El tormento de Ansu Fati: el azulgrana vuelve a lesionarse

El joven jugador culé, promesa en su día y heredero del ‘10′, causa baja durante cuatro semanas tras hacerse daño en el entrenamiento en una temporada en la que suma 158 minutos y ningún gol tras el regreso de su fallida cesión

Ansu Fati durante el entrenamiento del FC Barcelona.Marc Graupera - FC Barcelona

No descansa Ansu Fati del tormento físico ni emocional. El jugador azulgrana ha vuelto a lesionarse este miércoles en un entrenamiento, un problema muscular en el bíceps femoral de la pierna derecha que le mantendrá cuatro semanas alejado del terreno de juego, tal y como ha comunicado este miércoles el FC Barcelona. Un nuevo revés y contratiempo en su carrera, marcada por las expectativas, pero sobre todo por sus problemas físicos: en total, 615 días fuera de los terrenos de juego, 123 partidos perdidos desde 2020, cuando se rompió la rodilla.

Ilusionó a un barcelonismo carente de icono...

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No descansa Ansu Fati del tormento físico ni emocional. El jugador azulgrana ha vuelto a lesionarse este miércoles en un entrenamiento, un problema muscular en el bíceps femoral de la pierna derecha que le mantendrá cuatro semanas alejado del terreno de juego, tal y como ha comunicado este miércoles el FC Barcelona. Un nuevo revés y contratiempo en su carrera, marcada por las expectativas, pero sobre todo por sus problemas físicos: en total, 615 días fuera de los terrenos de juego, 123 partidos perdidos desde 2020, cuando se rompió la rodilla.

Ilusionó a un barcelonismo carente de iconos tras el adiós de Leo Messi, y se terminó perdiendo en la plantilla, sin minutos con Xavi Hernández, y sin minutos con De Zerbi en el Brighton durante el año de su cesión. En su regreso a casa con Flick, el futuro parecía esperanzador de nuevo, con la confianza en una nueva oportunidad para Ansu Fati. ¿La realidad? Se perdió parte de la pretemporada, y este curso tan solo ha participado en siete encuentros —solo en uno de ellos de inicio—, con una suma de 158 minutos a pesar de sus esfuerzos para ponerse en forma. ¿Y las asistencias y goles que proyectaron al jugador como promesa? Ni rastro.

Sumido en un constante enigma de por qué no regresa al mismo nivel que mostró en su día. Para los cuerpos médicos, Fati no puede hacer esfuerzos prolongados: un posible problema en el isquiotibial —síndrome de los isquios cortos, es decir, más rigidez en el músculo— que no le permitiría hacer carreras continuadas. Esfuerzos físicos que son un obstáculo y que podrían explicar su falta de explosividad y sprint en los partidos. Para sus compañeros, se trata de un problema de confianza, pensamiento compartido en la misma dirección con la gente que le conoce, que reconoce ser un tema mental.

Pero cuando regresó a Barcelona, contaba con la confianza del club y de Flick. Al inicio de la pretemporada, por el rendimiento que mostró en los entrenamientos sumado a la plantilla corta, el técnico alemán contó con él. Pero cuando estaba en su mejor momento, volvió a lesionarse: una fascitis plantar le impidió continuar, viajar a la gira por Estados Unidos de amistosos y también arrancar la presente temporada. “A Ansu le tenemos que ayudar a volver con más fuerza”, aseguró entonces el técnico. Con la llegada del entrenador alemán —fiel apostante de la cantera— se prometía una segunda oportunidad al joven jugador, un guía para renovar su vida en Barcelona y un nuevo horizonte. Flick confiaba en Fati, y Fati también en Flick: el técnico le explicó cuál sería su rol en el equipo, y el azulgrana aceptó, contento con el entrenador al ver que no le engañaba. Debutó, brevemente, contra el Mónaco el 19 de septiembre. “Tiene una calidad realmente buena. Lo vi la última semana y también cuando empezamos la pretemporada. Lo veo bien. Pero creo que ahora necesita algo de tiempo. Nos preocupamos por él porque es importante que los jugadores puedan jugar y no volver a lesionarse”, confesó Flick tras el encuentro.

Desde que regresó, su protagonismo ha sido escaso, también mermado por la irrupción de una gran versión de Raphinha. Tan solo ha disputado siete de los 17 encuentros posibles, sin pasar en seis de ellos de 26 minutos jugados por partido. Tan solo en el duelo contra el Sevilla —el único en el que fue titular sustituyendo a Eric García tras retirarse lesionado del calentamiento—, alcanzó los 76 minutos. Encuentros en los que no ha marcado ni asistido, actuaciones sin gloria para él. Cuando se empezaba a hablar desde la Ciudad Deportiva de la necesidad de ir cogiendo confianza para recuperar el nivel, el canterano volvió a lesionarse. Suma hasta 12 interrupciones por problemas físicos desde hace cinco años.

Mucho antes, despegó en el Barcelona rompiendo los récords de precocidad que ahora pulveriza Lamine Yamal. Era la gran sensación, salido de la cantera y aterrizado en un equipo de estrellas como Messi, Luis Suárez y Griezmann. Una carrera que se vaticinó como prometedora y que le llevó a formar parte del grueso de jugadores del superagente Jorge Mendes, siempre atento al talento emergente. Pero el 7 de noviembre de 2020 se rompió el menisco en un encuentro contra el Betis. 305 días fuera del césped, cuatro intervenciones. A raíz de ahí, una ristra de problemas físicos. Tras la marcha de Messi, el barcelonismo quedó huérfano de figuras, y las miradas apuntaron a Fati. Se prestó como icono, heredó el 10, aunque también el peso de la zamarra y de la ilusión, con tan solo 18 años. Y renovó hasta 2027, con una cláusula de rescisión de mil millones de euros. Se convirtió en el salvador culé, pero los goles escasearon, las lesiones le persiguieron, y en 2023 se decidió un viaje de ida y vuelta al Brighton. Ahora hay quienes aseguran que, quizás, su despegue fue precipitado por las necesidades del Barcelona.

Se marchó a la Premier en busca de encontrarse, de aire nuevo y renacimiento. Pero, una vez más, otro tropiezo físico —una lesión en el gemelo— desbarató su progresión y le dejó fuera del equipo desde finales de noviembre hasta febrero de aquella temporada. Se perdió 14 partidos. “Tiene que dar algo más, porque lo que está haciendo no es suficiente. […] Necesita mejorar sus actuaciones, su condición física y su mentalidad”, confesó De Zerbi en abril. El entrenador dejó de contar con él, y terminó su fallida cesión con cuatro goles en 27 partidos y con cada vez más minutos en el banquillo que sobre el césped.

Ahora las lesiones le vuelven a castigar, y sigue su tormento. Fati, mientras, se pierde en un camino que fue esperanzador, y que desea que vuelva a serlo.


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