Un año de rastreo del discurso de odio en redes: Lamine Yamal, a quien llaman “moro de mierda”, concentra el 60% de los ataques racistas
El futbolista del Barcelona acapara la mayoría de los insultos recogidos por el Observatorio del Racismo y la Xenofobia, el doble que Vinicius, el otro gran damnificado
“Moro de mierda”. “Mena”. Son algunos de los ataques que vomitaron algunos en redes sociales el pasado 22 de septiembre. Aquella noche, un chico español de 18 años optaba a ganar el Balón de Oro. Lamine Yamal estaba en París, vestido de Dolce&Gabbana, acompañado por toda su familia, feliz, ambicioso. El galardón se lo llevó el otro favorito, Ousmane Dembélé. Pero...
“Moro de mierda”. “Mena”. Son algunos de los ataques que vomitaron algunos en redes sociales el pasado 22 de septiembre. Aquella noche, un chico español de 18 años optaba a ganar el Balón de Oro. Lamine Yamal estaba en París, vestido de Dolce&Gabbana, acompañado por toda su familia, feliz, ambicioso. El galardón se lo llevó el otro favorito, Ousmane Dembélé. Pero el chaval volvió a llevarse el Trofeo Kopa al mejor futbolista menor de 21 años. Y generó tanta conversación como el francés. Para bien. Y para mal. Porque en su caso, el origen humilde de su familia y los países de procedencia de sus progenitores —ella es de Guinea Ecuatorial, él de Marruecos— pesan en cómo lo percibe y lo trata parte de sus compatriotas. O, al menos, esos que se manifiestan en las redes sociales. Sus goles, sus celebraciones o sus sonoras publicaciones, junto con su incontestable éxito en tanto que uno de los mejores futbolistas del momento, despiertan el odio de aquellos que lo advierten diferente por sus orígenes y su color de piel. Y no es el único. Le ocurre lo mismo al madridista Vinicius Jr. o a los jugadores del Athletic Iñaki y Nico Williams, que han denunciado en varias ocasiones los ataques racistas que reciben en España.
No es una pataleta, ni una opinión, ni una percepción. Es una evidencia. No solo por los gritos que escuchan a menudo en los estadios, como advierten varias denuncias que han acabado en los tribunales y con la expulsión de los estadios de algunos de los aficionados. Es una evidencia recogida gracias a la labor del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (Oberaxe), que lleva años trabajando en la prevención del discurso de odio en el ámbito deportivo. Ese Observatorio es clave en el convenio firmado entre el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y LaLiga, del que ha salido un primer informe demoledor. Gracias al llamado sistema FARO, que aplica la inteligencia artificial a la metodología del Oberaxe, sabemos que en la última temporada de la competición de fútbol en España se detectaron 33.438 contenidos reportables, de los cuales las distintas plataformas llegaron a retirar el 33% del total. Facebook es de las que más y mejor ha reaccionado al retirar un 62% del contenido denunciado; X solo lo ha hecho con un 10%.
Así se explica en un informe al que ha tenido acceso EL PAÍS y que destaca que el discurso de odio monitorizado se dirige principalmente a los futbolistas, destacando especialmente Lamine Yamal (diana del 60% de los ataques e insultos) y Vinicius (con el 29%), que reciben una proporción significativa de los insultos. En menor medida, son también objeto de odio otros jugadores como Mbappé, Balde, Brahim Díaz o Iñaki Williams, por sus características biológicas y los estereotipos asociados a ellas. “Este hecho evidencia cómo el ámbito deportivo puede reflejar y reproducir dinámicas de discriminación, vinculadas también a la religión y la construcción social de identidades culturales”, indica el documento. “Cuando la lucha política y los partidos hacen de la inmigración unos de sus temas principales, el discurso político acaba calando en otros escenarios, como el fútbol”, argumenta Javier Gomá, filósofo, escritor y ensayista español, director de la Fundación Juan March.
Al analizar el discurso de odio en función del equipo de fútbol, se observa que el Real Madrid (34%) y el FC Barcelona (32%) concentran juntos más del 65% de los mensajes negativos dirigidos a futbolistas. Les siguen equipos como Real Valladolid (17%), Valencia (8%), Athletic Club (6%), Real Sociedad (5%) y Atlético de Madrid. “Esta distribución refleja no solo la popularidad y visibilidad de estos clubes, sino también cómo la rivalidad deportiva puede estar entrelazada con expresiones discriminatorias”, explica el equipo de investigadoras del Oberaxe en este informe.
De hecho, tal y como advierten los datos recogidos durante la última temporada, la evolución del discurso de odio en el fútbol “muestra picos significativos en fechas vinculadas a encuentros deportivos de alta relevancia competitiva, en particular, los días 27 y 28 de octubre de 2024 se registraron 3.675 y 2.855 mensajes respectivamente, coincidiendo con el primer clásico de la temporada entre Real Madrid y FC Barcelona”. Este evento de gran visibilidad, sigue el documento, “amplificó las expresiones de odio, dirigidas principalmente a los futbolistas Lamine Yamal, Raphinha y Ansu Fati, quienes fueron objeto de ataques raciales y xenófobos. Asimismo, se registró una elevada hostilidad hacia Vinicius Jr. durante el partido y tras su denuncia pública sobre los actos racistas ocurridos en el mismo”. Entre los ejemplos detectados se encuentran apodos despectivos como “Monicius”, en referencia al delantero brasileño del Madrid, y comentarios discriminatorios hacia Lamine Yamal. Como muestra, este comentario: “Por mucho que juegue para España, seguirá siendo un ‘moro’ toda su vida”. Porque, tal y como destaca Gomá, que Yamal sea español acaba siendo una realidad que muchos pasan por alto expresamente. Quienes le insultan no le admiten como uno de los suyos porque “a las manifestaciones de odio no les gustan las precisiones, ni la verdad; buscan el aplauso del grupo en esa liberación pública”.
