Alcaraz, desorientado en su derrota más severa en un grande, se despide del US Open

El español sufre un colapso mental en Nueva York y cede ante el afinado Van de Zandschulp en la segunda ronda: 6-1, 7-5 y 6-4, tras 2h 19m

Alcaraz se lamenta durante el partido contra Van de Zanndschulp en la Arthur Ashe.Foto: Luke Hales (GETTY) | Vídeo: EPV

Asiste la Arthur Ashe a un extravío en toda regla, sorpresón nocturno en la central. Salta por los aires toda lógica, porque pocos, quizá solo los más osados, podían imaginarse que Botic van de Zandschulp, un tenista que en los dos cruces previos con Carlos Alcaraz no había logrado arañarle ningún set al murciano y cuyo límite en un grande eran los cuartos firmados hace tres años en el torneo que hoy ocupa, podía tumbarle a estas alturas en Nueva York, ojiplático el aficionado. ¿Es ese Alcaraz o un sucedáneo? Ni rastro de la sonrisa, sin huella alguna del disfrute. Es un campeón deambulante y desconcertado. Contra todo pronóstico fulminado: 6-1, 7-5 y 6-4, en 2h 19m. Lo celebra con elegancia y saber estar el neerlandés, de 28 años y 74º del mundo. “Desde el primer punto creí que tenía una oportunidad”, dice. Y admite el derrotado, herido tras su derrota más severa en un Grand Slam: “En esta gira he dado pasos hacia atrás de cabeza, y no entiendo por qué. Tengo que ver qué me pasa”.

Es la historia de un colapso.

Después de entrar al trapo, astuto Van de Zandschulp porque el de enfrente es un mar de dudas y ha perdido la brújula, Alcaraz se lleva el dedo a la sien, clava la mirada en su banquillo y niega varias veces: ‘no estoy, no estoy, definitivamente no estoy’. Y efectivamente, está pero no está el murciano, presente de físico pero no de mente. Mayúscula la atrapada. ¿Dónde se fue? Se ha metido en un señor laberinto y lejos de encontrar la llave, sigue intentando descifrar en vano el misterio de una noche que está llevándoselo por delante sin piedad, a mordiscos, engulléndolo. Acostumbrado a navegar viento a favor, ya ha perdido también el segundo set y el enredo de la pista se ha incrustado también en su cabeza, sin solución táctica ni tampoco la tradicional finura en la mano. No ve, no carbura, no siente la bola. No le sale nada.

Ataca innecesariamente una pelota que se iba al pasillo, se pasa de frenada, se precipita, tira la dejada alta y elige mal. Es, sin lugar a dudas, la velada más dura de su corta carrera, entrecruzada además con la impecable apuesta de su rival, lineal y decidido desde el inicio hasta el final, todo buen hacer y todo buenas formas. Esta vez es él el que tira perfectos los globos, el que pega meteóricamente plano, el que devuelve con maestría a bote pronto y el que hace diminuta la pista mientras el público, perplejo, guarda por instantes un silencio inimaginable por estos lares, hogar del ruido en el tenis: sí, alerta, Carlitos está grogui, mentalmente ha colapsado. No encuentra hueco Alcaraz, obcecado y negativo, sumergido en una riada emocional de aguas revueltas que comienza rápido y no tiene remedio. Señor petardazo en Nueva York.

Si el deporte y el tenis son un estado de ánimo, la derrota olímpica contra Novak Djokovic parece haber tenido un efecto bastante más profundo de lo esperado. Al episodio de París le sucedió la cuádruple sacudida contra el asfalto en Cincinnati y ahora este tropezón en Flushing Meadows, el mismo lugar que le vio tocar el cielo cuando tenía 19 años —triunfador y proclamado entonces número uno más joven de la historia— y que ahora le sacude con violencia. Todo puede pasar en un grande siempre enrevesado e imprevisible, históricamente traicionero, al que los tenistas llegan condicionados por el tremendo esfuerzo efectuado a lo largo del curso y con los depósitos ya justos. Tal vez un mal día, tal vez la herencia de una primavera y un verano a todo trapo. Demasiada adrenalina, demasiadas emociones, excesiva intensidad quizá.

