El avance de la maternidad en el fútbol: otras ligas caminan hacia la normalización y España va a remolque
El orgullo con el que el Arsenal ha anunciado el embarazo de su estrella Amanda Ilestedt ejemplifica el germen del cambio en la gestión de la maternidad, mientras España avanza despacio por detrás de la liga inglesa y la estadounidense
La chispa del cambio en la gestión de la maternidad en el fútbol femenino ha comenzado y el Arsenal FC es un gran ejemplo de ello. El club inglés anunciaba esta semana con orgullo que su jugadora estrella, Amanda Ilestedt, está embarazada. Lo hizo a través de un vídeo en redes sociales, compartiendo el momento en el que su entrenador, Jonas Eidevall, comunicaba la buena nueva al resto de compañeras. Se trata de una política de comunicación y de respaldo poco habitual en los clubes profesionales, pese a que —aunque despacio—,...
La chispa del cambio en la gestión de la maternidad en el fútbol femenino ha comenzado y el Arsenal FC es un gran ejemplo de ello. El club inglés anunciaba esta semana con orgullo que su jugadora estrella, Amanda Ilestedt, está embarazada. Lo hizo a través de un vídeo en redes sociales, compartiendo el momento en el que su entrenador, Jonas Eidevall, comunicaba la buena nueva al resto de compañeras. Se trata de una política de comunicación y de respaldo poco habitual en los clubes profesionales, pese a que —aunque despacio—, se trabaja en la protección de los derechos laborales de las futbolistas que deciden ser madres. De hecho, en España todavía el 30% de las jugadoras profesionales descarta quedarse embarazada y elige proteger su carrera deportiva, según datos de un informe sobre maternidad y fútbol femenino de Futpro —el sindicato mayoritario de la Liga F, formado por futbolistas—.
“Tenemos que anunciar algo que nos va a afectar por una razón muy, muy feliz”, les decía Eidevall a sus jugadoras antes de proyectar la imagen de Ilestedt sosteniendo una ecografía. El sueco, en nombre del club, destacaba que le iban a “dar todo el apoyo y ayuda” que necesita durante el embarazo. Y añadía: “Después os daremos la bienvenida de nuevo con nosotros, a ti y al pequeño”. Acompañamiento durante el proceso y garantía de volver a los terrenos de juego, algo que no sucedía hasta hace muy poco y que todavía está en entredicho en algunos clubes —países como España no cuentan con un protocolo de maternidad unánime—. “Ha sido muy difícil no contaros nada”, comentaba entre risas la jugadora sueca, elegida como parte del once ideal del pasado Mundial de Australia y Nueva Zelanda. “Es fenomenal que lo traten con esa normalidad. Aunque es una pena que tengamos que destacar que lo hayan anunciado así, eso significa que todavía queda camino”, asegura Pilar Calvo, secretaria general de la Asociación de Mujeres en el Deporte Profesional. “Si sirve para que los demás clubes aprendan y hagan lo mismo, bienvenido”, añade.
Ser madre gestante y futbolista en activo no es común. En España, futbolistas como Melanie Serrano (Levante Las Planas), Irene Paredes (FC Barcelona) o Ivana Andrés (Real Madrid CF) fueron madres en los últimos años. Ninguna gestante. Quizá por miedo a consecuencias en su carrera deportiva, pues, según Futpro, el 46% de las jugadoras de nuestro país están preocupadas por las represalias que pudiera tener. Tanto es así que en la primera división española solo hay dos futbolistas que hayan sido madres gestantes: María Alharilla (Levante) y Marta Corredera (Real Madrid). Por el camino, Maider Irisarri, primera futbolista en serlo siendo profesional en activo en 2019, cuando militaba en Osasuna, de Segunda división. “Ningún equipo está preparado para temas como este”, reconocía Irrisarri al Diario de Noticias de Navarra. Corredera y Alharilla renovaron un año más tras anunciar su embarazo, como marca el convenio del fútbol femenino profesional. La primera, volvió a los terrenos de juego con su club. La segunda, no volvió nunca a jugar.
Según Futpro, el 90% de las jugadoras profesionales siente que es complicado conciliar la maternidad con el deporte de élite. Los principales miedos recaen en la finalización de contrato —un 60% lo teme— y en la discriminación a la hora de jugar —un 40% de futbolistas lo piensan, según Futpro—. Mientras, solo un artículo en el convenio colectivo del fútbol femenino contempla la maternidad. Y las directrices son escuetas: “Pueden decidir si renovar un año más o no hacerlo, sin especificar nada más”, explicó la presidenta de Futpro, Amanda Gutiérrez, durante la presentación del informe mencionado.
