Lionel Scaloni, el entrenador de la Argentina del futuro
El seleccionador que podría llevar a la albiceleste a conseguir su tercer Mundial se caracteriza por su versatilidad de estilos y cuenta con la bendición de las multitudes como el técnico de las nuevas generaciones
En la milésima demostración del fútbol como un fenómeno vivo, impredecible, sin manual de instrucciones, el técnico más joven y de menor experiencia al frente de un equipo en Qatar 2022 —44 años, sin currículum cuando asumió en Argentina, en septiembre de 2018— se sentará este domingo en el banco de suplentes del estadio Lusail para la final del Mundial. Se trata de Lionel Scaloni, el entrenador que en estos días de delirio callejero en Buenos Aires y el res...
En la milésima demostración del fútbol como un fenómeno vivo, impredecible, sin manual de instrucciones, el técnico más joven y de menor experiencia al frente de un equipo en Qatar 2022 —44 años, sin currículum cuando asumió en Argentina, en septiembre de 2018— se sentará este domingo en el banco de suplentes del estadio Lusail para la final del Mundial. Se trata de Lionel Scaloni, el entrenador que en estos días de delirio callejero en Buenos Aires y el resto del país dio, además, un paso hacia el futuro: dejó atrás para siempre al enfrentamiento ideológico elevado a guerra santa que marcó con una cicatriz al fútbol argentino en los últimos 40 años, la pelea entre César Luis Menotti y Carlos Bilardo, los únicos dos campeones del mundo, uno en 1978 y otro en 1986, referentes de estilos antagónicos, uno lírico, otro pragmático, ambos enemigos ácidos.
En pocas horas, Scaloni podría sumárseles a ambos como el tercer técnico argentino en levantar una Copa del Mundo, pero más allá del resultado ante Francia y de una carrera que recién empieza, ya fue bendecido por las multitudes como el técnico de las nuevas generaciones, un entrenador moderno, con perfil propio, sin etiquetas ni rótulos, que en su versatilidad se alimenta de las diferentes doctrinas del fútbol argentino. Resume muchos estilos en uno: el protagonismo de Menotti, el pragmatismo de Bilardo y su experiencia con José Pekerman y Marcelo Bielsa, los técnicos que dirigieron al propio Scaloni y a sus colaboradores —Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala— en sus épocas de jugadores en la selección. “No puedo ponerme a la altura de gente que hizo historia en el mundo, no solo con Argentina. Ya dirigir una final es un privilegio”, respondió Scaloni después del 3-0 ante Croacia en la semifinal, cuando fue consultado por su llegada al olimpo junto a Menotti, Bilardo y también Alejandro Sabella, el técnico de la Argentina finalista en Brasil 2014.
El fútbol en Argentina es religión y filosofía pero Scaloni, que fabricó un lugar de confort y desafío para liberar a Lionel Messi de la obligación de ser el salvador —y así consiguió su versión más esplendente en la selección—, no se abraza a los dogmas de lo absoluto ni prioriza un esquema: su prioridad es cuidar el arco de Emiliano Martínez sin que eso implique que Argentina sea un equipo defensivo, a veces quiere la pelota y otras la cede, cambia la formación en función de los rivales y alternó varios diseños tácticos durante Qatar 2022.
“Más que decir que el Mundial lo ganan los equipos que defienden bien, digo que lo ganan los equipos inteligentes, cautos, que saben cuándo atacar y cuándo defender”, respondió Scaloni una semana antes del Mundial, eludiendo corsés concluyentes como “defensivos” u “ofensivos”. “Raramente gana un Mundial un equipo que avasalla, que está continuamente en campo contrario. Eso lo tenemos claro, lo hemos visto y nos tenemos que adaptar a eso. Estadísticamente es así. Le daremos una vuelta”, agregó, seguramente recordando que, en su Mundial como jugador, el de Alemania 2006 —sus ayudantes también jugaron en 2002 y 2010—, Argentina quedó en el camino con equipos más ofensivos que efectivos.
En un país donde el fútbol se debate las 24 horas, incluso en los triunfos, su faceta camaleónica habría sido fuente de polémica. Pero, para los argentinos que en la Copa América 2021 redescubrieron su amor por la selección tras 28 años sin títulos —y ya son mayoría los que nunca fueron testigos de los títulos de 1978 y 1986—, la adaptabilidad y el empirismo de Scaloni es decisión santa. A partir de la confianza de Messi armó un equipo en el que todos se inmolan por la causa sin que el técnico deje de tomar decisiones fuertes, como haber relegado a históricos del ciclo en pleno Mundial y darles esa titularidad a jóvenes como Julián Álvarez, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister.
Su utilitarismo, hasta no hace mucho, habría quedado en las antípodas de Menotti, pero fue justamente el actual director nacional de selecciones de la AFA quien le recomendó al presidente Claudio Tapia, a fines de 2018, que no le hiciera un contrato corto, hasta la Copa América de 2019, sino de tres años más, hasta el Mundial de Qatar.
“Scaloni fue creciendo, como todos los técnicos, a partir de los jugadores. La única forma para un entrenador es que te crean los futbolistas, y él y sus ayudantes hicieron un gran trabajo desde el silencio. Transmitieron una idea, y eso no es fácil. Scaloni hace cambios porque el equipo tiene una idea, incluso en sus diferentes maneras de encarar un partido. Siempre sabe a lo que juega”, dice Roberto Saporiti a sus 83 años, director técnico de larga trayectoria, ayudante de Menotti en el Mundial 78 y de íntima relación con el Flaco, pero también amigo de Bilardo, un atípico punto en común entre dos entrenadores antagónicos.
“Las conversaciones con el Flaco Menotti le hicieron muy bien. Y después todo el mérito es de él, Scaloni demostró una inmensa sabiduría. Veo una mezcla de Menotti y de Bilardo. De César, porque buscó los jugadores para que le desarrollaran su idea futbolística. Scaloni hizo un recambio generacional y sorprendió con el Dibu Martínez, (Cristian) Romero, (Nahuel) Molina, (Rodrigo) De Paul, y ahora Enzo (Fernández) y Julián (Álvarez). Y de Carlos le veo el pragmatismo, que busca el partido en forma inteligente y sin desequilibrarse, sin crear grandes espacios, algo que será fundamental contra Francia. Cuando pierde la pelota, Argentina retrocede. Y cuando la recupera, avanza con todas las libertades. Y después, claro, está el genio, Messi”, agrega Saporiti.
Justamente Messi, minutos después del 3-0 a Croacia, todavía en el campo de juego, se acercó a Scaloni y terminó de bendecirlo: “Es todo tuyo”, le dijo al oído al técnico idolatrado por las nuevas generaciones.
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