Tenis, China y el parón, un antes y un después
El torneo asiático reaparece en el calendario tras la cancelación de los tres últimos años por la pandemia y en medio de una profunda renovación de los circuitos
Tenía Carlos Alcaraz ganas de descubrir China, territorio todavía inexplorado por el murciano y que estos días se ha entregado por completo a él, el último grito. “La verdad es que está siendo asombroso todo lo que estoy viviendo en mi primera vez aquí. Los entrenamientos están llenos, la energía que se respira, el cariño que percibo cuando salto a la pista y me aplauden… Es una locura”, describe el español después de apear a Lorenzo Musetti por un doble 6-2 (en 1h 20m) y...
Tenía Carlos Alcaraz ganas de descubrir China, territorio todavía inexplorado por el murciano y que estos días se ha entregado por completo a él, el último grito. “La verdad es que está siendo asombroso todo lo que estoy viviendo en mi primera vez aquí. Los entrenamientos están llenos, la energía que se respira, el cariño que percibo cuando salto a la pista y me aplauden… Es una locura”, describe el español después de apear a Lorenzo Musetti por un doble 6-2 (en 1h 20m) y ganarse así una plaza en los cuartos de final que disputará hoy (no antes de las 13.00, Movistar) contra el noruego Casper Ruud. Son días de ruido y agasajo para él, ahora figura y hace no demasiado un chavalín de 16 años que aún se forjaba en los challengers y los torneos de bajo perfil. Basta con retroceder a 2019, la última vez que se celebró la cita asiática.
Entonces, Alcaraz todavía no había roto el cascarón y, por supuesto, aún no había desfilado por ningún escenario de primer nivel. Esa temporada consiguió su único premio en el ITF organizado en Denia (Alicante), aunque su nombre ya sonaba con fuerza y había compartido peloteos con Roger Federer sobre la alfombra de Wimbledon. Algo grande estaba por venir. Lo suyo se postergó, porque en marzo un virus procedente de China se expandió por todo el mundo y el destape del tenista en la élite tendría que retrasarse un curso más. Entretanto, las autoridades del país impusieron las ya conocidas restricciones y las tres últimas ediciones del torneo pequinés se tuvieron que cancelar. El intervalo supuso un antes y un después.
Hoy día, el austriaco Dominic Thiem, último campeón, es un competidor espectral que lucha a duras penas por subir al vagón intermedio del circuito y la japonesa Naomi Osaka, última vencedora, no pisa una pista desde hace más de un año después de haber dado a luz a una niña y de haber sufrido no pocos vaivenes durante el recorrido que precedió a la maternidad. Por supuesto, no había señal alguna de la rusa Mirra Andreeva, convertida ya, a sus 16 años y 155 días, en la ganadora más joven de un partido en el torneo de Pekín. Tampoco había señales en las alturas de la polaca Iga Swiatek, sin ningún trofeo en el expediente, ni la kazaja Elena Rybakina, otra de las referencias de la actualidad, había logrado todavía una sola victoria en los Grand Slams.
Entonces gobernaba con puño de hierro la australiana Ashleigh Barty y en la ATP la jerarquía de Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer era prácticamente incontestable. Los tres gigantes comandaban el listado mundial y la generación intermedia solía chocar contra el muro una y otra vez. Hoy, el suizo ya observa la acción desde la barrera y el mallorquín, ausente desde enero, pelea por una última vez que ahora mismo es toda una incógnita. Tan solo resiste al paso del tiempo Novak Djokovic, una suerte de inmortal deportivo que en aquella época hacía la goma en la carrera por la historia y que de los 16 grandes que poseía en aquel momento ha pasado al esplendoroso récord de los 24. Casi todo era distinto. China, la simbólica geografía del giro.
¿Dónde está Peng Shuai?
Hoy, el presente es fundamentalmente de dos. Uno, balcánico, selecciona y descansa; el otro, Alcaraz, impone con su propuesta y marca el ritmo. De hecho, es el primer jugador que alcanza las 60 victorias esta temporada y registra casi un 90% de victorias. Avista ahora a Ruud, reducido en los tres precedentes. “Probablemente estará un poco cansado, pero quién sabe”, indica el español, refiriéndose a las casi tres horas invertidas por su rival ante Tomás Etcheverry. “Pero Casper es muy duro, así que tendré que volver a dar lo mejor de mí. Será difícil, pero al mismo tiempo divertido”, agrega el número dos, que ha reducido 90 puntos la renta de Djokovic en la clasificación (11.545-8.625) gracias a los dos triunfos logrados en los últimos días.
China expresa el cambio, salvo una excepción. El tenis ha vuelto al país, pero el paradero de Peng Shuai, la jugadora de 37 años que en noviembre de 2021 denunció haber sido víctima de abuso sexual por parte del entonces viceprimer ministro, Zhang Gaoli, sigue siendo un misterio. Más allá de las doble aparición que hizo en su momento –una videoconferencia con el presidente del COI, Thomas Bach, y una entrevista en L’Èquipe pactada con el gobierno chino–, no hay rastro público de ella, aunque el director del circuito femenino (WTA), el estadounidense Steve Simon, aseguró en mayo que saben dónde se encuentra la tenista y que está “a salvo”.
El circuito femenino renunció tras conocerse la denuncia a la millonada generada por jugar allí, un caladero de oro que desplegaba hasta nueve torneos bajo acuerdos más que sustanciosos, con una bolsa de premios de más de 30 millones. Sin embargo, la WTA ha vuelto a desembarcar en el lejano Oriente pese a las especulaciones y a las críticas.
Además de Pekín, el calendario incluye este otoño las citas de Zhengzhou, Guangzhou, Ningbo, Hong Kong y Nanchang. “Hemos recibido garantías de que las jugadoras y nuestro personal que opera en China estarán seguras y protegidas mientras estén en el país. Nos tomamos en serio este compromiso y responsabilizará a todas las partes”, esgrimen desde la WTA, mientras hay quienes deslizan que la maniobra de hace un par de años podía haberse efectuado de cara a la galería, aprovechando la repercusión de la pandemia.
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