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Alcaraz flaquea ante Draper y se queda sin final

El murciano paga los nervios y un primer set muy deficiente, por lo que no podrá enlazar su tercer título en el torneo: 6-1, 0-6 y 6-4. El inglés se lo jugará con Rune

Alcaraz intenta devolver la pelota en un instante del partido contra Draper.Jayne Kamin-Oncea (IMAGN IMAGES via Reuters Connect)

“Esta duele”, admite Carlos Alcaraz. ¿Por qué? “Por los nervios. En vez de estar centrado en mí mismo, hoy he estado más preocupado por su nivel. Desde primera hora, todo el día así... He entrado nervioso a la pista. Y, en este deporte, eso supone un gran problema. Eso es lo que ha sucedido”, continúa el de El Palmar, sin la posibilidad ya de atrapar el tercer trofeo consecutivo que le hubiera conducido hacia el espacio de privilegio de Roger Federer y Novak Djokovic, los únicos que lo han conseguido en Indian Wells. Torcido esta vez el tema. El inicio ha sido más bien horrible y el destino irremediable. Jack Draper, de 23 años y reluciente entre los diez mejores, merece la victoria (6-1, 0-6 y 6-4, en 1h 44m) y se medirá en la final de este domingo (22.00, Movistar+) con el danés Holger Rune, mientras el ganador de las dos últimas ediciones lamenta: “Estoy molesto por cómo he afrontado el partido, por no haber sabido tranquilizarme. Eso es lo más decepcionante”.

Saco de nervios, Alcaraz. De modo que se acaba la secuencia triunfal —16 triunfos a partir de 2023, batido solo en el torneo por Murray, Nadal y ahora Draper— y en cuanto alcanza el vestuario, se explaya con su entrenador sobre la bici, más distanciado ahora en el ranking del líder Jannik Sinner (4.420 puntos por encima) y Alexander Zverev (1.035). Es lo de menos, dice. “Probablemente sea uno de los peores sets que haya jugado en toda mi carrera”, reconoce ante los periodistas. Proceso, al fin y al cabo. “Los tenistas jugamos unos 80 partidos al año, 16, 17 o 18 torneos, y lo más difícil es mantener el nivel; eso es algo que espero conseguir”, prorroga; “pero a veces me olvido de que tengo 21 años, así que tengo que pensar que todavía soy joven, que tengo mucho por mejorar. Y creo que estoy haciéndolo. Estoy madurando. Estoy acercándome a lo que quiero ser, pero a veces estoy jugando a un nivel muy alto y luego baja mucho, así que debo seguir trabajando, seguir aprendiendo”.

Queda esta vez a la espalda un borrón. Y un inglés pide paso: “Bien por él, lo ha hecho genial. Está listo para competir en los grandes torneos, no me ha sorprendido en absoluto”.

Tarda Alcaraz en comparecer demasiado y poco o nada puede extraer en positivo del primer parcial, salpicado de errores, 13, permanentemente incómodo y, raro esto, tocando la pelota verdaderamente mal; golpes sucios, bolas cortas o al pasillo y un Draper sereno y agradecido al que le vale con poner de su parte lo que le corresponde y esperar al fallo para dar con el premio. Peca el murciano de precipitación, buscando el tiro ganador demasiado rápido, y la manga inicial se resuelve en un santiamén, sorprendido todo el mundo por el crudo reflejo de la estadística en la tarjeta de rendimiento. Sin paños calientes: el bicampeón, desconocido. ¿Dónde está? No hay una sola buena noticia, nada que rascar para él; negado con el servicio (38%) y empeñado ir por una vía rápida que solamente le perjudica; cinco puntos araña en los 13 saques que introduce. Mirilla desajustada. El inglés se lo ventila en 23 minutos.

No cambia la dinámica en la reanudación, enseguida con otro susto en el cuerpo y 17 errores ya en tan solo ocho juegos. Sin embargo, un ace redentor evita al comienzo otro patinazo y, a partir ahí, como quien se ha refrescado el rostro con agua fría para despejarse un lunes, empieza a recuperar el terreno perdido a partir de una fórmula tan simple como tantas veces valiosa, el manual básico de supervivencia: cuando vienen mal dadas, un punto de pausa, bola al centro y golpe cruzado. Más peso, más altura, más efecto en la parábola. Y si hasta entonces el británico había navegado con suma comodidad por el partido, Draper es ahora el que pierde la brújula y se desorienta, como si se hubiera contagiado de lo errático y el que va deshaciéndose en medio de este guion a bandazos, extraño, mientras Alcaraz alza el puño conforme acierta e intenta reanimarse arengando a la grada, vitaminas en forma de palmas. Lo consigue, pero es un placer pasajero. No termina de afinar.

