Pecco Bagnaia encabeza el festín de las Ducati en el GP de Italia

Mugello rugió con las Ducati, dominio incontestable en un GP de Italia dominado de principio a fin por un majestuoso Pecco Bagnaia. El campeón del mundo no dejó ni las migajas en casa y devoró a todos sus rivales para ampliar su ventaja al frente del Mundial de MotoGP. Nadie le tosió al italiano, que se cocinó a la parrilla entera a lo largo del fin de semana y lo celebró con una barbacoa delante de la grada reservada a su club de aficionados, que cada vez crece...

Mugello rugió con las Ducati, dominio incontestable en un GP de Italia dominado de principio a fin por un majestuoso Pecco Bagnaia. El campeón del mundo no dejó ni las migajas en casa y devoró a todos sus rivales para ampliar su ventaja al frente del Mundial de MotoGP. Nadie le tosió al italiano, que se cocinó a la parrilla entera a lo largo del fin de semana y lo celebró con una barbacoa delante de la grada reservada a su club de aficionados, que cada vez crece más. El perrito caliente se lo zampó a placer después de imprimir un ritmo demoledor que desenganchó bien pronto a Jorge Martín, meritorio segundo con la moto satélite de la fábrica de Bolonia, y al resto de perseguidores, todos ellos miembros del ejército de balas de la marca. El podio lo completó Johann Zarco, compañero del madrileño en el Pramac, con Luca Marini, el hermano de Rossi, cuarto.

Con su triunfo, el número uno iguala las 14 victorias de Andrea Dovizioso, recién nombrado leyenda del certamen, y los 23 podios de Loris Capirossi con Ducati. El turinés, además, firma su segundo pleno de puntos (37) en lo que va de curso logrando las victorias el sábado y el domingo, como ya hizo en el GP de Portugal para inaugurar la temporada. En su jardín de casa, donde las Desmosedici han capturado la victoria en cinco de las seis últimas ocasiones con su fórmula envidiada, solo Marc Márquez con sus juegos mentales fue capaz de incomodar brevemente al defensor de la corona durante la cronometrada del sábado.

En el gran premio, el ocho veces campeón del mundo se llevó otro chasco y otro cero, el tercero en seis carreras después de acumular tres ausencias por lesión. Todavía no ha puntuado los domingos y eso le sitúa en 18ª posición en la tabla, a 116 puntos del líder. El de Cervera, harto de la Honda, se abrió demasiado en la curva 15 y perdió a su bestia en la parte sucia de la trazada. Se la quedó mirando en la grava, levantando los brazos y pidiéndole por qué. Haciendo que no con la cabeza, golpeando con el puño la valla enrabietado, se fue directo al camión sin mediar palabra con su equipo. Allí le visitaron su gente de confianza en el garaje, el responsable del equipo, Alberto Puig, y su técnico, Santi Hernández, los primeros. Ya en frío, tras ver las imágenes, supo reconocer que el error fue también suyo.

Marc salió segundo y apretaba al máximo en esa séptima vuelta, siguiendo la estela de Marini, en ese momento tercer clasificado. Su montura era la única japonesa en medio de las balas italianas, que colocaron siete motos -seis Ducati y la Aprilia de Aleix Espargaró, sexto- entre los 10 primeros clasificados. La Yamaha de Franco Morbidelli, décimo, fue al final la primera montura no europea en cruzar la línea de meta, frustrando todavía más a un Fabio Quartararo que quedó undécimo por detrás de su vecino de taller, tan perdido como el de Cervera a estas alturas de la película.

Lo que fue un póker histórico de Ducati –primera vez que lo logran, 12 años después del último de otra fábrica (Honda en 2011)– podría haber sido repóker si Álex Márquez no se hubiera caído en la vuelta 15, cuando por fin había superado tras una larga persecución a Marini y rodaba en posición de podio. Esta vez no tuvo mala suerte el pequeño de la familia, que venía de ser embestido en tres carreras consecutivas y con muy buen humor se había colocado una pegatina de bebé a bordo para que sus rivales lo tuvieran en cuenta. Se le escapó en la segunda curva la Gresini y allí se perdió la posibilidad del hito para su marca, que ya colocó a cinco motos en las primeras posiciones el sábado.

Solo las primeras y últimas vueltas tuvieron algo de movimiento ante el dominio demoledor de los prototipos de Bolonia. El cara a cara entre Marini y Zarco, que se llevó el francés, fue quizás el momento más tenso y emocionante de la carrera, teñida de rojo en todo momento. Mugello, al fin y al cabo, es el banco de pruebas de Ducati, donde Michelle Pirro, el probador de la marca, se harta a estudiar cada detalle y afinar la máquina que todos desean: la más rápida, la más estable y la que mejor ha sabido captar el espíritu tecnológico que respira hoy el campeonato.

También es donde Bagnaia descubrió una lesión en el pie que le mantiene cojo fuera de la moto. Rodando con la Panigale de calle, se percató de unos dolores que no han evitado su dominio voraz. “Pecco tiene un punto más”, reconoce Martín, tercero en el campeonato con 107 puntos, a 24 de los 131 que tiene el líder. El madrileño es una de las pocas alternativas que se le intuye a la larga en este certamen. De seguir así la cosa, una vez más será imposible parar los pies a las Ducati, que tiene a cinco pilotos en las seis primeras posiciones de la tabla y acumula tres plenos en el podio en seis carreras.

Marc Márquez: “Con el mínimo error, la moto te traiciona”

Todavía no ha puntuado ningún domingo esta temporada. Tres ausencias y tres caídas dejan a Marc Márquez muy lejos de su único objetivo, el de ganar el campeonato del mundo. La Honda no da para más. Tras enfriar los ánimos y respirar hondo, el ocho veces campeón del mundo no puedo esconder su decepción. “Estamos en lo mismo de siempre. Con el mínimo error, la moto te traiciona y te caes”, apuntó desolado, con los ojos brillantes, a los micrófonos de DAZN. “Me ha enfadado más porque no he hecho la carrera. Mi objetivo era dar vueltas, coger ritmo”, añadió. El de Cervera enfocó sus críticas en la peligrosidad de la moto: “Mir se lesionó el viernes y Rins el sábado, yo tuve una caída fuerte y por suerte salí ileso. Todos los pilotos Honda debemos correr demasiados riesgos”. Esta semana, en su circuito fetiche en el GP de Alemania, podrá medir definitivamente hasta dónde puede llegar este año.

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