Bilbao entero celebra una victoria inevitable

La manera en que la ciudad, teñida de rojo y blanco, se ha entregado a la final de la Copa hacía inconcebible un desenlace distinto al de regalar a su afición el primer título en 40 años

Aficionados del Athletic Club siguen la final de la Copa del Rey en el estadio de San Mamés.Foto: JAVIER ZORRILLA (EFE) | Vídeo: EPV

Quizá la mejor observación de lo que se vivió este sábado en Bilbao la aportó Julia, una niña de siete años. En medio del ambientazo y los cánticos en la Plaza Nueva del Casco Viejo, a la hora del aperitivo, su padre le preguntó:

–¿Habías visto algo igual?

–Sí –respondió la niña–, en Dónde está Wally.

En realidad, era como Dónde está Wally, pero al revés. Si en los populares libros infantiles se trata de localizar entre las multitudes al personaje vestido con rayas rojas y blancas, este sábado en Bilbao el reto era encontrar, entre las hordas rojiblancas, a a...

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Quizá la mejor observación de lo que se vivió este sábado en Bilbao la aportó Julia, una niña de siete años. En medio del ambientazo y los cánticos en la Plaza Nueva del Casco Viejo, a la hora del aperitivo, su padre le preguntó:

–¿Habías visto algo igual?

–Sí –respondió la niña–, en Dónde está Wally.

En realidad, era como Dónde está Wally, pero al revés. Si en los populares libros infantiles se trata de localizar entre las multitudes al personaje vestido con rayas rojas y blancas, este sábado en Bilbao el reto era encontrar, entre las hordas rojiblancas, a alguien que no luciera los colores.

Se festejó todo el día. Se sufrió por la noche y, al borde de la una de la madrugada, se ganó a los penaltis. Después de esta jornada de absoluta locura en Bilbao, no podía concebirse otro desenlace.

Había 70.000 hinchas del Athletic en Sevilla. Pero en Bilbao no faltaba ni uno. Al término del partido, en el Casco Viejo, riadas rojiblancas marchaban por cada una de las siete calles. Las mismas calles que llenaron de cánticos desde la mañana las cuadrillas y las familias. Ya de noche, la maldición de seis finales perdidas en lo que va de siglo sobrevoló por momentos la abarrotada Plaza Nueva, presidida por una de las siete pantallas gigantes que se habían instalado en distintos puntos de la ciudad. Pero el cuarto penalti, el que lanzó Berenguer ajustado al palo derecho, desató la locura. Casi llega a tocar Greif, pero en el fútbol un casi solo puede significar todo o nada, y la distancia entre el balón y la mano del portero ya es infinita. Como la alegría que en esta madrugada inunda, como una ría desbordada, las calles de Bilbao.

