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Pablo Carreño Busta
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Jan-Lennard Struff
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Zverev bate a Munar e iguala la serie entre Alemania y España, que se decidirá en el dobles

El triunfo del número tres sobre el mallorquín (7-6(2) y 7-6(5) sucede a la victoria del asturiano ante Struff (6-4 y 7-6(6). España se encomienda a Granollers y Martínez

La serie de las semifinales de la Copa Davis entre España y Alemania se decidirá en el tercer y último compromiso del día, después de que Pablo Carreño se impusiera a Jan-Lennard Struff en el primer turno (6-4 y 7-6(6), en 1h 44m) y de que Alexander Zverev contragolpeara en el segundo, frente a Jaume Munar (7-6(2) y 7-6(5), tras 1h 59m). El dobles, por tanto, decidirá qué selección se enfrenta este domingo a Italia, superior en el cruce del viernes a Bélgica. La mejor o peor fortuna del equipo español en la competición queda en manos del dúo formado por Marcel Granollers y Pedro Martínez, que chocarán con la pareja formada por Kevin Krawietz y Tim Puetz.

En la línea de los últimos tiempos, Munar abordó con decisión al número tres del mundo, pero el poderoso servicio de Zverev prevaleció sobre el fino alambre de la resolución de ambos sets. “Ha sido muy mental. No he podido jugar mi mejor tenis en los tie-breaks. Nada más, cabecita baja y a currar…”, razonó el balear. El alemán demarró primero, pero el mallorquín reaccionó con firmeza desde la línea de fondo y rebatió hasta el final. Sin embargo, en uno y otro acto terminó pesando la palanca del tenista de Hamburgo, el representante con mejor ranking de la fase final de Bolonia. “Esto es un juego de errores, no de aciertos, y se trata de mantenerse…”, prorrogó Munar.

A pesar de la derrota, el español (28 años y 36º de la ATP) demostró de nuevo el plus de confianza que envuelve su juego gracias al crecimiento sostenido de esta temporada. Paso regular y firme, también perceptible en un marco tradicionalmente áspero para el tenis nacional. Resistió y replicó de tú a tú a Zverev, garantía de los alemanes. Cumplió hace dos días frente al argentino Francisco Cerúndolo y aseguró otro punto para enmendar las caídas de Struff. Se nota y se percibe: pese a su desafección hacia el nuevo formato, quiere esta Davis para incorporar otro trofeo de relumbrón. Jerárquico y sin vértigo, el Sascha de estos días poco tiene que ver con la versión apesadumbrada de este curso.

Antes, el instinto guerrillero de Carreño predominó en el primer cruce y el equipo español comenzó, esta vez sí, corriente a favor. El asturiano, un veterano ya de vuelta, siguió a la perfección las líneas maestras del guion y redujo a Struff merced a un ejercicio de maduración. Esto es, la fórmula que le ha llevado lejos: esa mezcla de ardor y templanza, de buen hacer y paciencia; de estirarlo todo hasta que el de enfrente, registro único siempre, cayera una y otra vez por su propio peso. Todo el poso que el tiene lo añora el alemán, un pistolero que no se lo piensa: ante la duda, pegar. Demasiado básico. Solo a los muy buenos les sale. En consecuencia, España por delante.

Carreño es la perfecta encarnación de las virtudes de este equipo que propone desde la humildad, pero de apariencia engañosa. “Saben competir”, advertía Ferrer. Y así es. Lobos disfrazados de corderos. Él, Granollers, Martínez, Munar. El tenis no es tanto un deporte de virtuosismo (que también) como de saber interpretar qué conviene en cada circunstancia, y lo tenía más que claro el asturiano, paradigma de pelearlo, de rebelarse, de estar siempre ahí. Benditos sean los pesados. De eso sabe un rato el capitán, quien a la hora de confeccionar la última lista, lo tenía claro: Carreño, dentro. Esto no va de egos. El grupo por encima de todo. Y rara vez él no responde.

La mano de obra suele ser fundamental, y lo de Struff (35 años y 84º del mundo) iba de arremangarse y poner bolas dentro. Lo dicho: estar ahí. Que el otro lo sepa. He aquí una muralla. La receta que tan lejos le hizo llegar. Muy agresivo, el alemán tiende a cortocircuitar si la cosa no le sale y todo empezó torcido para él, break a favor en la primera manga e incapaz de salvaguardar el saque a continuación. Por ahí, malamente, o bien un inmejorable indicio para el español, muy convencido de lo suyo. Fe y más fe. Hace no tanto pasaba por un quirófano, luego la rampa de los challengers para reinsertarse. Este sábado, bola, bola y bola, kriptonita contra el pegador. Tarde o temprano, se quebraría.

“Hay que aceptar que hoy por hoy, hay jugadores por delante de mí. Pero yo espero mi oportunidad”, dirá después. Borrada de la mente la derrota del primer día contra el checo Jakub Mensik, gasolina de la buena. “Ponía la bola en juego y desde el fondo me sentía poderoso”, retrataba mientras Munar debatía con Zverev. Para rematar, la entereza. 6-1 abajo en el tie-break del segundo set, se recompuso y lo levantó. Algo así como una proeza. Siete puntos sucesivos contra el sacador, pálido este. Perdió el primer día, cae otra vez. “A veces hay milagros. Intenté soltarme, jugué valiente y él falló”. Efectivamente, en cada instante delicado a Struff se le encogió el brazo y finalmente se disolvió. En contraste, Carreño procedía y, ya vencedor, abundaba: “Es un poco milagroso”.

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