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Alcaraz radiografía al rodillo: “Sinner siempre está ahí, ahí y ahí, y eso le hace imparable”

El español subraya el ritmo del campeón, se queda con su “crecimiento personal” este año y confía en que la pierna tocada no le perjudique en la Davis de Bolonia

En la línea de otras ocasiones, con la caballerosidad habitual, Jannik Sinner y Carlos Alcaraz se fundieron en un abrazo que sella un pulso explosivo y equitativo: dos grandes por cabeza, el número uno para uno y la corona maestra (otra vez) para el otro. Seguramente justo. De la mano, uno y otro han virado el tenis hacia un terreno explorado, pero quizá n...

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En la línea de otras ocasiones, con la caballerosidad habitual, Jannik Sinner y Carlos Alcaraz se fundieron en un abrazo que sella un pulso explosivo y equitativo: dos grandes por cabeza, el número uno para uno y la corona maestra (otra vez) para el otro. Seguramente justo. De la mano, uno y otro han virado el tenis hacia un terreno explorado, pero quizá no hasta la cota marcada hoy día por una pareja sin puntos débiles que se desmarca de los demás a base de intensidad. Esa es la clave, dicen. A piñón fijo de principio a fin. Pocas veces se habían presenciado pulsos tan sostenidos, equilibrados y sofisticados como este, resuelto en ultima instancia a favor del italiano. Un maravilloso 2025.

Aperitivo, al parecer. “Estoy satisfecho con mi actuación. Él es un gran jugador, que además lleva mucho tiempo sin perder en este tipo de pista. Cada partido frente a él es un combate y hoy me ha derrotado. Quiero darle la enhorabuena. Ahora toca descansar y el próximo año te pido que estés preparado de nuevo, Jannik, porque yo lo estaré. Volveremos más fuertes”, se pronunció Alcaraz, que domina la saga —10-6, en términos globales— y cierra la temporada con más triunfos (71) y trofeos (8) que nadie, sin reprocharse nada porque sabía cómo se las gasta Sinner en este contexto —31 victorias seguidas en indoor, la quinta racha histórica tras las 32 logradas por Ivan Lendl entre 1980 y 1983—.

En todo caso, quién ríe el último es el de San Cándido, con motivos más que de sobra para estar feliz porque, analizado en perspectiva, este año ha logrado sortear dos circunstancias muy delicadas. Reaccionó en Wimbledon al palo recibido en Roland Garros, donde desaprovechó tres bolas de campeonato, y ahora lo hace en un territorio en el que aparentemente no podía fallar, después del regusto amargo del US Open. De haberse impuesto Alcaraz en Turín, el mensaje de cara a 2026 hubiese sido directo, contundente y, en el fondo, especialmente dañino para su ánimo. Sin embargo, se recompone y será el español quién tendrá que proponer alternativas próximamente, en beneficio de una rivalidad que continúa retroalimentándose capítulo a capítulo.

Ahora, ambos contabilizan 24 laureles y se emplazan a la próxima cita, Australia. Muy distinto esto de la Copa de Maestros, terreno que ha hecho suyo Sinner con una autoridad indiscutible que recuerda a aquellos tiempos en los que Novak Djokovic era poco menos que imbatible a cubierto. El serbio (38 años) es hoy un tercero en discordia, a la espera de si uno u otro fallan; rara vez lo hacen, y el tenis lo saborea. No fue el mejor duelo este de Turín, pero sí de momentos, tenso, emocionante; decantado por el ritmo. No atinó Alcaraz en esa bola del primer set (no le dejó el adversario) y el desarrollo no le permitió crecer. Apoyado en el servicio, con unos promedios muy superiores a los registrados en el US Open, el italiano completó un pleno espectacular.

A contrarreloj

“Ha sido una semana increíble”, afirmó Sinner. “Pero quiero felicitar a Carlos. Ha merecido el número uno”, prolongó antes de la retirada el vestuario, donde Alcaraz explicaba a los suyos las sensaciones después del percance físico sufrido en la primera manga. En los próximos días competirá con España en la Copa Davis, pero la pierna le ha puesto sobre aviso. “Iré mañana a Bolonia”, confirmó. “no estoy dolido ni jodido. Ha sido un torneo espectacular, de menos a más; hay que darle valor a estar en una final de la Copa de Maestros”. Ahora, fisioterapia a contrarreloj. Finalmente, seis citas entre ambos este curso, con 4-2 a su favor y un tercero muy agradecido: el tenis. ¿Qué sería de él sin ellos dos? Larga vida a la saga, una verdadera bendición.

Una vez concluido el circuito de la ATP, se bajará definitivamente la persiana en la competición por selecciones, en la que España debutará el jueves contra la República Checa. Este lunes Alcaraz se unirá a la expedición, liderada por David Ferrer y completada con la infantería —Jaume Munar, Pedro Martínez, Pablo Carreño—, amén de un doblista de lujo llamado Marcel Granollers. En la atmósfera, una preocupación: ese isquio. “Quizás hay algunas veces que puedo hacer el loco, en el sentido de correr a por bolas imposibles y deslizarme; eso obviamente me ha limitado, pero más allá de esto, he podido jugar normal, moverme con fuerza, llegar bien en los apoyos para poder salir fuerte”, indicó; “¿si me perjudicará para Bolonia? Creo que no. O eso espero”.

De nuevo en lo más alto, Alcaraz aprecia sobremanera lo conseguido. Forma y fondo: “Ha sido un año brillante, pero por encima de las victorias y los títulos, me quedo con el crecimiento personal”. Insiste el de El Palmar en la complejidad de batir a Sinner en su terreno, y se despide con la completa radiografía: “Es muy difícil leerle el saque y las direcciones son buenísimas. El primer golpe después del saque lo hace muy bien y se pone en posición de ataque muy fácilmente. La consistencia que tiene, punto tras punto, te genera un poco más de ansiedad; tú tienes que estar a ese nivel, o incluso más. Y el hecho de que siempre esté ahí, ahí y ahí es lo que le hace imparable”.

EVOLUCIÓN: SAQUE, VOLEA Y MUÑECA

A. C. | Turín

A lo largo de las últimas fechas, Sinner ha constatado que se marchó de Nueva York con la lección bien aprendida y dispuesto a aplicar un plan de choque. Se autoexigía evolucionar, añadir registros, y a tenor de los hechos lo ha conseguido. Hoy es mejor tenista que ayer. Más osado y menos estanco.

Durante la final contra Alcaraz se detectaron varios matices. De entrada, dos dejadas deliciosas (e inusuales) que rompieron el punto y no pudo alcanzar el español, siempre un galgo; es decir, deben ser muy precisas. Ese atrevimiento se plasmó igualmente en la red, donde mostró más determinación y acierto en la volea.

Y, por encima de todo, su servicio ha mejorado sensiblemente en el otoño. En concreto, de manera significativa entre septiembre y noviembre. De una final a otra, de Nueva York a Turín, un giro reseñable tanto en la efectividad —de un 58% en el epílogo del US Open a un 70,4% en el italiano— como en la productividad con los primeros saques: retuvo el 83% de los puntos, frente a solo un 57% hace dos meses.

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