Alcaraz devuelve la pelota a Van de Zandschulp.Matt Rourke (Associated Press/LaPresse)
El tenista neerlandés Botic van De Zandschulp saca durante el partido con Carlos Alcaraz.Luke Hales (Getty Images)
Carlos Alcarz llega la pelota lanzada por Botic van De Zandschulp.Luke Hales (Getty Images)
Van de Zandschulp celebra un tanto.Matt Rourke (Associated Press/LaPresse)
Momento de uno de los saques de Carlos Alcaraz.Matt Rourke (AP/ LaPresse)
Alcaraz, tras perder un tanto.Matt Rourke (AP/ LaPresse)
Botic van de Zandschulp, de Países Bajos, devuelve la bola a Carlos Alcaraz.Matt Rourke (Associated Press/LaPresse)
Carlos Alcaraz (a la izquierda) felicita a Botic van de Zandschulp tras el partido.Jean Catuffe (Getty Images)
Carlos Alcaraz se despide de los aficionados de la Arthur Ashe de Nueva York.Jean Catuffe (Getty Images)

En cualquier caso, nada hacía presagiar el castañazo, pese a que el estreno del martes contra el desconocido Li Tu ofreciera alguna que otra pista. El talento exige de la compañía de la fe, y a él hoy le falta fuelle, pierde el espacio, se desorganiza y guerrea desorientado, sin convicción en realidad. No hay llama. El cabreo va creciendo, la frustración se multiplica por mil y maldice en soliloquio, sencillamente no se encuentra. Van de Zandschulp sigue erre que erre y el repaso dice que no consiguió levantar los siete precedentes con dos mangas en contra. Parece crudo. Desde el box, los suyos le intentan reanimar.

Van De Zandschlup, en un instante del partido.Geoff Burke (USA TODAY Sports via Reuters Con)

“¡Venga, va! ¡Calmado y positivo todo el rato!”, le pide su preparador, Juan Carlos Ferrero, al que se le va torciendo el gesto conforme transcurre la acción y las roturas van decantando el desenlace. No hay vuelta de hoja. Se ha desviado el murciano, muy seriote desde el principio y, por si fuera poco, el de enfrente está tocado por la varita. Se suceden los errores (27), golpeos sucios, se descompone el servicio. Se da con la raqueta en la cabeza y niega una y otra vez, sin encontrar aire alguno excepto cuando tira un pasante con la derecha al inicio del segundo parcial. Mira a la grada e intenta nutrirse, pero es un mero espejismo. Devuelve el break en el segundo y también tercero, otra ilusión. No cree, nada cambia. Guion plano. Se emborrona del todo el duelo y se despide pidiendo perdón con las manos.

No, esta vez Alcaraz no estaba.

SE ALEJA EL NÚMERO UNO

A. C. | Nueva York

A su llegada a Norteamérica, el tenista señaló que uno de sus grandes alicientes de aquí a final de temporada era acabar el curso en lo más alto. Ahora, sin embargo, esta posibilidad se aleja por el importante impacto de esta derrota en el ranking.

El año pasado, el murciano alcanzó las semifinales del torneo, cediendo entonces contra el ruso Daniil Medvedev, por lo que perderá 670 puntos y se expone a perder su sitio en el podio del listado, en función de lo que suceda de aquí en adelante.

Le supera el alemán Alexander Zverev en la clasificación virtual, y también podrían hacerlo Djokovic y Medvedev. El italiano Jannik Sinner figura en lo más alto y los cuatro siguen en liza, mientras él sopesa y decide qué hacer próximamente.

Por delante, sujeta siempre la ruta a su elección, la fase de grupos de la Copa Davis (del 10 al 15 de septiembre en Valencia), la Laver Cup (del 20 al 22) y posteriormente la recta final, con la gira asiática y la Copa de Maestros en el horizonte; podría participar en Pekín, en los Masters de Shanghái y París-Bercy, y en la cita maestra de Turín.

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