Sin todavía un protocolo de maternidad compartido en la Liga F —se intentó incluir sin éxito en el convenio que se negoció y aprobó en verano—, la Ley del Deporte, en su artículo 4.7, obliga desde 2023 a la creación de un plan específico. “Falta voluntad política para obligar al cumplimiento de la ley”, reclama Calvo. En la actualidad, sus derechos como mujeres embarazadas quedan sujetos, principalmente, al Estatuto de los trabajadores: 16 semanas de baja con el 100% de su base reguladora.
La protección a las futbolistas embarazadas avanza poco a poco. Hace poco más de tres años que la FIFA aprobó una reforma del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores y estableció los derechos de las jugadoras a la baja por maternidad y a retomar la actividad deportiva tras dar a luz. Se trata de un paraguas normativo de criterios mínimos, adoptado por la Federación Española en abril de 2021, que recoge una baja por maternidad de al menos 14 semanas y mantiene dos tercios del salario. Así como “facilitar la integración con apoyo médico y físico para reincorporarse al trabajo”. La regulación también prohibió las cláusulas anti-embarazo y las rescisiones de contrato, considerando el despido como improcedente con su correspondiente indemnización.
Las cláusulas anti-embarazo suponían una prohibición no reconocida por los clubes, pero confirmada por jugadoras como Sandra Castelló (Sporting de Huelva). “No está permitido en todos los clubes. Muchas veces no estamos informadas de los contratos, no sabemos qué es lo que aparece en ellos además del salario”, aseguró a la revista Panenka. Calvo afirma que el problema está en la tipología de los contratos: “La mayoría de jugadoras no tienen contratos laborales, son mercantiles. Por eso había cláusulas anti-embarazo, porque uno mercantil es privado y no hay que registrarlo en ningún sitio ni tiene por qué verlo nadie. Se lo dan a la jugadora y si quiere firmar bien y si no, adiós”.
Al puzzle de la maternidad en el fútbol femenino, hay que sumar las condiciones salariales —de acuerdo al nuevo convenio, las jugadoras cobran 21.000 euros el primer año, hasta llegar a los 23.500 el tercero—. Antes de la mejora y sin disponer todavía datos de si ha cambiado el porcentaje, según el sindicato mayoritario, el 30% de las jugadoras profesionales de nuestro país tiene miedo a ser madre porque el salario mínimo hace que su economía sea demasiado inestable. “Los futbolistas tienen hijos con 20 años, porque son multimillonarios. Con ellas es diferente”, apunta Pilar Calvo.
Con todo, el Mundial de Australia y Nueva Zelanda fue el primero en muchos aspectos para una selección española que levantó el trofeo y avanzó en conciliación familiar —más allá de la crisis sin precedentes en la Real Federación Española de Fútbol, por el Caso Rubiales—. Aquel torneo fue el primero en el que la RFEF permitió que las jugadoras llevasen a sus hijos menores de dos años, proporcionando cuidadores para cuando estas estuvieran entrenando, jugando o en dinámica de equipo de cualquier tipo. Los mismos pasos siguieron en Alemania y en Francia. “Para nosotros también es un proceso de aprendizaje”, dijo la entonces seleccionadora alemana, Martina Voss-Tecklenburg.
Al hablar de selecciones y maternidad es imposible no recaer en la femenina de Estados Unidos, con Alex Morgan como punta de lanza —pionera en quedarse embarazada estando en activo y regresó a jugar al Tottenham cuando todavía la FIFA no había aprobado ninguna normativa ni protección—. La que entonces era campeona del mundo contó con tres madres en su convocatoria del último Mundial: Morgan, Crystal Dunn y Julie Ertz. Precisamente son las jugadoras internacionales las que mejores coberturas tienen, pero también los clubes de la NWSL ofrecen ayudas para el cuidado de los hijos a sus futbolistas. “Pagan por la nanny, los billetes de avión, los hoteles, la comida… Me hace sentir que puedo ser la jugadora que fui antes, y aún mejor”, declaró Morgan a Mundo Deportivo durante la celebración de la gran cita en tierras australianas.
“Quieren ser madres y deben poder serlo”, reclamó la presidenta de Futpro en la presentación del primer informe sobre los miedos de las futbolistas respecto a la maternidad. Un 58% se hubiese planteado formar una familia antes si no se dedicase al deporte de alto nivel. “Hay que adaptar el fútbol y dejar de tratar al femenino como si fuese el masculino. Hay que buscar información y tomar acciones”, aseguró. Aunque lejos de la normalización unánime en el mundo del fútbol, la actitud del Arsenal parece indicador de que el fútbol femenino va por buen camino. También en la gestión de la maternidad.
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