Pere Romeu: “Las jugadoras tienen que dar el máximo, nadie tiene el puesto asegurado”
El entrenador del Barça, que fue asistente de Jonatan Giráldez las tres últimas campañas, se estrena en un banquillo de élite por primera vez en su carrera, ambicioso pero consciente del reto de dirigir a un equipo que ha ganado todo
“Puedes preguntar lo que quieras”. Pere Romeu (Barcelona, 30) es franco y transparente. De los pocos técnicos culés con un linaje total de la Ciudad Condal, llega con el silbato en el bolsillo tras el entrenamiento y ríe al sacarlo. Después de tres temporadas viendo los partidos del Barcelona femenino desde la grada como asistente —aunque con un gran peso en el club— ahora es el primer entrenador...
“Puedes preguntar lo que quieras”. Pere Romeu (Barcelona, 30) es franco y transparente. De los pocos técnicos culés con un linaje total de la Ciudad Condal, llega con el silbato en el bolsillo tras el entrenamiento y ríe al sacarlo. Después de tres temporadas viendo los partidos del Barcelona femenino desde la grada como asistente —aunque con un gran peso en el club— ahora es el primer entrenador tras el adiós de Jonatan Giráldez. No supo que sería el sustituto, pero cuando se acercó el momento, empezó a planificar la temporada desde la sombra sin dejar de lado sus responsabilidades. En sus inicios pasó por el fútbol base del CP Sarrià y el Hospitalet, primero como jugador —se rompió los cruzados y el menisco— y luego como entrenador. De café solo y fascinado por la creatividad, en su normalidad está la excelencia. Dejó a medias el bachillerato —confiesa “no ser el mejor estudiante de la historia”— para dedicarse a los cursos de entrenador. En 2017 aterrizó en La Masia como técnico, siempre en el masculino y como segundo. Conoció “el fútbol profesional” en Rumania, en el Viitorul Constanta, junto a Rubén de la Barrera durante un año hasta 2021. “Rescindimos el contrato y volvimos. Estuve unos meses buscando equipo, y me llamó Jonatan. Yo no le conocía, tampoco a nadie del staff, solo a Markel Zubizarreta. No dominaba el femenino, pero vine con los ojos cerrados”, confiesa. Fuera del fútbol, conserva a sus amigos de toda la vida. Su ceño fruncido y expresión seria sobre el césped engaña: es divertido y se le achinan los ojos cuando sonríe. Sin manías, supersticiones, no es extremadamente meticuloso, pero sí exigente. Un desconocido para muchos; él no le da importancia. Y manda un mensaje de confianza: siempre fue y quiso ser entrenador. Ahora empieza la Champions ante el Manchester City (21.00, Dazn) y quiere volver a llevar al Barcelona a lo más alto.
Pregunta. ¿Qué consejo le dio Jonatan Giráldez antes de marcharse?
Respuesta. Me dijo: “Sé tú. Transmite tal y como eres”. Soy bastante tal cual, sin tapujos. Y claramente no iba a ser de otra manera.
P. ¿Y cómo es?
R. Muy apasionado con lo que hago y del juego, y bastante tranquilo en mi día a día. He tenido una familia increíble, muy buenos amigos que siempre me han apoyado, porque en este mundo un día estás aquí y otro no. Empecé como entrenador cuando no había dinero de por medio. Pero Pere Romeu no es el mismo de hace cinco años, y no será el mismo dentro de uno.
P. ¿El fútbol es más obsesión o pasión?
R. Pasión. Aunque siempre hay un punto de obsesión en ella.
P. Da la impresión de que es serio.
R. Para nada… Una persona importante del club me dijo que era un buen profesional, y que no era tan serio. Me gustó. Mi puesta en escena es de un tío serio, pero la realidad es que soy una persona muy abierta con quien se puede hablar de todo.
P. ¿Le abruma estar en primer plano?
R. No me gustan mucho las redes sociales, no les dedico tiempo. Voy bastante a mi rollo. No sé si a la larga aumenta el ego del entrenador, pero a día de hoy soy la misma persona con una responsabilidad distinta.
P. El Barcelona es su primera experiencia como primer entrenador profesional. ¿Le da miedo o le enorgullece?
R. Miedo no. Orgullo mucho. Es el club de mi vida, el que he visto crecer. Llevo entrenando desde los 15 años, antes lo hacía con chicos jóvenes, ahora con las mejores jugadoras del mundo. Y aunque solo tenga 30 años, llevo muchos años entrenando y es bueno que la gente sepa que siempre quise ser entrenador.
