El boxeador Ayoub Ghadfa, del acoso escolar al podio olímpico

El boxeo español se había pasado 24 años sin oler una medalla en el cónclave olímpico y ya tiene confirmadas dos en Francia. Ayoub Ghadfa, un marbellí de origen marroquí de 25 años, accedió este viernes por la noche a las semifinales de la categoría de +92 kilos y estará en el podio. El armenio Davit Chaloyan, subcampeón del mundo en 2021, fue fulminado en el North Paris Arena por una secuencia de ataques que no dejó dudas para los cinco jueces de la pelea. Por unanimidad, la victoria se la adjudicó este tiarrón de 1,98 de altura y 25 años, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, que se acercó a las disciplinas de combate porque en el colegio no dejaban de hacerle la vida imposible.

El premio para él es doble porque la antesala de la final se traslada a un escenario tan impactante como las instalaciones de Roland Garros. El próximo miércoles por la noche, se las verá allí con el local Djamili-Dini Aboudou Moindze. Le espera un ambiente feroz en contra, con La Marsellesa atronando, pero con la seguridad de que la chapa la tiene garantizada. “No tengo miedo a nadie. Solo a Dios. Vamos a salir ahí, a subirnos al ring, hacer nuestro trabajo y demostrar lo que hemos trabajado estos años. Seguimos adelante, no paramos aquí”, comentó nada más bajarse del cuadrilatero.

Su medalla se suma a la asegurada también este jueves por el púgil de origen cubano Enmanuel Reyes, alias El Profeta, de 31 años, que también alcanzó las semifinales en -92 kilos tras vencer al belga Victor Schelstraete. Su combate, ante el azerbayano Loren Berto Alfonso Domínguez, es este domingo 4 a las 13.08, aunque no en Roland Garros.

El físico imponente de Ayoub Ghadfa, vigente campeón de Europa, surgió del pasillo de llamadas secundado por su entrenador, el referente Rafa Lozano, el último medallista español hasta este doblete, un tipo que apenas pasa del 1,50 de altura y que guio desde el rincón a esta mole mulata que roza los dos metros. Su poderoso corpachón contrasta con la infancia de un niño gordito de ocho y nueve años que las pasaba canutas en el colegio por el acoso de sus compañeros. Su padre le recomendó apuntarse a kickboxing para defenderse y le hizo caso, aunque con los años lo dejó apartado por los estudios. Quería irse de Marbella a Madrid a hacer una carrera. Y lo hizo. Se matriculó, y graduó, en la Universidad Politécnica de INEF.

Rafa Lozano Jr. se queda en cuartos

Los Juegos de Río le despertaron la ilusión olímpica, pero no pensó en el boxeo. En su cabeza le tiraba más el atletismo y la gimnasia. Sin embargo, ganó el ring por su pasado en kickboxing. Era finales de 2016, el comienzo de su escalada. Ídolo del Mike Tyson, del que se ha visto todos los combates que ha podido, su éxito en París tal vez le anime a intentar dar el salto del boxeo amateur al profesional. Su triunfo se produce, además, en un peso en el que España ha solido tener dificultades para producir púgiles.

Rápido y de repertorio variado, este joven que vive en la residencia Joaquín Blume del CAR de Madrid avisó desde su primer combate, el pasado lunes ante el kazajo Kamshybek Kunkadayev, que aspiraba a pisar Roland Garros. En la velada de este viernes con Chaloyan, una herida sangrante en el lateral izquierdo de la cabeza obligó a detener el combate dos veces. Esa fue la única brecha que tuvo que atender. La unanimidad de los cinco jueces en declarar su victoria, ya desde el primer asalto, evidenció su dominio sobre el armenio.

Quien no superó la frontera de los cuartos este viernes fue Rafa Lozano Jr. (-51), de 19 años, derrotado por el dominicano Yunior Alcántara, cuarto cabeza de serie. Apodado Balín, su padre y preparador es Rafa Lozano, Balita, medallista en Atlanta 96 (bronce) y Sídney 2000 (plata), el técnico de la delegación española. El éxito olímpico de la saga familiar no llegó a más. El triunfador del día fue Ayoub Ghadfa.

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