25 años del triunfo de Alex Crivillé, el ‘noi’ que convirtió MotoGP en un sueño posible
El piloto catalán derribó la última barrera para el motociclismo español en 1999 al lograr el primer título en la categoría reina en Brasil
Hoy hace 25 años, el motociclismo español celebró a su primer campeón del mundo en la categoría reina. A Alex Crivillé Tapias (Seva, Barcelona; 54 años) se le vitoreó entonces y se le sigue vitoreando ahora, como en la vuelta de honor que realizó con su preciosa Honda de museo hace apenas unos meses en el GP de Aragón. “Antes de viajar a Motorland, le pedí a mi hija que me devolviera una medallita que llevaba durante las carreras y le había regalado ya retirado. Fue alucin...
Hoy hace 25 años, el motociclismo español celebró a su primer campeón del mundo en la categoría reina. A Alex Crivillé Tapias (Seva, Barcelona; 54 años) se le vitoreó entonces y se le sigue vitoreando ahora, como en la vuelta de honor que realizó con su preciosa Honda de museo hace apenas unos meses en el GP de Aragón. “Antes de viajar a Motorland, le pedí a mi hija que me devolviera una medallita que llevaba durante las carreras y le había regalado ya retirado. Fue alucinante subirme a la moto. Intuitivamente, salieron esos gestos encima la Honda, volvieron todas esas sensaciones únicas”, rememora en conversación con EL PAÍS. El pionero catalán ni siquiera tenía claro si su Honda NSR500 de dos tiempos iba a arrancar, pero le pidió a su buen amigo y mecánico Javier Ullate que le pegara un buen repaso.
Esa bella durmiente llevaba más de dos décadas parada en el pequeño santuario que ‘Crivi’ tiene en casa, pero tras desmontarla de arriba abajo y limpiarla, arrancó a la primera. Casi se les saltan las lágrimas. Más todavía después de esas dos vueltas cargadas de simbolismo en el trazado aragonés. Como en el desaparecido circuito de Jacarepaguá, situado a las afueras de Río de Janeiro y demolido para albergar los Juegos Olímpicos de 2016, cruzó la línea de meta haciendo un caballito, emulando la celebración de aquel título de 500cc en el GP de Brasil de 1999.
“Tengo muchos recuerdos, pero lo primero que me viene a la cabeza es mi padre. No pudo estar con nosotros, murió un año antes. Allí estaban todos, mi mujer, mis hermanos, parte de la familia y amigos. Era un título muy deseado, lo habíamos cocido a fuego lento y faltaba tan poco…”, rememora. Una fractura de muñeca un par de grandes premios antes del alirón complicó sobremanera la consecución del campeonato. “Corría lesionado, y cuando terminé el año tuvieron que operarme. El dolor estaba muy presente y sentía esa presión de no poder fallar, de no poder caer. Sabía que con un sexto me bastaba, y cruzar la meta fue una liberación”. Otra lesión, la del pentacampeón Mick Doohan en Jerez, primero su mentor y luego su gran enemigo, allanó también el recorrido ese año.
El noi de Seva, sin descentrarse tras conocer la noticia del posible retiro del australiano tras la tercera prueba del certamen, culminó el camino que iniciaron Ángel Nieto, Sito Pons y compañía en las cilindradas pequeñas. Todos ellos estuvieron presentes en una velada mitológica a estas alturas, con barbacoa, piscinazos e incluso un sofá precipitándose del undécimo piso del Hilton durante la celebración: “Allí estaban los mejores de cada casa, y piensa que por entonces hubo más de siete millones de espectadores siguiendo la carrera por la televisión en abierto”. El título no solo cambió la vida a Crivillé, sino a toda una generación de aficionados y deportistas.
“Ese éxito permitió que las siguientes generaciones de pilotos entraran con menos miedo, más confianza y mejores oportunidades, con herramientas para poder luchar por el título”, comenta Carlos Checa, presente en Brasil y rival del flamante campeón del mundo. “Sin duda cambió la dinámica. A partir de entonces, los estadounidenses y australianos pasaron a un segundo plano, con el dominio pasando a manos de los italianos y los españoles”. Jorge Lorenzo, que fue el siguiente campeón español, tardó más de una década en heredar el cetro. El mallorquín, que tenía 12 años y se pegó al televisor para seguir la cita, recuerda el impacto de aquel título: “Alex marcó el camino para los que vendríamos después, quién me iba a decir a mí que yo sería el siguiente”.
A partir de 2010, los pilotos españoles amasaron 10 de los 14 campeonatos disputados: los tres de Lorenzo, los seis de Marc Márquez y el último por ahora, en 2020, de la mano de Joan Mir. El quinto puede llegar este año, si Jorge Martín logra remachar la faena. “Hay que valorar mucho lo que está haciendo Jorge, se está ganando a pulso el título, y espero que pueda sumarse a la lista”, dice Crivillé. Al campeonato de 2024 le restan tres citas llegados al GP de Tailandia, donde el madrileño cuenta con un margen de 20 puntos al frente de la tabla, por delante del vigente campeón Pecco Bagnaia.
“Hubo una época en que parecía imposible estar, ni te digo conquistar el título. Teníamos a Pons, Nieto, Aspar, Garriga… España siempre fue un país de moto pequeña, pero se trabajó mucho. Alex, para mí uno de los pilotos más valientes, logró una posición privilegiada en Honda y supo aprovecharla, que no es nada fácil. Siempre fue una persona muy querida en el paddock, y todos nos alegramos mucho por él”, concluye Checa. “Es así, toda la vida me he sentido muy bien considerado y querido, también antes de conseguir el título”, agradece Crivillé, que tuvo que retirarse en 2002 por problemas de salud. Hoy, un 24 de octubre más, ya han pasado 25 años de aquel título que derribó la última barrera. Todavía le paran por la calle. Hay figuras que nunca se olvidan.