Los jugadores del Athletic tras ganar la final de la Copa del Rey disputada hoy sábado en el estadio La Cartuja, en Sevilla. Julio Munoz (EFE)
Los jugadores del Athletic tras ganar la Copa del Rey en Sevilla frente al Mallorca.Alejandro Ruesga
Ernesto Valverde es manteado por sus jugadores tras ganar la Copa Del Rey al Real Mallorca en el Estadio de La Cartuja en Sevilla.Fran Santiago (Getty Images)
Ernesto Valverde con la copa de campeón en el Estadio de La Cartuja.Marcelo del Pozo (REUTERS)
El guardameta del Athletic Club, Julen Agirrezabala, despeja el balón ante el delantero albanés del Mallorca, Vedat Muriqi, durante el encuentro correspondiente a la final de la Copa del Rey que Athletic Club y Real Mallorca disputan hoy sábado en el estadio La Cartuja, en Sevilla.RAUL CARO (EFE)
Oihan Sancet celebra el gol del empate de su equipo ante el Mallorca.Alejandro Ruesga
Oihan Sancet empata el partido ante el portero RCD Mallorca, Dominik Greif.Alejandro Ruesga
Ernesto Valverde en la banda durante el partido.Fran Santiago (Getty Images)
El centrocampista del Athletic Club Íñigo Ruiz de Galarreta disputa el balón ante el centrocampista portugués del Mallorca Samú Costa.Raul Caro (EFE)
Vedat Muriqi del RCD Mallorca y Aitor Paredes del Athletic Club luchan por el control de un balón.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)
Momento en el que Nico Williams es consciente de que le han anulado un gol.Fran Santiago (Getty Images)
Javier Aguirre en un monento del partido.Fran Santiago (Getty Images)
Dani Rodriguez del Real Mallorca celebra el gol marcado al Athletic Club.Alejandro Ruesga
Dani Rodriguez marca para el RCD Mallorca.Fran Santiago (Getty Images)
Nico Williams del Athletic conduce el balón ante Martin Valjent del Real Mallorca.Fran Santiago (Getty Images)
El centrocampista del Athletic Club, Oihan Sancet, cae ante el defensa del Mallorca, Antonio Raillo, durante el encuentro correspondiente a la final de la Copa del Rey que Athletic Club y Real Mallorca disputan hoy sábado en el estadio La Cartuja, en Sevilla.Julio Muñoz (EFE)
Aficionados del Athletic Club desplegan una pancarta en su fondo, antes del encuentro.Alejandro Ruesga
Rafa Nadal saluda en el palco de La Cartuja, antes del encuentro.Alejandro Ruesga Sanchez
Javier Aguirre, entrenador del RCD Mallorca y Ernesto Valverde, entrenador del Athletic Club, se abrazan antes del comienzo del encuentro.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)
En el centro de la imagen el Rey Felipe VI , flanqueado por la Vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, el Presidente de Andalucía, Juanma Moreno y la Ministra de Educación y Deportes Pilar Alegría, entre otras autoridades, en el palco antes del inicio del encuentro correspondiente a la final de la Copa del Rey que Athletic Club y Real Mallorca disputan hoy sábado en el estadio La Cartuja, en Sevilla. Alejandro Ruesga Sanchez
El cantante Omar Montes durante su actuación antes del inicio del encuentro correspondiente a la final de la Copa del Rey que Athletic Club y Real Mallorca disputan hoy sábado en el estadio La Cartuja, en Sevilla. Julio Munoz (EFE)
Espectáculo en el fondo mallorquín antes de la final de la Copa del Rey de fútbol que se celebra esta noche en el estadio de La Cartuja, en Sevilla. Raúl Caro (EFE)
Aficionados del Athletic Club momentos antes de dar comienzo el encuentro que enfrenta a su equipo con el Real Mallorca en el Estadio de La Cartuja.Fran Santiago (Getty Images)
Todo preparado en el Estadio de La Cartuja para el comienzo de la Final de La Copa Del Rey, que enfrenta al Athletic Club y El Real Mallorca.Marcelo del Pozo (REUTERS)

A Javier Valdivieso, 23 años, camiseta del Athletic y rayas rojiblancas pintadas en la cara, los nervios le impidieron ver en la pantalla gigante los penaltis que acabarían regalándole el primer gran título de su vida. Dejó a los amigos en la plaza y salió a apoyarse en una pared, en cuclillas, agarrándose la cabeza con la mirada clavada en el suelo. “Hemos sufrido, hemos sufrido demasiado”, reconocía al terminar el partido, al borde de las lágrimas. “Ha habido un momento que pensaba que podíamos perder. Pero este equipo lo puede todo. Es increíble, esta es la mejor afición del mundo. Solo mira, y escucha esto”, decía, rodeado de hinchas eufóricos que coreaban incansables los mismos cánticos que aportaron desde la mañana la banda sonora de una jornada inolvidable.

Todo en Bilbao ha sido rojo y blanco este 6 de abril que quedará para siempre marcado en la memoria de un club único en el mundo, por su filosofía cabezona de contar solo con jugadores locales en un fútbol globalizado y por su especialísima unión con un territorio. Un club deseoso de regalar un título a unas generaciones, las nacidas después de 1984, que no habían podido hasta esta noche celebrar ninguno. Ahora ya lo llevan clavado en su corazón y caminan abrazados dejando en silencio el Casco Viejo, en dirección a sus casas, algunos, o a seguir la fiesta en Pozas aquellos que no quieren dormir.

Ya al mediodía, las calles del centro de la ciudad eran una fiesta. Desde el Casco Viejo, pasando por la inevitable Pozas, hasta San Mamés. Allí, en la explanada, se guardaba cola para fotografiarse con la mítica estatua en honor a Iríbar. En el campo se habían instalado también pantallas gigantes para que vieran la final contra el Mallorca 48.000 aficionados, un detalle del club hacia la afición y, en particular, hacia aquellos socios a los que el sorteo de entradas les privó de viajar a Sevilla.

Socios como Iñigo de Salvador, de 46 años. Son seis en la cuadrilla, se rifaron sus tres entradas y no le tocó. Pero los que quedan, con sus familias, estaban aquí en San Mamés. “Nadie contempla que se pueda perder, estamos de celebración, independientemente de quién gane”, decía, a primera hora de la tarde. Le acompañaban sus hijas de seis y cinco años, que soñaban ya con la gabarra navegando la ría con los jugadores, un sueño que finalmente se cumplirá este jueves. “Mi hija mayor tiene la edad que tenía yo la última vez que salió la gabarra”, explica. “Nosotros nos hemos tenido que conformar todos estos años con unos recuerdos difusos. Pero ellas tendrán fotos y vídeos. No se les olvidará nunca”.

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