Insuficiente

“¡Tu tenis, tu tenis! ¡Búscalo!”, le demanda Ferrero, pero tan pronto se levanta como vuelve a verse entre dificultades. Muy inconexo todo. No era el día, está claro. Pocas veces chirría así la derecha del español y esta vez no hay manera de que mantenga el buen rumbo, a remolque otra vez en el tercero y con Draper adquiriendo de nuevo buen color, sin temores el de Sutton, mordiendo al resto y sin arrugarse en los peloteos de largo recorrido. Ahí hay tenista, vaya que si lo hay. Lastima esas lesiones, porque de lo contrario tal vez hubiera derribado ya alguna que otra puerta importante. Aprieta los dientes en este sábado en el que el viento ha concedido tregua para expresar su hambre, aquí estoy, élite, cuenten con un servidor para lo que viene si este corpachón mío respeta, hasta ahora impedimento. Tiene fuerza, acelera, abre ángulos con esa zurda que esconde la ejecución hasta el último instante y sabe interpretar los tramos calientes, cuándo debe apretar de verdad.

Draper, en una devolución.JOHN G. MABANGLO (EFE)

Con 1-1 y 15-15 en el tercero debe intervenir el VAR, al considerar Mohammed Layani que ha llegado tarde a la dejada y ha habido segundo bote. No es así. La revisión obliga a rectificar al juez y Draper se expande definitivamente, más inspirado, más decidido y sencillamente superior, con Alcaraz poco atinado y todavía oscilante, demasiado dubitativo y sin terminar de encontrar la incandescencia que le permita darle la vuelta al resultado. El arrebato del murciano se ha quedado corto, es escaso, pierde tono y el rival abre trecho (5-2); invalida también ese último break que brindaba al menos una última oportunidad. Pero nada de épicas, se cierra la racha. Aquí termina el trazado de un Alcaraz que va descubriendo nuevas incomodidades en una temporada en la que parecen ir filtrándose vientos peligrosos, más artillería; ahí que vienen el brasileño João Fonseca y sus 18 añitos frescos, y nadie debería perder de vista al inglés, semifinalista del último US Open, con ganas de hacer ruido y de estar de algún modo en la pomada.

“Ha sido un partido extraño. Carlos ha salido un poco apagado y luego me ha pasado algo a mí algo parecido, me puse tenso, tenía poca energía. Contra los mejores del mundo, el ritmo puede cambiar muy rápido y me he perdido durante 25 minutos, pero en el tercero supe competir y tuve la actitud correcta, y al final logré cruzar la línea de meta”, reconstruye el vencedor, superado por Rune la única vez que se han cruzado hasta ahora, el año pasado en Cincinnati. Los dos se batirán en busca del mordisco en este mil, primera final para el inglés y cuarta para el danés, campeón de Bercy en 2022 y firme ante Medvedev (7-5 y 6-4). Lo verán desde la barrera el ruso —seco desde el éxito de hace dos años en Roma— y Alcaraz, que triunfó el mes pasado en Róterdam y no tuvo fortuna en Melbourne (cuartos), Doha (cuartos) ni ahora en California. Volverá de inmediato a la carga: “La última vez que perdí aquí [en 2022, frente a Nadal] también fue en la semifinal, y luego gané en Miami, así que voy a ir allí a por todas. Aprenderé de esto”.

ANDREEVA AMENAZA A SABALENKA

A. C. | Madrid

Se fue la joven Mirra Andreeva de Melbourne en enero con mal sabor de boca. La joven rusa, de 17 años, tuvo entonces la sensación de que le había podido la situación y de que no había sabido cómo hincarle el diente a Aryna Sabalenka, con la que se reencontrará este domingo (19.00) en la final de California.

“Es como si una madre jugase contra una niña. ¡Le saco nueve años!”, bromeaba la bielorrusa (26) después de cortar en seco la secuencia ganadora de la estadounidense Madison Keys (6-0 y 6-1) y de lograr así el acceso al desenlace del torneo, en el que siente la fundamentada amenaza de Andreeva, pletórica en las últimas fechas.

La rusa, dirigida por la aragonesa Conchita Martínez, venció a la polaca Iga Swiatek (7-6(1), 1-6 y 6-3) e intentará tumbar de nuevo a Sabalenka, a la que ya redujo el curso pasado en la arena de Roland Garros. Luego, sin embargo, la gobernadora del circuito pudo con ella tanto en Brisbane como en el primer grande de la temporada.

Intentará hoy Andreeva lograr lo que no pudo su preparadora, finalista en las ediciones de 1992 (Monica Seles) y 1996 (Steffi Graf). Lo hará como la más precoz en desembarcar en el epílogo del torneo desde que lo hiciera la belga Kim Clijsters (17 en 2001) y la quinta que llega tan lejos sin haber alcanzado la mayoría de edad tras Seles (1991), Martina Hingis (1998), Serena Williams (1999) y Clijsters.

Sabalenka, por su parte, tratará de lograr su primera victoria en Indian Wells tras la final cedida contra Elena Rybakina en 2023 y, al mismo tiempo, incrementar la brecha actual sobre Swiatek, ahora mismo a 2.231 puntos de ella.

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