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Álvaro Benito: “La rodilla me quitó el fútbol, pero me aseguré de que no me quitara nada más”

El documental ‘Cicatrices’, de Movistar Plus, repasa la trayectoria de un chaval que iba para galáctico y ha acabado viviendo múltiples vidas: futbolista, cantante y comentarista

La carrera del Álvaro Benito futbolista (Salamanca, 48 años) la frenó en seco una mala operación de rodilla. Una intervención para intentar poner remedio a una aparatosa lesión que afectó al ligamento cruzado, el menisco interno y el ligamento colateral interno de su pierna derecha. La tríada maligna, decían. Tenía 19 años. Se rompió en una concentración de la sub-21 cuando ya era titular en el Madrid que entonces dirigía Fabio Capello. P...

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La carrera del Álvaro Benito futbolista (Salamanca, 48 años) la frenó en seco una mala operación de rodilla. Una intervención para intentar poner remedio a una aparatosa lesión que afectó al ligamento cruzado, el menisco interno y el ligamento colateral interno de su pierna derecha. La tríada maligna, decían. Tenía 19 años. Se rompió en una concentración de la sub-21 cuando ya era titular en el Madrid que entonces dirigía Fabio Capello. Para tapar el dolor y las operaciones, apareció la música. Y el grupo Pignoise, que hizo sonar hasta la extenuación aquel Nada que perder, sintonía de la exitosa serie Los hombres de Paco. De cuando las familias todavía se reunían por las noches ante el televisor. Hoy, además, es un certero comentarista y analista de fútbol. Todo eso y más se explica en Cicatrices, un documental de Informe Plus+ que Movistar estrena este lunes 15.

Pregunta. Hábleme de aquella residencia en el centro de la ciudad en la que vivían las promesas del Real Madrid de los noventa.

Respuesta. Más allá de que las instalaciones fueran mejorables, la recuerdo con cariño. Fue una etapa muy bonita de mi vida. Pero al ver aquella escalera de madera... El primer impacto fue duro. Por todo. Ahora veo a los chicos de 14 años y pienso ‘es muy pequeño’. Dejar tu casa para venir a jugar en el Real Madrid, era un cambio tan brutal…

P. ¿Se sentía un niño?

R. ¡No! Bueno, sí y no. Ahora, lo ves en perspectiva y obviamente que sí. Fue un cambio tan brutal… El día que llegamos, mis padres comieron conmigo allí. Mi madre estaba aguantándose la lágrima; y mi padre me dijo: ‘tú no te preocupes, que si no estás contento, si no eres feliz, venimos a buscarte y te vuelves para casa’. El primer año fue lo más difícil, por la adaptación a una nueva ciudad, un nuevo colegio; echas de menos a tus amigos de toda la vida. Pero en aquella pensión, los 20 o 30 de la cantera éramos como una familia. Algunos de mis mejores amigos son chicos con los que he compartido convivencia allí.

P. ¿Cómo era la industria del fútbol entonces, antes de que el Madrid se hiciera galáctico?

R. Aquel era un Real Madrid en la búsqueda todavía de volver a reinar. Cuando yo llegué a la cantera estaba en pleno apogeo la Quinta del Buitre, que en España era un equipo muy dominante, con jugadores increíbles, pero en Europa no era todavía lo que es ahora. Ahí había perdido esa hegemonía y estaba en la búsqueda de recuperarla.

P. No creo que todo el mundo recuerde la sucesión de desgracias que acumuló en esa rodilla. El documental se titula Cicatrices. ¿Cuánto dolieron aquellos años?

R. La herida dolerá siempre. Hay cosas en la vida que no se superan, sino que no te queda otra que seguir adelante. Ese dolor se queda ahí. Por el hecho de no poder hacer una carrera futbolística cuando has conseguido lo más difícil, que es estar en el Real Madrid y jugando de manera continuada. Pero he aprendido a vivir con ello. Y cuando miro para atrás, coexiste la felicidad de haber vivido cosas increíbles, aunque fuera de una manera fugaz, y también el dolor de no haber podido tener una carrera. Pero se aprende. Las cicatrices, las que tengo en la rodilla, las visibles, que tengo un montón, son mi batalla vital; y de las invisibles no hay tantas. He tenido una vida feliz.

P. ¿Cómo le afecta la lesión en el día a día?

R. Me condiciona en mi vida normal. No puedo estar mucho rato de pie. No puedo ser un turista. Si me voy a Nueva York, sé que voy a volver con la rodilla hecha mierda porque voy a caminar todo el día. Esa es mi criptonita. Necesito estar mucho tiempo sentado, entrenar la rodilla, pero con cuidado; encontrar el equilibrio de tenerla activa, pero sin pasarme de carga: si me quedo corto, se queja porque no tengo la pierna fuerte; si me paso, se queja porque la agredo. Y va a peor. Tengo una degeneración articular que va a más y que no tiene más solución que una prótesis. Pero eso será ya cuando no me quede alternativa, cuando el dolor sea ya insostenible.