También destaca el informe cómo reaccionaron las redes a la expresión pública de algunos futbolistas en relación con la celebración del Ramadán. “Este fenómeno provocó una polarización notable en las redes sociales, donde emergieron discursos cargados de xenofobia y racismo incluyendo insultos que deshumanizan a los jugadores con términos como ‘cerdo’, acusaciones de ser ‘antipatrias’ y ataques dirigidos a personas musulmanas, como ‘idos de aquí todos los moros con vuestra religión”.
“Ha habido territorios en los que hemos dejado cierta impunidad, y es importante hacer autocrítica. Quizás en algunos momentos hemos sido tibios con algunos mensajes que hemos escuchado. Nunca tiene que haber sitio para un insulto, y mucho menos un insulto que deshumanice; tampoco en el deporte”, reflexionaba hace unas semanas la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, durante su intervención en el World Football Summit celebrado en Madrid.
Sabemos cómo se siente Vinicius respecto a las expresiones racistas que percibe en España, pues lo denunció públicamente en una conferencia de prensa multitudinaria tras el desagradable episodio que vivió en Mestalla en 2023, cuando un par de aficionados le gritó “mono” desde la grada. “Una hermosa nación, que me acogió y a la que amo, pero que aceptó exportar al mundo la imagen de un país racista. Lo siento por los españoles que no están de acuerdo, pero hoy, en Brasil, España se conoce como país de racistas”, dijo entonces. No ha hecho muchas referencias, en cambio, Lamine Yamal, aunque fue claro en un programa de entrevistas con José Ramón de la Morena: “¿Tú has visto alguna vez a algún negro llamar a alguien blanco por la calle? No, porque tenemos dos dedos de frente”, le respondió el jugador del Barça.
Su entorno reconoce, en conversación con EL PAÍS, que los comentarios racistas no preocupan al chico. Probablemente, tiene tan normalizado el discurso del odio que, explican, hasta hace bromas de sí mismo. Sabe, además, poner el foco en lo importante, qué ver y leer y a qué no prestar atención, aunque le pesa en general sentir que está en todas las salsas: “Se agota de verse en todos lados, eso sí le estresa, pero no el racismo, nunca se victimiza; al revés, responde: ‘Yo hablo en el campo”, cuentan sus allegados. Su familia, en cambio, lo sufre más. Como aquella noche de Champions en que el Mono Burgos, entonces comentarista en Movistar +, dijo aquello de “si no le va bien (en el fútbol), termina en un semáforo”. El padre rompió a llorar y acabó llamando a Joan Laporta, presidente del Barcelona, para pedir una reacción oficial del club; la madre, exigió un comunicado al equipo de prensa del jugador aquella misma noche. Sin embargo, al día siguiente, el futbolista excusó al Mono Burgos: “Quiso halagarme, aunque no encontró las palabras”, les dijo.
Según los datos de monitorización, las personas del norte de África y las personas musulmanas son las principales destinatarias de estos mensajes, concentrando el 42,38 % y el 41,18 % del discurso de odio, respectivamente. A continuación, se sitúan las personas africanas y afrodescendientes (14,57 %) y los menores extranjeros no acompañados (10,50 %), lo que evidencia una marcada dimensión étnico-racial en el discurso.
“Puto negro” y el pico de insultos en torno al clásico
Según explica convenientemente el informe, todas estas expresiones “reflejan prejuicios persistentes y estigmatización basada en su origen étnico y cultural, que trascienden el ámbito deportivo”. El cómo se insulta es también significativo para entender el discurso de odio: el 97% de los mensajes emplea un lenguaje agresivo y explícito, basado principalmente en insultos y descalificaciones directas. Entre las expresiones más frecuentes destacan “mierda” (21,81%), “puto” (15,69%) y “negro” (8,37%). Las expresiones detectadas dirigidas hacia los jugadores reproducen estereotipos, como en frases del tipo: “Puto negro muérete” o “moro inmundo”. Estos contenidos, indican desde el Oberaxe, “no solo afectan a los jugadores individualmente, sino que proyectan prejuicios sobre los distintos grupos diana como personas del norte de África, musulmanas, africanas o menores extranjeros”.
Como muestra, algunos de los contenidos monitorizados: “Nico y Vinicius son monos y Lamine un moro”, “negro de mierda de Iñaki Williams”, o “los conguitos de España”. Asimismo, en un 22% de los casos, los mensajes indican que los jugadores en cuestión son una amenaza para la ciudadanía, legitimando su exclusión. Ejemplos como “es un moro de mierda” o “deberían partirle las piernas”, dirigidos expresamente a Lamine Yamal en aquel clásico de octubre del año pasado, inmediatamente después de marcar en el minuto 77 del partido; también un “deberían echarlo de España así como vino, en patera”, que le dedicaron al joven futbolista tras asistir este a Raphinha en el gol del minuto 84 que terminó por sentenciar el encuentro a favor de los azulgrana (0-4), reflejan cómo el contenido no solo insulta, sino que incita al odio, a la violencia y a la expulsión. Defiende Javier Gomá que “las minorías nunca habían estado tan protegidas y el hecho de que sintamos rechazo ante estos insultos es un progreso moral de nuestra época”.
Todos estos datos, concluye el informe, “manifiestan la necesidad de promover una cultura basada en el principio de no discriminación, a través del respeto y la convivencia, dentro y fuera del campo”. LaLiga y el Ministerio se han puesto manos a la obra. Pero queda mucho trabajo por hacer para desterrar el discurso de odio del fútbol.