Badosa se luce ante Gauff y atrapa, ahora sí, sus primeras semifinales

La española vence a la estadounidense por 7-5 y 6-4 y accede por primera vez a la penúltima ronda de un grande. Sabalenka o Pavlyuchenkova, la rival del jueves

Paula Badosa celebra la victoria contra Gauff, este martes en la central de Melbourne Park.Foto: Tingshu Wang (REUTERS) | Vídeo: REUTERS

Estampa Paula Badosa —con la zurda, que la derecha la reserva para la raqueta— su inmensa felicidad en la cámara: “A la tercera va la vencida”. Y así es, porque Melbourne acoge este martes la demolición del muro que le impedía llegar más lejos en un gran torneo, imposible en los intentos previos de París (2021) y Nueva York (2024); aquellos días sin premio, nervios y más nervios dentro de ella, descontrol, esa zozobra que agita y corroe como las termitas. Sin embargo, esta Badosa de los últimos tiempos va ganando poso sobre la pista y sorprendiéndose a sí misma, porque se mira al espejo y ve a otra jugadora; una tenista que crece ladrillo a ladrillo, sin la necesidad de caer en la grandilocuencia; la vía del día a día suele ser la idónea. Y así de bien rinde a la estadounidense Coco Gauff, la tres del mundo, a remolque de principio a fin: 7-5 y 6-4 (en 1h 44m).

“Creo que soy mejor jugadora, más madura, manejo mejor las emociones; no siempre, pero lo intento. Esto es un sueño hecho realidad”, afirma nada más conocerse el desenlace, feliz y plena, pero al mismo tiempo contenida. Ahí están la evolución y las buenas noticias, esa muralla que cae y ese sobreponerse a sí misma de hoy, pero el trabajo, matiza, no está ni mucho menos acabado. Por delante hay un reto mayor, quizá Sabalenka o quizá Pavlyuchenkova, el jueves, y la misión de Melbourne continúa. Inconformista por naturaleza, ella se prohíbe bajar el pistón, ahora que está a un par de peldaños de aquello a lo que tantas vueltas le ha dado y que tanto desea. “Estoy de acuerdo, Paula ha nacido para hacer grandes cosas”, dice su preparador, Pol Toledo, que observa desde el banquillo a pie de pista y disfruta porque su jugadora dicta, resiste cuando debe hacerlo y vuela.

Esa última derecha cruzada convierte a Badosa en la quinta semifinalista española en un gran escenario, después de que abriera paso Lilí Álvarez y se subieran al carro a finales del siglo XX las Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez y luego Garbiñe Muguruza, todas ellas fabulosas. ¿Y qué le dice esto a ella, a la que siempre le ha quitado el sueño el hacer algo grande algún día en su deporte? Que sí, que se puede, que además de esa buena planta y de esos tiros estupendos tiene la capacidad de resistir a una persistente competidora como Gauff, quien le había remontado las dos últimas ocasiones, Roma y Pekín, el curso pasado. Empieza este de maravilla para la catalana, situada otra vez entre las diez más fuertes del circuito y a las puertas de una cita mayor aquí, ante un mayor desnivel. En estas cotas, la historia va tanto de tenis como de cabeza. Va aprendiéndolo.

Gauff, durante el partido.LUKAS COCH (EFE)

“Hace un año estaba aquí y no sabía si mi espalda iba a retirarme”, recuerda, pensando en esos días dolorosos de cortisona, médicos y muy malos ratos con la columna y la dichosa vértebra L4. Y agrega: “Hoy quería sacar mi mejor tenis y creo que lo hice”. Vaya que sí. Señora demostración de costa a costa; al principio por eso de aguantar al laberíntico guion del primer parcial, fuerzas muy parejas pero ella llevando todo el rato la iniciativa, desquiciando poco a poco a Gauff, de 20 años; y después por eso otro de mantener firme el escudo y aguantar el tipo cuando la estadounidense, liberada por fin porque se ve ya perdida, ha intentado recuperar el terreno perdido. Un puntazo en la red y una violentísima derecha que barre los pies de la norteamericana sentencian la apertura, y ese decirle a la adversaria en cada punto que no van a poder sacarla de la pista ni los GEO hace el resto.

La mayoría de los intercambios largos caen de su lado. Todo un mensaje. Aquí estoy yo, Coco. Y el drive de Gauff chirría cada vez más, así que la batalla mental va definitivamente consumiendo a la de Florida. La campeona del US Open de 2023, proyecto de estrella todavía en construcción, lógicamente, acaba rindiéndose ante la torrentera de tenis que se le ha echado encima. Badosa, 27 años, abraza la victoria y con ella espanta unos cuantos demonios que le marcaban el límite. Pero Paula cree, nada ha hecho que desaparezca el pensamiento. Quiere mirar de tú a tú a las de arriba. “Estoy compitiendo contra las mejores del mundo y voy a jugar unas semifinales. No pensaba que un año después estaría aquí”, señala antes de firmar un buen puñado de pelotas y abandonar la elegante central de Melbourne, por donde nunca había desfilado en la competición. En las antípodas, la mejor Badosa que se ha visto hasta el momento. “Sin duda”.

“SIEMPRE QUIERO MÁS, NADA ES SUFICIENTE; POR ESO ESTOY AQUÍ”

A. C. | Melbourne

¿Qué se la pasaba por la cabeza a Badosa cuando ha clavado ese último pelotazo y se ha echado sobre el cemento?

“Se me han pasado muchas cosas”, dice, “pero sobre todo tenía en la cabeza el último partido que jugué contra ella; iba set y break arriba y hoy ha sido igual; ese día no fui a por el partido, especulé demasiado, así que hoy he ido a por ello porque una jugadora de su magnitud no te va a dar nada; o lo buscas tú o no vas a poder cerrarlo”.

¿Y qué hubiera pensado si le dicen hace un año que hoy estaría donde está? “Que era una locura. Era un momento muy difícil [por su lesión de espalda] y, obviamente, dejas de creer un poco. Pero, como suelo decir, siempre tengo un pequeño porcentaje en mi cabeza, dentro de mí, que cree. Porque, si de verdad hubiese dejado de creer, hubiese colgado la raqueta y nunca lo acabo haciendo”, prosigue.

“Lo paso muy mal y sufro mucho, pero siempre lo intento una vez más porque siempre he creído mucho en mí, he tenido fe en mí misma”, desliza, a la vez que remarca que no dejará de pelear hasta que cumpla su sueño: “Nunca me he escondido, ganar un Grand Slam”. “Siempre quiero más, forma parte de mi esencia, siempre he sido así y por eso he llegado donde estoy, porque nunca nada me ha parecido suficiente”.

Cuenta que se llevó “un palo muy grande” cuando perdió contra Emma Navarro en los cuartos del último US Open y que el éxito de hoy responde al trabajo de “visualización y meditación” que hace a diario. Muchas horas de psicólogo. Se queda con la Badosa de hoy, “con diferencia”, más que con la que alcanzó el número dos y triunfó en Indian Wells, y apunta que ahora valora e intentar disfrutarlo todo “mucho más”.

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