La España competente de Luis Enrique
Tras la revisión del partido con Alemania, el técnico y los internacionales españoles aparcan el resquemor de no haber cerrado la clasificación y se reconcilian con la imagen ofrecida ante una de las favoritas
Un control antidopaje por sorpresa de los servicios médicos de la FIFA alteró la concentración de España el día después del combate de altura que le exigió Alemania. Revisado el partido, el estado de ánimo de los internacionales españoles diluyó el resquemor existente al término del encuentro. La sensación de haber dejado escapar el cierre aritmético de la clasificación y poder echar de la competición a los alemanes dio paso entre el grueso del grupo a conclusiones más positivas. Pocas...
Un control antidopaje por sorpresa de los servicios médicos de la FIFA alteró la concentración de España el día después del combate de altura que le exigió Alemania. Revisado el partido, el estado de ánimo de los internacionales españoles diluyó el resquemor existente al término del encuentro. La sensación de haber dejado escapar el cierre aritmético de la clasificación y poder echar de la competición a los alemanes dio paso entre el grueso del grupo a conclusiones más positivas. Pocas veces en la era Luis Enrique las valoraciones post partido exteriores han estado por encima de las que se generan en el cuerpo técnico y entre los internacionales. La revisión del encuentro puso en valor entre el grupo el partido disputado ante la categoría y las virtudes de Alemania.
Por las características de la selección germana y su necesidad imperiosa de ganar, o por lo menos de no perder, el seleccionador español aguardaba el duelo contra los alemanes como una prueba muy real para medir si el equipo, pese a la juventud y la abundancia de novatos en un Mundial, podría sostener su ambiciosa y arriesgada propuesta. Gavi y Pedri no estuvieron tan brillantes como en el partido inaugural, pero le miraron a la cara a Goretzka y a Kimmich, que se convirtieron en sus sombras. Gavi fue el jugador español con más presiones directas sobre el contrario (9) y Pedri fue el jugador de campo de todo el partido que más kilómetros recorrió (12). Los datos de los dos benjamines delatan que España se fajó y compitió en un partido con todos los rasgos de uno de cruces contra una selección que le planteó dificultades en todos los aspectos del juego. Olmo, otro debutante mundialista, fue el mejor atacante español y una pesadilla para Kehrer.
Con la presión a todo campo como arma común, la principal batalla que anticipó Luis Enrique se iba a dar por la posesión de la pelota y fue superada. No renunciar a salir jugando desde atrás y no perder la compostura, pese a la intensa presión alta de los alemanes que provocó pases comprometidos de Unai Simón y de Laporte fue otra conclusión positiva del encuentro. España tuvo más el balón (65%) que Alemania (35%). En la otra reválida, la de tener la pelota en campo contrario, también fue superada por los internacionales españoles. Solo en los minutos finales, con el acoso alemán, España se vio más obligada de lo habitual a defender con la línea defensiva más cerca del área de Unai Simón que de la línea del centro del campo, donde normalmente se establece. Las primeras conclusiones de entrenador y jugadores sobre esa última fase del partido fueron que faltó calma para guardar el balón con circulaciones más largas, pero con la nueva visualización del encuentro la tendencia generalizada fue la de ensalzar que Alemania mejoró con los cambios y que, finalmente, al menos, se pudo sostener el empate que ha dejado franca la clasificación para la siguiente ronda. En la expedición se hace referencia al poderío individual de los alemanes y a la militancia de muchos de ellos en el temido Bayern de Múnich, que en los últimos años ha pasado por encima del Barcelona en la Liga de Campeones.
El partido también dejó la sensación de que Luis Enrique ha encontrado un espinazo central con un solo cambio con respecto al partido de Costa Rica, el de Carvajal por Azpilicueta. A diferencia de los partidos de la fase clasificación, en los que rotaba hasta cinco o seis jugadores, el preparador gijonés parece decidido a menear menos el once inicial. Lo puede hacer por necesidad ante Japón por la amarilla de Busquets o por rendimiento devolver a Azpilicueta al lateral derecho y meter a Morata por Ferran Torres o Asensio. Otro de los grandes testeos era si consolidaba la pareja de centrales Rodri-Laporte ante un rival que podía hacerle daño en las transiciones. El jugador del City estuvo sobrio en cruces vitales y muy seguro para sacar el balón. Solo Musiala, con el giro genial para asistir a Füllkrug le desarmó. Laporte creció con el partido, pero tuvo la mancha final de la mala entrega que propició la jugada del gol alemán.
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