P. Ya tenía una relación cercana con las jugadoras. ¿Cómo se marca el límite?
R. Es una relación natural. Saben que ahora yo tomo las decisiones. Ahora tengo más responsabilidades: antes me dedicaba exclusivamente a aquello que me inquieta, que es el análisis y el entrenamiento, y ahora estoy gestionando todos los departamentos del equipo. Yo estoy aquí para que cada día se exijan al máximo y si se da, van a tener la oportunidad de jugar. Pero nadie tiene un puesto garantizado.
P. ¿A quién se lo comunicó primero?
R. A mis padres, obviamente.
P. ¿Qué le dijeron?
R. Bueno, a ver… [ríe]. Al principio: “¿Estás seguro? ¿Pero esto cuándo saldrá?”. Pero luego mucha ilusión. Llevo toda la vida yendo al Camp Nou, y viendo jugar a mi padre y hermano.
P. Viene de familia.
R. Mi padre tiene 75 años y sigue jugando al fútbol. Desde bien pequeño él siempre jugaba en las pistas de la Universidad de Barcelona con su grupo de arquitectos. Cada sábado iba a ver sus partidos. Luego jugué toda mi vida hasta los 21.
P. ¿Por qué lo dejó?
R. Me gustaba más ser entrenador que jugador. Se controla el balón con el pie, y eso genera muchas imprecisiones, y me gusta intentar entender el juego y fútbol dentro de su caos e incertidumbre. Me gusta dirigir, analizar, y ser creativo en cuanto a ideas futbolísticas porque intento dar coherencia a las situaciones. Desde niño siempre me ha gustado más que jugar, quizás porque pensaba que se me daría mejor [ríe].
P. Le encanta ir al detalle.
R. Trabajamos las necesidades específicas por posición y otras que son específicas de la jugadora a través del entrenamiento y el vídeo. No es lo mismo Keira Walsh que Patri Guijarro, aunque sean mediocentros, son dos jugadoras distintas. Me gusta llegar al detalle porque soy bastante reflexivo, intento ir con el bisturí hasta el fondo para entender el porqué.
P. ¿También en la vida?
R. En aquello que me gusta.
P. Por ejemplo.
R. Mi padre es arquitecto, mi madre paisajista y mi hermano director de cine. Siempre he estado atado al mundo artístico, a la creación, y eso te hace ver las cosas al detalle. Me gusta mucho la música, sobre todo el rap, de toda la vida, el cine sin ser un entendido y la gastronomía, aunque no tengo el talento para ser un cocinitas. Con la familia siempre viajábamos para ver arquitectura.
P. Es muy fan de C. Tangana.
R. Me voy a mojar: para mí es el mejor artista español de los últimos años. Yo lo escucho desde sus inicios, y he crecido con su proceso artístico de maduración. Me hacía preguntarme qué hacía con cada disco, y al final lo acabé entendiendo. Gracias a él y otros artistas, la música urbana se ha puesto en el panorama nacional. Ha convertido un descampado en un jardín.
P. ¿Cómo es el fútbol de Pere Romeu?
R. Ser dominantes a través de la posesión, intentar evitar que el equipo rival tenga ocasión de contraatacarnos, generar muchas ocasiones de gol y ser agresivas, tanto en ataque como en defensa, para conceder lo menos posible en nuestra portería.
P. ¿Cómo motiva un equipo que lo ha ganado todo?
R. Intentando que se superen cada día. Saber qué se hace bien para no dejar de hacerlo y qué no se hace tan bien para mejorar. Es la clave del éxito colectivo. Mi objetivo es que cada día este equipo juegue mejor. Hasta ahora las cosas se han hecho muy bien, y para mí que he estado dentro, ha sido una felicidad absoluta. Pero en el fútbol y en la vida siempre se puede mejorar. Aunque no tenemos pequeños retos, porque si lo hacemos, las jugadoras solo se focalizan en eso. El otro día, de manera natural en un entrenamiento y con la broma, sí que dijimos que, si metíamos gol de córner, el segundo entrenador traería desayuno. Pero fue algo anecdótico.
P. El primer rival en la Champions será el Manchester City.
R. Será un partido bonito de dos equipos que quieren dominar a través de la posesión. Tendremos que sacar nuestra mejor versión, pero llegaremos bien preparadas.
P. ¿Los cuatro títulos son posibles?
R. Sí. Vamos a por ello.
P. ¿Qué supondría un éxito y un fracaso esta temporada?
R. La vida nunca es suficientemente exitosa ni suficientemente fracasada. No soy de extremos, la vida es mucho más que eso. El éxito es que mi equipo sea reconocible todos los partidos del año.