P. ¿Duele mucho?

R. Vivo con dolor. Pero no le hago ni caso. Me lleva doliendo desde hace 30 años. Esa fue una decisión vital. Cuando dejé el fútbol me dije: la rodilla me ha quitado de jugar al fútbol, pero no me va a quitar de nada más.

P. El futbolista que sufre hoy aquella triada maligna difícilmente correrá ya la misma suerte; ¿se equivocaron mucho con su lesión o no estaba preparada todavía la medicina?

R. Antes el problema de los meniscos lo solucionaban quitándolos; y eso es una locura. Es incompatible con el deporte. Ahora con esa lesión no te retiras, pero te puede mermar. Fíjate la lesión de Ansu Fati, por ejemplo. Un chico que apuntaba a lo más alto y que ha podido seguir jugando, pero a otro nivel. Es muy difícil ser el mismo después de una operación tan grave.

P. Este documental, dice, le ha venido bien para reconocerse como futbolista.

R. Sí, para recordar todo y para saber que fue real. Porque ya empezaba a tener recuerdos muy difusos, muy vagos, lejanos. Sé que sucedió, pero no lo tenía muy presente. En mi casa no hay ni una foto mía. Nunca he mirado para atrás, ni con cariño, ni con dolor. Pero me ha hecho mucha ilusión verme jugar, ver mis tics de futbolista, recordar cómo conducía el balón…

P. Se define como músico hoy y futbolista siempre, pero no dice nada de su faceta como comentarista.

R. Quizá porque es algo que nunca me hubiese imaginado ser. Es algo que entiendo que se me da bien, porque me formé mucho en la época en que estudié para ser entrenador, entender el análisis del juego. Me gusta mucho lo que hago, pero quizás no es comparable con jugar al fútbol, que es mi pasión número uno; y muy cerquita de ahí está la música, que también es una pasión.

P. Ha sido muy testarudo con todos esos sueños que ha perseguido, salvo por su intento de ser entrenador después de que el Madrid le despidiera. ¿Por qué no lo volvió a intentar?

R. Porque la vida decidió por mí en aquel momento. Si el grupo no hubiera vuelto con fuerza, seguramente sí estaría entrenando.

P. Aún está a tiempo.

R. Tiempo hay, pero ahora mismo vivo muy feliz. Estoy disfrutando esta segunda etapa con Pignoise mucho más, porque somos mucho más conscientes de todo, lo estamos degustando. El día de mañana, si veo que me apetece, lo volveré a intentar; empiezo desde abajo y lo persigo como he hecho siempre.

P. Decir que la música le salvó suena muy cursi, pero no sé si se aleja mucho de la realidad.

R. Me salvó el tener un objetivo. Sin sueños es muy difícil vivir. Sobre todo si vienes de conseguir el sueño de tu vida, que tu pasión se convierta en tu trabajo, llegar al máximo nivel mundial… La música me hizo tener un objetivo en la vida, que es fundamental. Tener algo por lo que luchar, una pasión, una ilusión. Sin eso, seguramente hubiera estudiado derecho porque quería ser notario. Hubiese sido otro tipo de persona.

P. No le veo de notario.

R. Ahora no me ves de notario, pero era el empollón de la clase.

P. ¿Ha conseguido ya Pignoise caerle bien a la industria de la música?

R. No lo sé y no me importa. Ahora ya, ¿las voces disonantes qué pueden decir? Yo voy a tocar y hay miles de personas cantando mis canciones. Así que lo que pueda decir otro me da igual. Al principio nos trataron de manera injusta. No se nos dio siquiera la oportunidad. Pero ahora ya sé cómo funciona la industria y de qué pie cojea cada uno.

P. ¿Cómo ha logrado encontrar su sitio Pignoise?

R. Por las canciones. Lo único que importa en esta industria son las canciones, hacer canciones que emocionen a la gente, da igual cómo sean, de qué género, cómo estén tocadas o qué digan las letras. Nunca sabes por qué motivo algo llega a la gente o por qué no llega. No está relacionado con el virtuosismo. Nadie tiene el secreto del éxito. Lo único que quiere la gente es que algo le emocione.

P. Lo de empezar de cero, como dice la canción, lo ha hecho ya muchas veces, ¿le queda alguna vida más por descubrir?

R. Yo creo que ya está bien. Porque no tengo ni tiempo para plantearme nada. Ni siquiera tengo vida social. Mi padre me da mucho la turra con lo de entrenador. Porque tiene casi más fe en mí que yo mismo y cree que lo voy a hacer fenomenal. Yo también creo que tengo el conocimiento y la empatía. Un entrenador debe tener esa capacidad de convencer, que creo que tengo. Y de transmitir esa pasión a un montón de personas para que me sigan en mi locura. Pero quién sabe. Cuanto más tiempo pasa, más difícil es.

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