Por qué la piscina de París frena a los nadadores y dificulta los récords en los Juegos Olímpicos

La profundidad del vaso, de 2,2 metros, contraviene el reglamento, que pide un mínimo de 2,5 e impide a los participantes aprovechar los vórtices subacuáticos

Léon Marchand, a la izquierda, y el japonés Daiya Seto, nadan bajo el agua durante la final de 400m estilos el pasado domingo.Marko Djurica (REUTERS)

Léon Marchand no volverá a tener 24 años, edad del apogeo de los nadadores de media distancia. Tampoco tendrá a su público entregado en un pabellón repleto de 17.000 fanáticos para inyectarle energía como sucede en estos días en La Défense. El cénit del héroe de Francia es ahora. Ahora es cuando él pretendía grabar sus marcas en piedra y batir el récord absoluto de 400 metros estilos. Pero hay un problema. Ahora no puede ser porque ...

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Léon Marchand no volverá a tener 24 años, edad del apogeo de los nadadores de media distancia. Tampoco tendrá a su público entregado en un pabellón repleto de 17.000 fanáticos para inyectarle energía como sucede en estos días en La Défense. El cénit del héroe de Francia es ahora. Ahora es cuando él pretendía grabar sus marcas en piedra y batir el récord absoluto de 400 metros estilos. Pero hay un problema. Ahora no puede ser porque la piscina que mandó construir la organización de los Juegos de París no es lo suficientemente profunda: 2,20 metros frente a los 2,50 que desde 2023 impone la federación internacional como mínimo. Dos palmos que suponen una inmensidad en un deporte que discrimina a los buenos de los fabulosos en centésimas de segundo. La física de fluidos conspira contra Marchand y contra los aproximadamente quince nadadores que se presentaron en este campeonato con marcas que bordean el récord mundial.

“Tienes que buscar profundidad para disminuir la resistencia que produce el oleaje en la superficie”, explica Raúl Arellano, biomecánico responsable del laboratorio de la Universidad de Granada, uno de los centros que más ha estudiado el fenómeno que permite la propulsión de los nadadores de élite. “Cuando hacen la fase del nado subacuático en la salida y los virajes, los nadadores generan vórtices con la ondulación de su cuerpo”, señala. “Estos vórtices son flujos rotacionales, parecidos a una ola, que empujan a los nadadores y producen su máxima energía cuando se hacen en zonas suficientemente amplias. Pero si te acercas demasiado al fondo o a la superficie, esos vórtices son menos eficientes. Los nadadores bajan más de metro y medio. Si la piscina es de 2,5 todavía te queda un metro por debajo. En París la distancia con el fondo se ha reducido.

Cuando un nadador quiere bajar de 4 minutos en 400 metros estilos, que es una marca épica, todos esos detalles afectan. Al tratarse de una distancia de 400 metros esto se amplifica porque los mejores pueden avanzar hasta 100 metros bajo el agua, 15 metros por cada 50. A Marchand le afectó de manera determinante porque es un nadador que utiliza de forma extraordinaria la fase subacuática”.

Al cabo de cuatro jornadas de finales, los resultados apuntan a una repentina caída en las velocidades. Un fenómeno que, salvando escasas excepciones, como el relevo femenino australiano, hace que las marcas matinales y vespertinas en la práctica totalidad de los concursos sean peores que en los Juegos de Tokio 2021 y los Mundiales de Fukuoka de 2023, o que nadadores como David Popovici, el primer hombre que fue capaz de nadar los 200 metros libre en 1m 42 segundos con bañador textil, ganara el oro este lunes con un tiempo de 1m 44,72s. Una marca que no le habría valido para imponerse en ningún campeonato olímpico desde Sídney 2000. Tan pobre como el tiempo de la final del 100 braza, saldada por los ocho participantes en el abanico de los 59s segundos, cuando en Tokio todos bajaron de 59s y Peaty se llevó el oro con 57s.

Un párking

Fuentes próximas a la organización señalan que la piscina no pudo profundizarse más por imposición de los ingenieros que supervisaron la obra. Debajo del suelo de La Défense existe un aparcamiento cuyo techo, explican, no podría soportar cualquier peso. Cada metro cúbico de agua equivale a una tonelada. Aumentar la profundidad de la cuenca hasta un mínimo de 2,5 metros suponía añadir casi 500 toneladas de agua.

Alarmados por las marcas retrógradas, los organizadores de París 2024 redactaron un comunicado ayer: “Acordamos las características de la piscina con la federación internacional, cuando su criterio exigía una profundidad mínima de dos metros y la piscina de La Défense fue construida con una profundidad de 2,20. La certificación del proyecto se produjo antes de enero de 2023, cuando la federación cambió su regulación y exigió piscinas de 2,50. Estas exigencias no tienen fuerza retrospectiva. Pero de momento se han batido cinco récords olímpicos y esperamos que se pulvericen más”.

París acoge unos Juegos encantadores. Pero en materia de velocidad acuática el nivel ha caído en picado. En Tokio se batieron 25 récords olímpicos y cinco récords mundiales; en Río, 15 olímpicos y ocho mundiales; y en Londres, 16 olímpicos y ocho mundiales. El fabricante que hizo la mayoría de estas piscinas es la empresa italiana Myrtha, la misma que montó la piscina de París con la misma tecnología que produjo vasos desmontables de acero inoxidable famosos por su profundidad, por los rebosaderos que absorben las olas, y por la cantidad de récords que han registrado en las últimas décadas.

“La piscina me parece más lenta que de costumbre y sobre esto ha habido distintas polémicas”, dijo Thomas Ceccon, nada más probar el vaso el sábado pasado. Lo corroboró el español Hugo González: “Sabemos que la piscina hoy no cumple con las recomendaciones de World Aquatics. Recomiendan un mínimo de 2,5 metros y esta mide entre 2,10 y 2,20. Parece que se nota. Aunque si es más lenta, es más lenta para todos”.

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