El Dream Team y el resto del mundo, dos galaxias que se tocan
Las apuradas victorias de las selecciones estadounidenses de baloncesto reflejan el acercamiento de los demás grandes equipos
El mensaje quedó claro. La realidad, también. “Quiero que demostremos hasta qué punto somos dominantes. Hablo de ganar los partidos por 40 o 50 puntos, eso es lo que quiero”. La bravuconada la soltó Kevin Durant, uno de los tres tenores de la selección estadounidense de baloncesto junto a Stephen Curry y LeBron James, antes de los Juegos de París. Y sí, el Dream Team se colgó el quinto oro olímpico consecutivo, y Durant se convi...
El mensaje quedó claro. La realidad, también. “Quiero que demostremos hasta qué punto somos dominantes. Hablo de ganar los partidos por 40 o 50 puntos, eso es lo que quiero”. La bravuconada la soltó Kevin Durant, uno de los tres tenores de la selección estadounidense de baloncesto junto a Stephen Curry y LeBron James, antes de los Juegos de París. Y sí, el Dream Team se colgó el quinto oro olímpico consecutivo, y Durant se convirtió en el único baloncestista hombre de la historia con cuatro, pero de ganar por 40 puntos, nada de nada.
Estados Unidos sigue viviendo en otro planeta. Pero los mundos se acercan. Las grandes selecciones europeas, Canadá y Australia llaman con fuerza a las puertas del olimpo. Las señales se multiplican como si fueran el aviso de un advenimiento, una nueva era. Al podio del último Mundial subieron Alemania, Serbia y Canadá, y Estados Unidos fue cuarta. Tres de las cuatro semifinalistas en los Juegos han sido europeas (Francia, Serbia y Alemania), aunque la victoria fuera para el equipo que entrena Steve Kerr. Incluso en la NBA ya no mandan los chicos de casa. En el quinteto ideal de la última temporada solo Jayson Tatum lucía la bandera estadounidense, rodeado de Shai Gilgeous-Alexander (Canadá), Luka Doncic (Eslovenia), Nikola Jokic (Serbia) y Giannis Antetokounmpo (Grecia).
“La NBA sabe que las distancias se han estrechado”, analiza Jorge Garbajosa, presidente de FIBA Europa, jugador de los Toronto Raptors entre 2006 y 2008 y plata olímpica en Pekín; “no es que en Estados Unidos se trabaje peor, es que en Europa, Australia y algunos países africanos se trabaja mucho mejor. Hablamos de Serbia, Francia, Alemania, Canadá, Grecia, Australia… Hay un grupo de selecciones que están cada vez más cerca del nivel de Estados Unidos, que a los Juegos fueron con todo y con LeBron, Curry y Durant sin guardarse nada”.
La fase de preparación ya anticipó curvas para el Dream Team a pesar de aquella inflamación dialéctica de Durant. Sudán del Sur les aventajó en 14 puntos en el descanso de su amistoso, y Alemania obligó a LeBron a arremangarse con 11 puntos en los últimos cuatro minutos.
“Este Dream Team es más fuerte que el de Barcelona 92″, había comentado el seleccionador serbio, Svetislav Pesic, comparando este grupo con el de Magic Johnson, Michael Jordan y Larry Bird… El mismo Pesic al frente de la Serbia de Jokic se encargó de desmentirse. La selección balcánica dominó la semifinal contra EE UU por 17 puntos, y entró en el último cuarto 13 arriba. Solo una actuación estelar de Curry (36 puntos) evitó la debacle. El Dream solo fue por delante 3m 25s en el partido y su trío de ases lo celebró a lo grande en la cancha del Arena Bercy.
De nuevo el base de los Warriors fue clave para terminar con la resistencia de Francia en la final con cuatro triples seguidos en 2m 12s en los instantes decisivos, el último un bingo con dos defensores encima y cayéndose hacia atrás. Ese encuentro por el oro dejó una de las imágenes de los Juegos: Yabusele volando por encima de LeBron para machacar el aro americano, como Rudy ante Dwight Howard en 2008. Las semifinales (95-91) y la final (98-87) fueron los únicos encuentros en que el Dream Team no llegó a los 100 puntos. Y en el último Steve Kerr no alistó ni un segundo a Derrick White y Tyrese Haliburton. Curry jugó 30 minutos; Durant, 31; LeBron, 32. Toda la carne en el asador.
Estados Unidos ya no puede ser aquel equipo que miraba por encima del hombro a los demás. Sobre todo porque en el resto de las selecciones brillan los jugadores con los que compiten en la liga estadounidense. Los Juegos de París batieron el récord de hombres de la NBA, 51, y cada una de las 12 selecciones contaba al menos con un representante. Una herencia de otro registro inédito: los 125 jugadores no estadounidenses presentes en la meca del baloncesto el curso pasado.
“El baloncesto cada vez es más global”, añade Amaya Valdemoro, olímpica en 2004 y 2008, cuatro veces mundialista y ganadora de tres anillos de la WNBA (1998, 99 y 2000); “hay más multirracialidad y los físicos se igualan. En Europa se trabaja más tácticamente y hay una mejor lectura del juego, una mejor comprensión para la toma de decisiones, la lectura de los espacios. En la NBA dominan Jokic y Doncic, dos tipos que se diferencian por su capacidad para leer el baloncesto. En entretenimiento nos ganan, pero la Euroliga es más baloncesto, más juego en equipo, más táctica. En las últimas finales olímpicas sufren contra los equipos europeos. En la femenina Francia igualó esa identidad física y salieron sin complejos”.
El octavo oro olímpico de las jugadoras estadounidenses costó sangre y sudor. Venció el Dream Team a Francia por un solo punto (66-67) para atar su 61ª victoria olímpica seguida, pero fue su anotación más baja en unos Juegos desde las semifinales de Pekín 2008 contra Rusia, y un tiro lejano de Gabby Williams estuvo a punto de mandar el choque a la prórroga. La jugadora francesa pisaba la línea de triple por unos centímetros cuando lanzó en el último segundo. Fue un buen reflejo de lo cerca que están los dos mundos.
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