David Martín, seleccionador de waterpolo, tras caer en cuartos de final: “Vamos a llorar todos juntos”

España, campeona de Europa y favorita para ganar el oro, queda eliminada ante Croacia por 10-8 tras un primer cuarto catastrófico presa de la ansiedad por estar en la final

Felipe Perrone amenaza a la defensa croata durante el partido de cuartos, este miércoles en París.Luca Bruno (AP / LaPresse)

“Vamos a llorar todos juntos”, dijo David Martín. Al seleccionador español y sus jugadores los acababa de saludar el Rey, de visita en el pabellón de La Défense para asistir a una velada que se cerró sin gloria ni consuelo. No fue una tragedia, pero sí hubo una muerte simbólica. Ritualizada en el show del tiempo que se agota cuando sonó la bocina del final del partido de cuartos del campeonato olímpico de waterpolo contra Croacia y el marcador señaló un 10-8. España, gran favorito, a la calle, o peor, a la Villa Olímpica a disputar el quinto puesto.

La mejor generación de waterpolistas de España desde aquella que conquistó el oro en los Juegos de Atlanta sucumbió a la presión del que afronta la última oportunidad. Obligada por la historia a conseguir un resultado porque no hay rivales más dotados y porque hay jugadores determinantes que ya no volverán a disputar unos Juegos. El primero, el capitán, Felipe Perrone, que a sus 38 años sentía la urgencia de alcanzar la cumbre después de una vida de lenta escalada. “Sobre mí recaía el peso de ganar una medalla, de que este era mi último partido”, dijo el jugador, ahogado por la emoción, “…y ahora tengo la sensación de que se acaba el mundo. Pero la vida sigue. Y es importante decirlo a la gente que nos mira: la vida sigue, en el deporte se pierde y el mundo no se acaba cuando has hecho un equipo y unos amigos con los que has conseguido cosas increíbles”.

Subcampeones de Europa en 2018, subcampeones del Mundial de 2019, subcampeones de Europa en 2020, campeones del mundo en 2022, bronce en el Mundial de 2023, campeones de Europa en 2024 y terceros en el Mundial que se celebró en febrero. España siempre se metía entre los cuatro primeros. En todas las citas. Crecía en torno a un grupo de jugadores que se hacían fuertes en su complicidad, en su solidaridad, en su sentido de la responsabilidad. Todas cualidades que engrandecen y al mismo tiempo saturan de presión. El éxito se presupone y se impone.

“Debimos jugar este partido como si fuera un partido cualquiera”, dijo Marc Larumbe, el líder de la defensa española, seguro de que el deber de ganar autoimpuesto rompió algo en la mente de sus compañeros cuando Croacia comenzó el primer cuarto metiéndoles dos goles. Y a pesar de que lanzaron seis ataques, uno tras otro, no lograron penetrar la muralla de brazos que se levantaron en torno al portero Marco Bijac. Siete bloqueos hizo la defensa croata en todo el partido contra tres españoles. Dieciocho veces remataron a Bijac y Bijac paró diez. Veneno para los nervios de los jugadores españoles, incapaces de controlar la ansiedad.

“No nos había pasado esto desde hacía mucho tiempo”, dijo Larumbe, “desde la final de Gwangjou contra Italia en el Mundial 2019, exactamente. Esto es más duro todavía porque ahora quedan dos partidos que nadie quiere jugar por el quinto puesto. Nos esperan cinco días interminables. Diría: ‘que juegue mi primo’. Son los primeros cuartos de final que pierdo en mi vida”.

España no logró salir del remolino que se abrió bajo los pies de sus nadadores en el primer cuarto. Lo provocó Maro Jokovic con un robo, dos bloqueos y dos golazos en una de esas actuaciones individuales tan inspiradas que elevan multitudes. Con el extremo zurdo inflamado en los primeros ocho minutos, la rabia de Croacia se alimentó de fe. Ni los cambios de sistema, ni el cambio de portero, ni las rotaciones, ni las variantes que gritaba David Martín dese el banquillo, alteraron el rumbo. A falta de tres minutos Miguel de Toro hizo el 9-8 y el partido se decidió en una defensa agónica alrededor de Edu Lorrio. El ataque croata fue convenientemente largo para ellos. Lo resolvió Konstantin Kharkov. El 10-8 resultó definitivo.

“Muy pocos fueron fieles a sí mismos”

“Hacía mucho tiempo que un equipo no era tan superior a nosotros”, dijo Larumbe. “Con el 2-0 hemos empezado a buscar faltas-chuts en ataque sin sentido, que no es nuestro juego individual. Nuestro juego es el de preparar el lanzamiento para el compañero. Estoy seguro de que hemos dado muy pocas asistencias. Muy pocos jugadores nuestros han sido fieles a sí mismos. En defensa estábamos muy inseguros. No teníamos un plan para ir por detrás en el marcador. Defendíamos más por corazón que por cabeza. Ellos han controlado el partido siempre. Lo hemos perdido en los dos primeros cuartos. Sin duda ha sido un tema mental nuestro. Hay que admitirlo”.

Croacia venía de perder contra España el partido más importante de su historia reciente, disputado en enero pasado ante su público, en Zagreb, en la final del Europeo que organizó con la intención de exhibir su poderío. Los altivos Fatovic, Loncar, Bukic, Vukicevic, Kharkov, Zuvela y Marinic arrastraron todo el dolor de la derrota hasta el Mundial de Doha de febrero, que ganaron. Fue su primera revancha. Cuando se volvieron a encontrar a España en París, este miércoles, Ivica Tucak, el entrenador, no precisó charla motivacional. Sus nadadores se tiraron al agua como leones marinos. A nadar, a pelear, a hundir, a hostigar sin piedad a sus rivales en cada acción, en cada contacto, sobre todo en defensa. Hay victorias que cuestan muy caras. Perrone, Larumbe, David Martín y los demás, lo comprendieron demasiado tarde en el agua revuelta de los Juegos.

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