Las noches locas del US Open, o donde todo puede suceder

Djokovic y Gauff defienden el título en el grande más abierto, sin dominadores que hayan logrado revalidar el éxito desde Federer (2008) y Serena Williams (2014)

Carlos Alcaraz, el sábado durante una exhibición en Flushing Meadows.Jamie Squire (Getty Images)

Nueva York, ya se sabe, es una ciudad de ciudades donde desde hace tres años existe un denominador común, se vaya por donde se vaya: el olor a marihuana. Suena el jazz del Village Vanguard de la misma forma que pega fuerte el trap, y de todo se oye por los altavoces de la inmensa Arthur Ashe, escenario, como la propia urbe, de lo ciertamente imprevisible. Todo puede ocurrir en la noche de Manhattan, como también en la de Queens, cruzando el río hacia el este; una nocturnidad inigualable, según define Novak Djokovic, el hombre que en los próximos días intentará la enésima hazaña, porque se debe...

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Nueva York, ya se sabe, es una ciudad de ciudades donde desde hace tres años existe un denominador común, se vaya por donde se vaya: el olor a marihuana. Suena el jazz del Village Vanguard de la misma forma que pega fuerte el trap, y de todo se oye por los altavoces de la inmensa Arthur Ashe, escenario, como la propia urbe, de lo ciertamente imprevisible. Todo puede ocurrir en la noche de Manhattan, como también en la de Queens, cruzando el río hacia el este; una nocturnidad inigualable, según define Novak Djokovic, el hombre que en los próximos días intentará la enésima hazaña, porque se debe retroceder hasta 2008, entonces el genial Roger Federer, para dar con el último tenista que logró revalidar el título en el torneo más abierto de la temporada. Al desafío se suma la joven Coco Gauff, última campeona y que en el caso de vencer otra vez, reeditaría la defensa ejercida por su compatriota Serena Williams hace ya una década, de 2013 a 2014.

De capa caída en las últimas fechas, la estadounidense, 20 años, se nutre de nuevo a partir de la crítica: “Todavía uso a los que dudan de mí como motivación”. Y enfrente, un paisaje altamente impredecible, porque ni siquiera la férrea regularidad de la polaca Iga Swiatek parece una garantía en un torneo del que podía haberse apropiado Naomi Osaka, hoy día lejísimos de aquella jugadora que triunfó dos veces en Flushing Meadows (2018 y 2020) y que, de no haber recibido una invitación, no hubiera figurado en el cartel de este año. “A mí siempre me ha resultado difícil lidiar con la presión”, transmite la japonesa. Y lo corrobora el historial. Desde el trienio imperial de Serena, 2012 a 2014, alternativas y ganadoras de todos los perfiles, algunas de ellas seguramente impensables; de Penetta a Stephens, pasando por Andreescu o la británica Emma Raducanu, que apuntaba a estrella y en realidad ha ido estrellándose.

“A veces, me siento muy vieja con 21 años”, dice la inglesa, mientras le llueven palos en su país porque, pecado allá, se refiere al recién retirado Andy Murray como un asunto del pasado. Reino Unido y sus mitos, asunto intocable. Se refería la joven a que en el tenis todo pasa muy rápido y a que este deporte es implacable, te llames como te llames. Hace 12 años triunfó el escocés en Nueva York, y desde entonces el torneo ofreció una trampilla a los aspirantes que se les ha ido negando en Melbourne, París o Londres. Ahí han estado Rafael Nadal y Djokovic, por supuesto, pero la fatiga y las lesiones dejaron algunos cabos sueltos y el palmarés inscribió los nombres de Marin Cilic, Stanislas Wawrinka, Dominic Thiem o Daniil Medvedev; antes, 2009, el de Juan Martín del Potro, y en 2022 también el de Carlos Alcaraz, que adora el tablado neoyorquino y encaja como un guante en el marco: juega él, show y desenfreno asegurados.

