París es un mundo en sordina
Las tensiones internacionales, desde Próximo Oriente hasta Ucrania, planean sobre los Juegos Olímpicos, pero no llegan a perturbarlos. Los ecos de los conflictos llegan apagados
Los ecos de los conflictos globales llegan en sordina a París. Un ejemplo es Rusia y su guerra en Ucrania. Se temían ciberataques rusos y grandes operaciones de injerencia o desestabilización. Nada, que se sepa, o muy poco. Otro ejemplo: Palestina e Israel.
Es Montmartre, hace unos días: los ciclistas escalan la colina durante la prueba de ruta, las calles estrechas ofrecen la perfecta postal parisina, las multitudes agitan banderas. También la de Israel. En esta Francia en la que se ha registrado un aumento de los actos ...
Los ecos de los conflictos globales llegan en sordina a París. Un ejemplo es Rusia y su guerra en Ucrania. Se temían ciberataques rusos y grandes operaciones de injerencia o desestabilización. Nada, que se sepa, o muy poco. Otro ejemplo: Palestina e Israel.
Es Montmartre, hace unos días: los ciclistas escalan la colina durante la prueba de ruta, las calles estrechas ofrecen la perfecta postal parisina, las multitudes agitan banderas. También la de Israel. En esta Francia en la que se ha registrado un aumento de los actos antisemitas, es una bandera más.
Es, el mismo fin de semana, Marsella: un israelí gana la medalla de oro en windsurf. Suena el himno nacional, la Hatikva. No hay abucheos ni incidentes.
Era el Parque de los Príncipes el 27 de julio, un día después de la inauguración de París 2024, y durante el partido de fútbol Israel-Paraguay se silbó el himno israelí, se desplegó en las gradas un cartel en el que se leía “olimpiadas del genocidio” y se observaron entre el público gestos antisemitas, según reveló Le Parisien. Hay una investigación abierta.
Es de nuevo París, este martes. En la embajada israelí, bajo extremas medidas de seguridad, se conmemora el aniversario del secuestro y asesinato, a manos de un comando palestino, de once miembros de la delegación israelí en Múnich 1972.
“Los Juegos de París tenían el deber de conmemorar este asesinato terrible”, dijo en la embajada la alcaldesa parisina, la socialista Anne Hidalgo. “París sabe lo que es el antisemitismo y antisionismo. París se inclina ante el dolor de las víctimas”.
Desde Múnich, Israel acude a las sucesivas citas con la sensación de que sus atletas tenía una diana en la cabeza. En París, esta sensación es mayor después del ataque de Hamás que el 7 de octubre dejó unos 1.200 muertos israelíes, y de la respuesta israelí en la que, según las autoridades palestinas, han muerto más de 39.000 palestinos.
A los atletas israelíes, se les aconseja hacerse discretos cuando pasean por la ciudad. Se mueven con una protección reforzada. Han denunciado amenazas. Y, sin embargo, los ecos de esta crisis llegan apagados estos días a esta ciudad entregada a la fiesta, y curiosamente teniendo en cuenta su historial revolucionario, bastante despolitizada.
No es solo Israel y Palestina lo que agita al mundo fuera de los límites del périphérique, la autopista de circunvalación que separa la capital del resto del universo. Está la escalada en Oriente Próximo. Los combates en Ucrania. Conflictos abiertos como el de Sudán (unos 15.000 muertos y más de 10 millones de desplazados desde abril de 2023) o la República de Congo (seis millones de muertos, según algunas estimaciones, desde que esta guerra interminable empezó en 1996). Los disturbios en Inglaterra y la revuelta en Bangladés. La campaña estadounidense y las elecciones truncadas en Venezuela. La pujanza de China, que intimida a sus vecinos y compite con Estados Unidos por dominar el medallero. Podría haberse pensado que al menos algunos de estos conflictos acabarían desbordándose por París como algún año el Sena, o que el espectáculo olímpico habría sido el escenario de reivindicaciones por parte de los atletas o de incidentes diplomáticos, por no hablar de los temidos atentados terroristas. Quedan cuatro días de Juegos Olímpicos, pero nada de eso ha ocurrido.
“Pese a que estos Juegos son muy geopolíticos por el contexto de la guerra en Ucrania y de Israel y Palestina, el deporte ha predominado”, resume Kévin Veyssière, autor del ensayo Geopolympics. “No ha habido gestos políticos en el podio por parte de los atletas, ni declaraciones políticas internacionales, excepto después de la ceremonia inaugural, que Donald Trump y Recep Tayyip Erdogan criticaron”.
El peatón se acerca al Quai d’Orsay, sede el ministerio francés de Exteriores. Unos Juegos son también una gigantesca operación diplomática.
“Como anfitriones, tenemos la responsabilidad de asegurarnos que los JJ OO se organicen de manera segura y somos responsables de la integridad de los atletas y los espectadores”, nos dice una fuente que pide anonimato. “Fuimos muy cuidadosos con las posibles manifestaciones antes y durante los Juegos. No se trata de prohibirlas, sino de asegurarnos de que no se hiciese daño, por ejemplo, a los que llevaban la antorcha durante el relevo”.
Si hubo un acto político de calado en estos JJ OO, fue el sabotaje de los ferrocarriles de alta velocidad el día de la inauguración. Se desconocen los responsables, pero el ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha señalado: “Es el modo tradicional de acción de la ultrazquierda... La cuestión es si fueron manipulados o si lo hicieron por su cuenta”.
¿Rusia? Junto a Bielorrusia, está vetada en París. Solo compiten un puñado de atletas de estos países, pero sin bandera, colores nacionales ni himno. Cuatro medallas, por ahora, y un oro.
¿E Israel? Seis medallas y un oro. Cuando, al inicio de los JJ OO, se le preguntó en petit comité a Hidalgo por las críticas por el supuesto doble rasero al vetar en la competición a Rusia y no a Israel —un argumento que en Francia ha esgrimido la izquierda radical—, respondió así: “No se trata de hacer un paralelismo entre Rusia, que invade un país, e Israel, que se defiende, aunque se puedan cuestionar, y el derecho internacional lo cuestiona, las condiciones del ejercicio de su respuesta... Yo acogeré a los atletas israelíes y palestinos y del equipo de refugiados con mucho respeto y atención”.
Así ha sido. No ha habido estas semanas tregua en el campo de batalla, pero París ha sido un paréntesis, una burbuja, casi un oasis. En la ciudad y el país anfitriones, esto se ve como un éxito de estos Juegos Olímpicos. Otro más.
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