El Barça es infalible en Villarreal: victoria azulgrana y campeón de invierno en Liga
Raphinha, de penalti, y Lamine abaten a los de Marcelino, penalizados por la expulsión de Renato Veiga
El invierno empezó con una victoria del campeón y también líder Barça. La mejor manera de coronar su estupendo año 2025. No se sabe qué hubiera pasado si el partido se hubiera jugado en Miami, como pretendía la Liga, y no en Villarreal, un feudo invicto hasta ayer en el campeonato y en cambio siempre agradecido para los azulgrana, que no pierden desde el curso 2007-2008, tiempos aún de Rijkaard. El Barcelona viaja embalado desde la caída en Stamford Bridge. La racha del equipo de Flick se impuso prácticamente por inercia a la que defendía el de Marcelino. El encuentro siempre giró a favor de los barcelonistas, afortunados y efectivos, bien resguardados por Joan García. El portero azulgrana puso a buen recaudo el gol de penalti de Raphinha y la superioridad numérica por la expulsión de Renato Veiga. A falta del mando de Pedri, la puntilla la puso la puntera del exquisito Lamine.
Los dos equipos compitieron con ausencias muy notables, más numerosas en el Villarreal —hasta nueve— y especialmente cualitativas en el Barcelona, privado de Pedri y Dani Olmo, dos interiores muy finos, capitales para citas como la del Estadio de la Cerámica. La lesión del tinerfeño, un interior capital para orientar el juego, permitió el regreso a la titularidad de De Jong, que ha perdido el sitio de mediocentro ante el competitivo Eric García. La mecánica futbolística no es precisamente la misma con o sin Pedri. El reto era mayúsculo para De Jong en un partido que exigía mucha pulcritud por parte azulgrana si se tiene en cuenta además que el Villarreal es el equipo menos goleado de la Liga. Los equipos de Marcelino defienden bien, apenas conceden espacios y sus transiciones suelen ser temibles, más para los contrarios con dificultades para el repliegue como el Barça.
El encuentro quedó resumido en la acción inicial, nada más sacar de centro, cuando se pasó de un sostenido ataque barcelonista a un contragolpe vertical del Villarreal que acabó con un cabezazo cerca del palo de Pepé. Las llegadas del plantel de Marcelino tenían más peligro que la ofensiva del Barcelona, reiterativo en las pérdidas y por el contrario eficaz en su primer remate a portería: Raphinha tomó la pelota de Lamine a la salida de un córner, encaró a Comesaña y salió volteado del regate en el área grande de Luiz Junior. El penalti fue transformado por el propio brasileño, reivindicado en la víspera por Flick y cabeza de cartel azulgrana, junto a Lamine. Raphinha chutó poco después al larguero en medio de las sacudidas del Villarreal, que no encontraban el arco de Joan García a pesar de que su ataque tenía más autoridad que la zaga del Barça.
La inestabilidad barcelonista era tan manifiesta como el caudal ofensivo del Villarreal. El balón quemaba en los pies de los azulgrana, imprecisos, descontrolados y sometidos por un rival tan dinámico como estéril, interesado también en no habilitar la línea de presión del Barça. El partido se localizó en el área azulgrana por los continuos fallos defensivos en la salida del cuero y por la falta de peso de los centrocampistas, obligado Eric García a auxiliar sobre todo a Gerard Martín. Insustanciales De Jong y Fermín, relegado Lewandowski al banquillo por Ferran y sin línea de pase, el Barcelona se encomendó a los desmarques de Raphinha y al fútbol absorbente de Lamine, derribado por Renato Veiga con una entrada por detrás que fue sancionada con tarjeta roja por el árbitro ante las protestas del Villarreal. La expulsión acabó per penalizar a un equipo groguet que había perdonado en el área de Joan García.
El marcador y jugar 11 contra 10 invitaban al Barcelona a tomar el control de un partido manejado hasta el descanso por el Villarreal. Aunque mejoraron la posesión y tuvieron más paciencia, los muchachos de Flick no conseguían reducir al Villarreal, que de vez en cuando se estiraba directo hacia Joan García. Ante un adversario que hasta entonces no había acertado, la consigna azulgrana era ahora no equivocarse, ganar seguridad con la bola y, a ser posible, rematar con delanteros de refresco como Lewandowski y Rashford. El 0-2 llegó precisamente en el momento de los cambios con un zurdazo de puntera de Lamine. La clarividencia del extremo, muy pitado por la afición por la expulsión de Renato Veiga, contrastó con la confusión generada en el área de Luiz Junior.
Nadie mejor que Lamine para resolver una montonera, zanjar un partido todavía abierto y certificar la victoria para el Barça. El Villarreal claudicó sin remisión ante la solvencia de Joan García después de resolver un excelente mano a mano con Mikautadze. Ya con Marc Bernal, los azulgrana durmieron la contienda, más ordenados y precisos, y acabaron con la dinámica ganadora del Villarreal —seis victorias— para aumentar la suya —ocho— y subrayar la de Marcelino —no ha ganado como técnico local al Barça.
Todo salió de cara para los azulgrana, campeones de invierno con cuatro puntos más que el Madrid, en vigilias de visitar Cornellà. Ya será en 2026 tras un gran 2025.