La celebración de la Eurocopa de España por las calles de Madrid: “Esto es solo el principio”
La selección festeja el cuarto título europeo con miles de aficionados que inundan el centro de la capital y el mensaje impreso en el autobús de los jugadores de que este éxito no será aislado
“Como una potra salvaje/ Que en el oleaje no pierde el sentido / No quiero riendas ni herrajes / Y en los homenajes me pongo un vestido”. Así suena la campeona de Europa, el estribillo que se ha extendido como el aceite en la ruta de España a su sorprendente éxito en el centro de Europa. Un triunfo que solo los muy creyentes se atrevieron a pronosticar hace un mes. Y una canción que, más allá de mover las caderas de la Roja, también tiene que ver con la conquista del equipo. El tema lo publicó en 2021 bajo el nombre de Potra salvaje una segoviana, Isabel Aaiún, que era una jinete y cetrera. No encontró gran eco al principio, hasta que, gracias a un remezcla de 2023 y lanzaderas como Radio Verbena FM, la melodía empezó a subir de volumen. La selección de fútbol la ha terminado desbocando. Nadie esperaba este hit, ni su protagonista, como tampoco (casi) nadie esperaba la cuarta Eurocopa. Por supuesto, la fiesta atestada de Cibeles se cerró en la medianoche de este lunes con Potra salvaje, con Aitana como telonera.
Por el escenario apareció Ibai Llanos, pero el jefe del micrófono fue Álvaro Morata, que tras recordar a los pioneros (Casillas, Xavi, Pujol...) presentó uno a uno a sus compañeros: “Carvajal, el jabalí de España, ¿dónde está Musiala?”; “Fabián es una farola entrenando, no se mueve”; “Mikel Merino, el espíritu de Puyol”; “Rodrigo, nos hemos picado un par de veces, pero es un Balón de Oro” (mientras Joselu señalaba a su cuñado Carvajal); “Nico, en Bilbao le han echado una gasolina que no existe”; “Lamine ha pasado de liarla en clase a liarla en la Eurocopa”; “Oyarzabal, ¿qué te dije el día de la final? Que te olía el pie a gol”; “Navas es una leyenda, habría que meterlo en la Federación o en el Gobierno”... Y así uno a uno. Luis de la Fuente fue manteado antes de dejar un mensaje de fondo (“este equipo es un ejemplo, unidos somos más fuertes”) y arrancarse sin chuleta con un Julio Iglesias en compañía de su amigo Patxi Salinas. Mientras, Rodri no paraba de gritar “Gibraltar es español”. Morata le tuvo que recordar que jugaba en Inglaterra.
Desde los festejos del Mundial de 2010, cuando más de un millón de personas tomaron las calles, la selección no se pegaba un fiestón de este tamaño con su gente. Los jugadores se habían bajado de un autobús que llevaba impreso un mensaje al mundo: “It’s only the beginning” (Esto es solo el principio). Una advertencia en inglés a sus rivales, un golpe de pecho, nada casual después de un triunfo que solo los más optimistas habían intuido. En mitad de la euforia, la selección quiso decir que este no será un triunfo episódico.
El Airbus A321 Delta del Llobregat de Iberia, con la expedición dentro, había aterrizado en Barajas con casi una hora de retraso, sobre las 15.00, pero la visita a La Zarzuela no suele admitir demoras gratuitas. Así que a las 18.30, como un clavo, el autobús de la Roja cruzó el umbral de la residencia real. Les recibieron unos reyes rojos. El Rey, con la corbata de ese color; la Reina, con un vestido colorado; y la princesa Leonor y la infanta Sofía, con la elástica de Dani Olmo. La sorpresa estética la puso Cucurella, que de repente recogió su melena cardada en una discreta coleta samurái. El prometido tinte llegará, aseguró su pareja, mientras el jugador compadreaba con Ibai Llanos.
“Queremos más”
El siguiente apeadero diplomático les llevó a La Moncloa, donde les atendió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. “El problema, seleccionador”, terminó dirigiéndose a Luis de la Fuente, “es que queremos más. Tenemos el Mundial de 2026 y luego el Mundial en España [en 2030]”, le recordó.
Finalizado el peaje institucional más estricto (justo antes de subirse al escenario les tocó el recibimiento del alcalde de la capital en presencia de la infanta Elena), los chavales de Luis de la Fuente se adentraron en las calles abarrotadas de Madrid a bordo de un autobús descapotable, con el presidente federativo Pedro Rocha incrustado en la fiesta de los jugadores, para encontrarse con la chavalada que se tiró al asfalto en una jornada de chicharra, aunque menos de la temida.
El vestuario andaba distribuido en familias naturales. Los veteranos Carvajal, Nacho, Morata y Joselu en la parte delantera. Los realistas, en el lateral izquierdo. Los pipiolos Lamine (sin soltar el micrófono) y Nico, en el ala derecha. El discreto Unai Simón, en el centro, sin parar de bailar. Rodrigo alzando el trofeo mientras entraba a la plaza de Colón como los conquistadores. Y Luis de la Fuente, con una riñonera camuflado entre la juventud. “Esto es solo el principio”, quisieron decir más allá de la fiesta.
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