Fracaso del reformismo centrista

El reformismo centrista francés, se ha hundido en Tours, en donde ganó la elección legislativa parcial el señor Jean Royer, con el 56 por 100 de los sufragios. Los señores Lecanuet, Dourafour y demás líderes del centro reformador, que se engancharon al carro del giscardismo seguros de que su política, europea y reformista extirparía para siempre al gaullismo, han encajado el fracaso más significativo de esta elección que, de manera discutible, se planteó como un test nacional: su candidato, que obtuvo el 9 por 100 en la misma circunscripción de Indre et Loire, en 1973, se ha hundido has...

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El reformismo centrista francés, se ha hundido en Tours, en donde ganó la elección legislativa parcial el señor Jean Royer, con el 56 por 100 de los sufragios. Los señores Lecanuet, Dourafour y demás líderes del centro reformador, que se engancharon al carro del giscardismo seguros de que su política, europea y reformista extirparía para siempre al gaullismo, han encajado el fracaso más significativo de esta elección que, de manera discutible, se planteó como un test nacional: su candidato, que obtuvo el 9 por 100 en la misma circunscripción de Indre et Loire, en 1973, se ha hundido hasta el 2 por 100.

El «activista de la moral» de las últimas elecciones, señor Royer, fue candidato solitario, al margen de todo grupo político, aunque con la bendición disimulada de la mayoría de derechas.

En contra de lo previsto, ganó casi 6 puntos respecto a 1973, mordiendo en electorado reformista. La izquierda y la extrema izquierda, presentes, sumaron el 41,17 por 100.

Los reformadores de centro, «se están convirtiendo en coleccionistas de decepciones», así parecen probarlo la elección de Tours, las cantonales del último marzo, otra legislativa del año pasado y los sondeos regulares de los institutos de opinión pública. Sus representantes, en cada caso, se rompen la crisma contra la indiferencia de los franceses.

Bipolarización

Y de lo dicho, una de las lecciones más comentadas de esta minibatalla de Tours: la bipolarización del electorado francés, cada día más evidente. Para muchos, su seguridad intocable, está garantizada por la derecha, que encarna el poder representativo y, punto más, punto menos, para otro tantos franceses, es la posición de izquierdas la depositaria de su esperanza en otra sociedad más justa.

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«El centro, dice un analista de la elección de Tours, a pesar de sus ilusiones reformistas, más que nunca, es la traducción de ambiciones individuales que muy poco, o nada, tienen que ver con la realidad cambiante de nuestra sociedad.» El mutismo de sus líderes va en tal sentido.

El éxito del señor Royer, no muy esperado en la primera vuelta, parece consecuencia de razones personales: alcalde de la ciudad desde hace 17 años, reconocido como buen administrador, diputado desde 1958, son ventajas que le han servido en una región muy representativa de la «Francia buena» (trabajo-familia-patria), que aborrece los partidos políticos y sólo ve con los ojos de las virtudes tradicionales. El señor Jean Royeres su apóstol, independiente, pero silenciosamente aceptado por la mayoría que gobierna.

La izquierda en conjunto ha mejorado levemente su resultado de las legislativas del 73, pero esto, gracias a los socialistas, que han ganado un 4 por 100, mientras el Partido Comunista perdía un punto, a pesar del estreno de su primera campaña new look, después del abandono de la dictadura del proletariado: sin puños en alto, sin banderas rojas, sin recitales de doctrina y con un candidato, ecólogo, repartiendo abrazos de puerta en puerta…

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