El resurgido Zverev se levanta: “He vuelto”
El gigante alemán reta a Alcaraz en los cuartos de esta madrugada (3.00) tras recuperar el nivel perdido hace más de un año debido a una grave lesión
El 3 de junio de 2022, mientras competía de tú a tú contra Rafael Nadal en las semifinales de Roland Garros, una violenta torcedura de tobillo hizo que los ligamentos laterales de la articulación de Alexander Zverev saltaran por los aires. El alarido resonó por toda la Philippe Chatrier y tras medio año en la reserva y pasar por el quirófano, el alemán precisó la gravedad de la lesión y el peaje derivado de sus ansias por volver.
“Se decían que eran tres [los ligame...
El 3 de junio de 2022, mientras competía de tú a tú contra Rafael Nadal en las semifinales de Roland Garros, una violenta torcedura de tobillo hizo que los ligamentos laterales de la articulación de Alexander Zverev saltaran por los aires. El alarido resonó por toda la Philippe Chatrier y tras medio año en la reserva y pasar por el quirófano, el alemán precisó la gravedad de la lesión y el peaje derivado de sus ansias por volver.
“Se decían que eran tres [los ligamentos dañados], pero fueron siete. Al cabo de un par de meses todo iba bien, pero apareció un edema óseo que no se curó correctamente. Empecé la rehabilitación y el entrenamiento demasiado pronto, lo cual me hizo empeorar. Antes de la Copa Davis me dolía el tendón de Aquiles, pero en realidad no era eso, sino microfracturas en el hueso”, detallaba el gigantón, quien finalmente logró reaparecer a comienzos de este curso con el objetivo de recuperar el terreno perdido. En primera fila hasta ese percance, perdió la jerarquía en el ranking –del segundo puesto al vigesimoséptimo– y no eran pocas las voces que cuestionaban la posibilidad de que pudiera resituarse entre los más fuertes, dada la complejidad de su físico –mide 1,98 y sus tobillos son dos juncos estrechos– y el acelerón dado por los más jóvenes.
Sin embargo, el contratiempo tuvo un efecto redentor en un tenista de tanta calidad como acostumbrado a los devaneos, salpicado por las polémicas –doble acusación por violencia machista, infringir el confinamiento durante la pandemia o reventar una raqueta contra la silla del juez en Acapulco, entre otros episodios– y al que sus formidables facultades le han permitido compensar una dinámica profesional en ocasiones desidiosa. Las horas que pasó postrado en el diván le hicieron reflexionar. “Al final del día me di cuenta de cómo es la vida sin tenis porque antes, mientras estás viajando durante once meses al año y metido en un túnel, haciendo las mismas cosas una y otra vez, no pensaba en ello. No lo aprecias”, confesaba consciente de que las circunstancias le obligaban a una maniobra extra para volver a ser verdaderamente competitivo y no perderse entre la indiferente oscilación de la segunda línea.
El paso por el rincón de pensar hizo que Zverev –de 26 años y hoy 12º del mundo– aparcase la controversia y se concentrase en picar piedra. Bajo la disciplina de su padre y en perfil bajo, fue recuperando progresivamente el vuelo pese a la discreción de los resultados de la primera mitad del curso. Primeras, segundas y terceras rondas hasta que desembarcó en París, marco de su desgracia. A partir de ahí, el punto de inflexión. Allí firmó las semifinales, reforzó la fe y tras el exitoso paso por su tierra, Hamburgo, disparó su rendimiento en Cincinnati, la antesala de Nueva York. “Puedo decir que estoy de regreso, es uno de los mejores momentos de mi carrera”, comentaba después de imponerse al italiano Jannik Sinner en un cruce salvaje que se extendió durante casi cinco horas, que concluyó a la una y media de la madrugada y en el que denunció la “inaceptable” actitud de un aficionado (expulsado después) que profirió “la frase más famosa de Hitler”: Deutschland über alles (Alemania por encima de todo).
Fricciones con Ferrero
En otros tiempos, Zverev seguramente se hubiera descentrado. No esta vez. No olvida tampoco el espíritu sufridor que le transmitió David Ferrer, con el que se alió técnicamente durante un año (2020). “Estoy aquí para jugar, y eso es lo que estoy haciendo. Lo di absolutamente todo, peleé hasta el final. Ahora tengo que recuperarme bien, por supuesto, pero estaré listo”, decía cuando se le preguntaba sobre el choque de esta madrugada (hacia las 3.00, Movistar) con Carlos Alcaraz.
En Nueva York, todo el mundo preveía un cruce entre el murciano y su colega generacional, Sinner, llamados los dos a llevar las riendas del tenis en la próxima década. Sin embargo, Zverev ofreció una lección de pundonor en una velada en la que no hubiera sido extraño que hubiera bajado los brazos. “Estaba extremadamente cansado. Me hubiera gustado terminar un poco menos, eso seguro”, respondía con ironía en la zona mixta; “pero el año pasado, cuando no podía jugar, estos fueron exactamente los momentos que más eché de menos: competir hasta estas horas y ante un público abarrotado en el estadio Arthur Ashe. No hay nada mejor”.
El alemán, que en su día contrató a Juan Carlos Ferrero –el técnico de Alcaraz– en un vínculo que se zanjó tras solo ocho meses, por “las faltas de puntualidad y de respeto” del jugador, ha ganado títulos de casi todos los colores. De la Copa de Maestros (dos veces) a cinco Masters 1000, pasando por el oro olímpico. No ha probado, sin embargo, las mieles de un Grand Slam. Su expediente refleja cinco semifinales y la final perdida hace tres años precisamente en Flushing Meadows, cuando fue rendido por Dominic Thiem, consumido hoy día el austriaco por las lesiones. Apuntaba altísimo Zverev, pero su recorrido no ha terminado de responder a las enormes expectativas que generó cuando destacaba como adolescente.
Interferir en el dominio
Ahora se rebela. “Veo lógico que los medios busquen historias relacionadas con Alcaraz y Djokovic, las rivalidades gustan mucho. Sin embargo, creo que es una falta de respeto a los demás dar por hecho que están predestinados a jugar la final. Hay muchos tenistas que podemos evitarlo. Yo, ahora mismo, soy 12º del mundo y no creo que pueda ser la principal oposición, pero creo que el próximo año estaré en condiciones de luchar contra su dominio. Todavía estoy en el proceso de ir volviendo poco a poco a mi nivel”, expresaba estos días.
Él y el murciano compartieron una jornada de golf hace unas semanas, en Toronto, y hoy se cruzarán en la Arthur Ashe. Será el sexto enfrentamiento entre ambos, 3-2 favorable al alemán. Venció en Acapulco y Viena en 2021, y el siguiente curso en Roland Garros; por el contrario, cedió las dos veces que intercambiaron golpes en Madrid, tanto en la final del año pasado como en los octavos de este. El todavía número uno –lo recuperará Nole el día 11– apenas le dejó las migas en ese doble episodio en la Caja Mágica: siete juegos. No obstante, “el cara a cara con Sascha es muy estrecho. Está jugando a su nivel más alto de nuevo. Muy, muy bien”, advierte el de El Palmar.
Y no le falta razón. Zverev quiere reengancharse.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.