de 37 folios, leídos rápidamente y con su dificil vocalización, no tuvo mayor interés que la de la mañana. Los procuradores escucharon durante cincuenta minutos largos el parlamento del señor Fraga, que en su mayor parte fue una lección de historia del derecho. En ningún momento fue interrumpido por los aplausos, y sólo al final sonó un aplauso, no muy entusiasta, en el que no participaron los señores Girón, Iniesta Cano y Martín Sariz, entre otros. El señor Girón mantuvo durante toda la sesión el gesto adusto en él característico.

El turno de réplicas se consumió sin ninguna controversia reseñable, para pasar a una votación cuyo resultado pudo sospecharse de antemano ante la actitud poco beligerante de los miembros de la Cámara.

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En suma, el primer proyecto del programa reformista de un Gobierno que semejaba estar acosado por las instituciones, ha pasado por las Cortes sin el menor tropiezo, en un tiempo récord en el que los procuradores han vuelto a asumir su papel habitual. La reforma, al igual que las leyes franquistas, se han enfrentado a unas Cortes adormecidas y en las que el inmovilismo ha demostrado su escasa fuerza.

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