“Intento ser agresivo en todo momento”, dice el murciano, que debutará el martes (ante Li Tu) y llega a la cita con tan solo un partido preparatorio en las piernas, el de Cincinnati. Igual de optimista que siempre. “No me afecta. Miro atrás y veo lo que sucedió en Roland Garros, después de no haber podido jugar mucho en tierra, y luego en Wimbledon”, recuerda. Entretanto, la historia dice que tras haber ganado este curso los grandes de arena y hierba, puede unirse a los seis ilustres que consiguieron alzar tres majors en una misma temporada: Rod Laver (pleno en 1969), Jimmy Connors (1974), Mats Wilander (1988), Federer (2004, 2006 y 2007), Nadal (2010) y el veterano Nole (2011, 2015, 2021 y 2023). Sigue el serbio al pie del cañón, dosificándose estos días en el plano físico porque a estas alturas del calendario los músculos y las articulaciones piden una tregua a gritos. Contemporiza, a la espera de poder dar otro zarpado y hacerse con el ansiado 25. De lograrlo, se desmarcaría definitivamente de la australiana Margaret Court.

Gauff firma autógrafos a los aficionados en la central de Nueva York.Mike Lawrence/USTA (Mike Lawrence/USTA)

“Después de lograr el oro en París, me preguntaban: ‘ahora que lo has ganado todo, ¿qué más puedes hacer? Todavía siento el impulso, aún tengo el espíritu competitivo. Sigo queriendo hacer historia y disfrutar en el circuito. Espero inspirar a muchos jóvenes a ver tenis, a jugarlo. Ésas son algunas de las razones por las que sigo adelante”, razona el de Belgrado, citado la próxima madrugada (3.00, Movistar+) con el moldavo Radu Albot (138º del mundo). “Los Grand Slams son los pilares de nuestro deporte, los eventos más importantes, así que si no te inspiras jugando aquí, es difícil que lo hagas en cualquier otro sitio”, prosigue, remarcando a la vez la excepcionalidad de la Arthur Ashe, donde los jugadores pelotean entre nachos, cervezas, perritos calientes, los besos de la kiss cam, el sonido de los trenes, un ruido constante en los graderíos y famoseo en los palcos VIP que envuelven la acción. Un formato enteramente Made in USA.

“El US Open es el torneo que tiene la pista de tenis más grande del mundo [23.771 espectadores] y las sesiones nocturnas son muy conocidas, las más conocidas de nuestro deporte. El lunes juego mi primer partido por la noche, así que no puedo esperar a estar bajo las luces. El ruido y la energía de esta pista son diferentes a cualquier otra cosa. Lo espero con impaciencia”, anticipa el balcánico, quien pese a haber levantado cuatro veces el trofeo, conoce bien los innumerables cepos que plantea el último grande de la temporada. Seis finales ha perdido, las de 2007 (contra Federer), 2010 (Nadal), 2012 (Murray), 2013 (Nadal), 2016 (Wawrinka) y 2021 (Medvedev). Sabe bien Djokovic que en Nueva York suelen transcurrir las cosas de un modo diferente, y que entre la humedad, la fiesta y la verticalidad aplastante del estadio, las últimas ediciones han deparado giros impensables.

OCHO ESPAÑOLES EN LA APERTURA

En la jornada inicial, los aficionados podrán disfrutar del tenis de Djokovic y deberán esperar al martes para comprobar el estado de Alcaraz, así como para averiguar cómo reaccionará Jannik Sinner tras el revuelo generado al conocerse su doble positivo en Indian Wells.

En clave española, Paula Badosa comanda la extensa nómina de debutantes españoles. La catalana, en franca progresión, se medirá hacia las 20.00 con Viktoria Golubic (73ª) y también desfilarán Davidovich (Hijikata), Carreño (Cazaux), Ramos (Berrettini), Bautista (Nardi), Carballés (Choinski) y Pedro Martínez (Kasnikowski).

Otro de los alicientes será la intervención de Marina Bassols, que disputará su primer partido en un Grand Slam; duro desafío el suyo: la checa Barbora Krejcikova.

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