El día que Kroos abandonó las botas negras tras perder contra España
El alemán, que puede terminar su carrera este viernes contra la selección, se pasó a las blancas, que sigue usando hoy, después de caer con la Roja en la semifinal del Mundial de Sudáfrica de 2010
España ya marcó un final de Toni Kroos. Y Toni Kroos cogió aquello y lo transformó en un rasgo singular. Sucedió a 9.000 kilómetros de aquí, en Durban. El domingo hará 14 años: entró a la semifinal del Mundial de Sudáfrica por Trochowski en el 62, todavía con 0-0, y diez minutos más tarde vio a Puyol anotar el tanto que le envió a casa. Allí acabó su primer Mundial, y allí acabaron también sus botas negras.
Cuando empezó la temporada siguiente con el Bayern, se pasó al blanco. No se ha movido de ahí, y de...
España ya marcó un final de Toni Kroos. Y Toni Kroos cogió aquello y lo transformó en un rasgo singular. Sucedió a 9.000 kilómetros de aquí, en Durban. El domingo hará 14 años: entró a la semifinal del Mundial de Sudáfrica por Trochowski en el 62, todavía con 0-0, y diez minutos más tarde vio a Puyol anotar el tanto que le envió a casa. Allí acabó su primer Mundial, y allí acabaron también sus botas negras.
Cuando empezó la temporada siguiente con el Bayern, se pasó al blanco. No se ha movido de ahí, y de ese gesto sencillo, de esa insistencia, hizo algo único. Como su juego: parecr sencillo, poco sofisticado, pero resulta irreplicable. “Sé que muchos pensarán que estoy loco, pero para mí es importante mirar abajo y ver unas botas blancas”, explicó hace tiempo. “No sé si tengo algún problema psicológico, pero necesito jugar con botas blancas. Si no, no me siento cómodo”.
La comodidad aumentó el apego. Tanto, que en un mercado cada vez más veloz de modelos efímeros, él se plantó en uno de 2013, las Adipure 11Pro. Incluso más atrás, porque la placa de los tacos en realidad pertenecía a un modelo anterior. Se destruyeron todos los moldes de aquellas botas y solo se conserva en la fábrica el de su talla, la 43, para poder seguir sirviéndole.
El guardián de esa obsesión es Adidas, que también custodia su último sueño en el fútbol, el que le hizo regresar a la selección nacional hace unos meses después de renunciar en 2021. “Este equipo tienen una oportunidad de oro de ganar”, dijo este miércoles para explicar su regreso en la sede central de la marca, en la localidad bávara de Herzogenaurach, donde la fundó Adi Dassler en 1949. Al lado de los edificios de oficinas donde trabajan 6.000 personas, del gran aparcamiento y del lago sobrevolado por cometas, se ha instalado la selección alemana, en un complejo de pequeños cubos de cuatro habitaciones diseñado en 2020 por el estudio danés Cobe. A un paseo del campo de entrenamiento. Allí, cuando Kroos mira por el gran ventanal mientras consume sus últimos días como futbolista profesional, se encuentra un bosque de pinos, árboles de hoja caduca y arbustos, una parcela abandonada en 1992 por el ejército estadounidense.
Las estancias no tienen cocina ni nevera por petición de la federación alemana a los arquitectos. Querían que los jugadores necesitaran recorrer las pasarelas de madera que comunican los cubos, entre los árboles, y se mezclaran más a menudo en las zonas comunes. Hay cantina, salas de reuniones, de juegos y una pantalla gigante al aire libre, que los primeros días no podían usar por la salvaje plaga de mosquitos.
En el rato durante el que este miércoles abandonó el bosque, Kroos reflexionó sobre el final de su carrera, que podría producirse este viernes en Stuttgart si pierden contra España los cuartos de final de la Eurocopa (18.00, La1): “Claro que lo tienes en la cabeza. Es difícil decir que no. Pero es más una motivación para que todavía no sea el último partido. Lo viví en los octavos. Podía ser el último, pero no me molestó. Es una motivación grande poder alargarlo, ojalá hasta la final”, dijo. “Sé que el fútbol ya no jugará un papel central en mi vida, pero no me asusta, porque fui yo quien tomó la decisión. Sé que lo echaré de menos, porque aún lo amo, pero prefiero elegir yo la fecha como he hecho en lugar de que lo hagan otros”.
En sus últimos días en el fútbol, su impacto está resultando formidable. Su regreso ha contribuido de manera determinante a enderezar una selección que se fue deshecha del Mundial de Qatar bajo la dirección de Hansi Flick y que empezó con dos malos resultados cuando Julian Nagelsmann asumió el cargo el pasado mes de septiembre. Poco después, con la colaboración de Toni Rüdiger, convenció a Kroos para regresar al equipo, en el que ocupa un punto central alrededor del cual giran todos los engranajes.
Ya se fue del Real Madrid jugando a un nivel altísimo y con su sexta Champions, y sigue desplegando un fútbol de muchos quilates en el torneo de su país. Es el eje de todo: el futbolista que más pases da en el campeonato, 96 por partido, con una precisión muy alta, del 91% pese a los riesgos que asume. Kroos es el centrocampista de la Eurocopa que menos pases da hacia atrás, solo el 4% de todos, y el que más veces consigue llevar el balón al último tercio del campo contrario: 15,2 por partido. Es uno de los mayores creadores de ocasiones de cualquier posición, algo en lo que solo le superan Eriksen, Nico Williams y Yamal. Da 3,1 pases clave por partido.
Este miércoles Joselu, excompañero en el Madrid, verbalizó un deseo: “Esperemos retirar a Toni el viernes”. Kroos, con sus botas blancas post España 2010, retocadas de dorado para la despedida, se resiste: “No creo que vaya a ser mi último partido”.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.