Cada cosa en su sitio
Pau ha sido tan grande y nos ha hecho tan grandes que en el balance poco importa una medalla más o menos. Su legado es formidable, ejemplar
Muchas cosas han ocurrido en Saitama, hasta ahora pabellón fetiche del baloncesto español. La selección española ha sido derrotada claramente por EE UU, su aventura olímpica ha terminado sin mucho alivio al que agarrarse, Pau Gasol, 216 veces internacional, ha disputado su último partido con la selección (también Marc) y se ha bajado definitivamente la persiana de nuestra mejor generación de la historia, los júniors del 80. No es sencillo, ni para el jugado...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Muchas cosas han ocurrido en Saitama, hasta ahora pabellón fetiche del baloncesto español. La selección española ha sido derrotada claramente por EE UU, su aventura olímpica ha terminado sin mucho alivio al que agarrarse, Pau Gasol, 216 veces internacional, ha disputado su último partido con la selección (también Marc) y se ha bajado definitivamente la persiana de nuestra mejor generación de la historia, los júniors del 80. No es sencillo, ni para el jugador ni tampoco para los aficionados, digerir tantos importantes hechos a la vez, con la enorme carga emocional que conllevan, pero conviene separar las cosas para evitar un tótum revolútum que perjudique el análisis.
Lo primero ha sido el partido. A la quinta no solo no fue la vencida, sino que estuvimos más lejos que nunca de la posibilidad de ganar. Nada que reprochar al esfuerzo, titánico, ni a la capacidad de soportar las embestidas de Durant y compañía, que hasta en dos ocasiones antes de la definitiva tuvieron grogui a España y esta supo reaccionar. Pero para competir con EE UU hace falta talento, acierto, frescura física, movilidad, dureza defensiva y un ánimo inquebrantable. De todo esto tiró España en diferentes momentos, pero no con la constancia suficiente que exigen unos rivales que pueden estar negados un ratito, pero su capacidad ofensiva y su actividad defensiva es de tal calibre que les basta con dos o tres minutos de acierto para dinamitar un partido.
La derrota ha tenido una primera consecuencia obvia. España está fuera de los Juegos y no ha alcanzado el objetivo mínimo por primera vez desde el Mundial de España 2014. Tamaña y excepcional racha relativiza el traspié, pero lo cierto es que no ha disputado un buen torneo. El juego ha sido inconstante, algún jugador vital como Marc ha estado muy fuera de onda con todo lo que ello significa y valorando lo hecho por gente como Claver, Abalde o Willy, al final deben mandar los actores principales. España no cuenta con tantos como antes y el único que ha dejado rastro constante ha sido Ricky. Su ejercicio de resistencia ante EE UU fue colosal, como lo fue el de Pau Gasol en Atenas 2004 ante los norteamericanos. Dos actuaciones casi sobrenaturales que no valieron más que para admirarles.
A la derrota y la eliminación se añade algo que no por sabido, no deja de provocar un poco de bajón. Ahora sí, ahora ya, Pau Gasol, ya no vestirá más la camiseta de la selección. Lo ha hecho como quería y ha buscado desde hace dos años, en la pista, vestido de corto y disfrutando de sus quintos Juegos. Lo de subir al podio, el segundo de sus objetivos, no ha sido posible, pero resulta hasta ridículo el convertirlo ni siquiera en una sombra. Pau ha sido tan grande y nos ha hecho tan grandes que en el balance poco importa una medalla más o menos. Su legado es formidable, ejemplar, del primer día hasta el último. Comedido en la victoria, respetuoso en la derrota, pensar en él es rememorar tantos logros que aunque la fecha estaba marcada en el calendario, su marcha produce una nostalgia inmediata.
Con Pau se oficializa el final de los servicios prestados por la generación del 80, sobre la que se articuló una selección increíblemente longeva (todo comenzó en 2001, hace 20 años) y que alcanzó metas inimaginables. Su herencia no han sido solo sus éxitos, sino la manera y los valores que eligieron para buscarlos y encontrarlos. Su estilo ha sido copiado por otros muchos colectivos, el mejor homenaje posible.
Resumiendo. El partido fue discreto y EE UU estuvo más lejos que nunca. El torneo tampoco ha sido bueno y visto el juego desplegado, la eliminación anticipada iniciada ante Eslovenia y confirmada ante los NBA no parece fuera de lugar. Pau merece todo lo que digamos y el cariño y reconocimiento es total hacia a un grupo impagable. Eso sí, cada cosa en su sitio.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter especial sobre los Juegos de Tokio