La historia de Manolo González: de conductor de autobuses a entrenar al Espanyol
El nuevo entrenador del RCD Espanyol vive su primera experiencia en el fútbol profesional tras pasar por el filial y después de tres décadas en los banquillos de categorías inferiores
Desde que Chen Yansheng —dueño y presidente— compró el RCD Espanyol en 2016, 11 entrenadores han pasado por el banquillo local del RCDE Stadium. En los últimos años, nadie había generado consenso. Hasta ahora. “Hay unanimidad en que él es la persona que nos debe salvar”, asegura el exjugador del Espanyol Moisés Hurtado. Y añade: “A estas alturas eso es mucho”. Él es ...
Desde que Chen Yansheng —dueño y presidente— compró el RCD Espanyol en 2016, 11 entrenadores han pasado por el banquillo local del RCDE Stadium. En los últimos años, nadie había generado consenso. Hasta ahora. “Hay unanimidad en que él es la persona que nos debe salvar”, asegura el exjugador del Espanyol Moisés Hurtado. Y añade: “A estas alturas eso es mucho”. Él es Manolo González (45 años; Lugo), el tercero en asumir el cargo esta temporada —después de Luis García y Luis Miguel Ramis—, curtido en el fútbol modesto, que lleva tres décadas entrenando. “Ha picado mucha piedra”, recuerda el gerente del CD Ebro, Enrique Álvarez. González, sabedor de que su historia no se ha escrito en la élite, tuvo que asegurar el bienestar de su familia: era conductor de autobuses de línea en Barcelona. “Está preparadísimo y no lo va a desaprovechar”, reivindica Álvarez. En cuatro jornadas ha colocado al equipo blanquiazul en puestos de ascenso directo y, con la Primera División en el punto de mira, su relato en la élite acaba de empezar.
La trayectoria de González poco comparte con la de muchos entrenadores del fútbol profesional en España, nunca jugó en las categorías altas ni gozó de fama que le abriese puertas. En cambio, posee una constancia inquebrantable. “Nadie le ha regalado nada. Incluso debutó en categorías amateurs con niños”, apunta Alfred Porcar, miembro de la junta directiva del FC Martinenc y que vio debutar a González. La historia de amor del gallego con los banquillos comenzó a los 16 años, cuando se hizo cargo del Infantil B del Martinenc —con 14 ya era segundo entrenador— y se consolida con una ruptura: sufrió una rotura de cruzado, ligamento lateral interior y menisco de una rodilla, que le retiró como jugador a los 21 años.
Consciente de que el fútbol es efímero, el técnico ha hecho historia allí por donde ha pasado. Llevó al Ebro a dieciseisavos de la Copa del Rey contra el Valencia y con su adorado Badalona eliminó al Getafe de Bordalás en el torneo del KO. Posteriormente, cruzó el mediterráneo para clasificar a la Peña Deportiva para el playoff de ascenso a Primera RFEF. En 2023, le llegó la oportunidad irrechazable: hacerse cargo del filial de la entidad blanquiazul y, ahora, del primer equipo. “Cuando te llama el Espanyol, todo lo demás sobra. Desde pequeño ha sido mi referencia”, dijo en su presentación como nuevo integrante del club. En la Peña Deportiva todavía le echan de menos: “Si él hubiese querido, aquí seguiría. Estábamos muy contentos”.
Valedor de Gerard Moreno y luego de Mariano, es su primera vez entrenando a un equipo de Primera o Segunda división. Pese a ello, González está preparado para dar el salto en un momento complejo en la entidad. “La situación no va a poder con él porque es un tío fuerte y duro mentalmente”, asegura Álvarez. La diferencia de categoría no es un problema, opina Hurtado. “Todos los vestuarios tienen complicaciones parecidas”, añade.
En el Espanyol aplica su método de las últimas tres décadas: un estudio milimétrico del rival. “Se pasaba el día viendo partidos”, explica la tesorera de la Peña. “Analizaba todos los jugadores del contrario, uno por uno, en todos sus partidos”, añade. Así puede anticipar todos los escenarios posibles: “Si le hacían un cambio táctico, en tres segundos ya había reaccionado. Llegaba al banquillo y era alucinante. Tenía una radiografía milimétrica del rival en su cabeza, nunca le vi una libreta”, cuenta Álvarez. Sin medios del club para poder hacerlo, se buscaba la vida: “Pedía opiniones a amigos entrenadores que habían coincidido con cada jugador en algún momento. Los tenía a todos rastreados”, explica el gerente del CD Ebro.
En el análisis, detallado, y en la gestión del vestuario, directo y sin medias tintas. “No se esconde y no tiene problemas en decirles que juegan mal”, asegura Álvarez. En lo personal, alegre y campechano. “Tiene un corazón enorme”, afirma Mateu. Optimista hacia el futuro, Manolo no olvida sus orígenes. “Todavía nos visita habitualmente. Cada verano viene al torneo de históricos y hace ya casi 30 años que se fue”, cuentan en el FC Martinenc.
Con todo, el gallego criado en Barcelona parece ser el perfil que el Espanyol necesita, y así lo creen en todos los clubes por los que ha recalado el técnico. En las cuatro jornadas que lleva al mando, el equipo ha conseguido dos victorias —contra el Zaragoza y el Albacete— y dos empates —Tenerife y Burgos— que le han valido para colocarse segundo, en puestos de ascenso directo. “Le visité en el hotel el día de su debut y estaba súper tranquilo”, explica Álvarez, que mantiene relación con el entrenador blanquiazul desde hace 18 años. Calma en momentos convulsos y un gran conocimiento de la cantera parece ser la receta en la que confían en el RCDE Stadium. “Sabe lo que cuesta llegar arriba y tiene toda la ilusión del mundo”, subraya Hurtado. González es un perfil diferente, especialmente preocupado por la elaboración de la plantilla: “Con nosotros hacía también de director deportivo y tiene predilección por la gente joven”, detalla Mateu.
González tiene algo más que le hace especial, la confianza unánime de la que no gozaron sus antecesores. “Ha conseguido unificar a todo el entorno a veces raro del club”, confirma el exjugador del Espanyol. Y añade: “Tiene todo el apoyo de la afición porque es una persona que viene de abajo y eso el perico lo valora mucho. Es muy importante que haya cierta estabilidad”.
Por el momento, su andadura en el primer equipo terminará con esta temporada, a la que le quedan nueve jornadas, más otras dos si el Espanyol jugase playoff. Si quiere lograr el objetivo, el equipo deberá adaptarse a él y él a ellos. “Va a responder”, dice la tesorera del Ebro. “Ojalá suba. Por Manolo, porque le queremos mucho”, desea Mateu. Si lo consigue, habrá ascendido a Primera División en su primer año como entrenador en el fútbol profesional. El ascenso del Espanyol sería también el gran ascenso de Manolo González.
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