La venganza de Bellingham: “La gente habla demasiado; hay presión de alta intensidad”
Southgate ha construido a Inglaterra a la medida del centrocampista del Madrid, que se ufana de escribir el “guión” de una Eurocopa que su equipo juega a duras penas: “¿Quién si no?”
“Yo escribo el guion”, dijo Jude Bellingham, “¿quién si no?”. Seguro de presumir de que él gobierna el destino de Inglaterra en la Eurocopa, tras la mirada angustiada del centrocampista del Madrid se escondía un amor propio descomunal. Hablaba para la televisión, el pasado domingo por la noche en Gelsenkirchen. Su selección acababa de clasificarse para octavos después de que él metiera el 1-1 ante Eslovaquia en el minuto 95 para así conseguir arañar la prórroga, al cabo d...
“Yo escribo el guion”, dijo Jude Bellingham, “¿quién si no?”. Seguro de presumir de que él gobierna el destino de Inglaterra en la Eurocopa, tras la mirada angustiada del centrocampista del Madrid se escondía un amor propio descomunal. Hablaba para la televisión, el pasado domingo por la noche en Gelsenkirchen. Su selección acababa de clasificarse para octavos después de que él metiera el 1-1 ante Eslovaquia en el minuto 95 para así conseguir arañar la prórroga, al cabo de un cuarto partido tan pobre como el 1-0 a Serbia, el 1-1 con Dinamarca y el 0-0 con Eslovenia. Tan poco productivo en jugadas de ataque que la mitad de los hinchas ingleses habían abandonado el campo con la victoria virtual eslovaca grabada en el marcador. Viajaron hasta el estadio más remoto de Alemania, el peor comunicado del torneo, y lo que habían visto, una vez más, les había hecho pensar que no valía la pena quedarse un minuto más.
Hasta el domingo, el guion de Bellingham en la Eurocopa se parecía a una pesadilla. El hombre al que sus patrocinadores proclaman como futuro Balón de Oro, había producido un tiro, una ocasión y un gol en los tres encuentros disputados. Contra Eslovenia tocó fondo: cero tiros, cero ocasiones creadas, cero robos de balón, apenas un 12% de pases hacia adelante, el 22% de los duelos ganados, el peor ratio del equipo, y el que más balones perdió, hasta 16 pelotas en poder del adversario. Dio igual. Su seleccionador, Gareth Southgate, se aferró a una idea. “Jude es uno de los mejores jugadores de la historia de Inglaterra”, dijo. El equipo debía jugar para él.
Stones, Walker, Mainoo, Rice, Palmer, Warthon, Eze, Foden, Saka y Harry Kane son, probablemente, el grupo de futbolistas ingleses más dotados para el juego combinativo desde la plantilla que levantó la Copa del Mundo en 1966. Todos tienen la habilidad de asociarse mediante el toque y el movimiento constante. Así demostraron ser profundos y devastadores en el City, el Arsenal, el Palace o el Bayern. Sin embargo, Southgate ha diseñado al equipo para que canalice las jugadas por las bandas y todo acabe en centros. Contra la naturaleza de sus futbolistas más talentosos. Es raro ver a Kane y a Foden tirando paredes por el medio en una estructura concebida para que la pelota avance por los costados y acabe en la cabeza de Bellingham. “Inglaterra”, ponderó un analista del Arsenal; “es la filarmónica de Viena, pero solo tocan Paquito el Chocolatero”
Bellingham no es un fondista y esto condiciona su juego. Sus pases buenos se limitaron a 26, menos que ninguno de sus compañeros desplegados en la zona ancha: Rice, 80; Stones, 121; Mainoo, 65; Saka, 43; y Foden 35. Contra Eslovaquia, como en el resto de los partidos de la Eurocopa, acabó por abandonar el mediocampo para meterse en el área a explotar su olfato de cazador. El instinto que le aleja de las marcas de los defensas y advierte líneas de desmarque, rechaces, rebotes, peinadas y balones aéreos antes que nadie. A la altura de los mejores palomeros.
Expediente de la UEFA por gestos obscenos
Remató dos veces. Una fue gol. El gol salvador. Se produjo tal y como lo habría proyectado Benito Floro, el entrenador que profetizó que los saques de banda, única acción reglamentaria que autoriza que un jugador de campo pase la pelota con la mano, serían el futuro de fútbol. Walker lanzó desde la banda al área, Toney peinó en el primer palo y Bellingham dio un paso atrás para despistar a Vavro, su marcador, antes de rematar de chilena. “Lo habíamos ensayado”, confesó el jugador, tras la hazaña. “Hemos conseguido crear caos”, se ufanó Southgate, que tanto desconcierto genera en los rivales como en sus propios jugadores.
Fue el sexto gol de Bellingham en el tiempo de descuento en lo que va de temporada. Fue decisivo como los que metió al Braga, al Union Berlín, al Nápoles, al Celta, al Getafe, al Barça y a Serbia. “Sé lo que puedo hacer en esos momentos, sin importar lo que diga la gente”, declaró, visiblemente indignado. “Lo he demostrado con el Madrid esta temporada y lo he hecho para Inglaterra antes”.
“Estás a 30 segundos de irte a casa y has tenido que oír toda la basura que dicen de ti y sientes que has dejado tirada a la gente”, lamentó, en referencia a los expertos que le han criticado en la televisión inglesa. “Jugar para Inglaterra debería ser el momento del que más orgulloso te sientes en tu carrera, pero con demasiada frecuencia es muy difícil. La gente habla demasiado. Realmente hay presión de alta intensidad”.
Este lunes la UEFA abrió un expediente para determinar si Bellingham se dirigió a la grada, o al banquillo de Eslovaquia, haciendo gestos obscenos, tal y como parecen reflejar algunos vídeos. El jugador publicó en la red social X que solo se trató de una broma con unos amigos que estaban en la tribuna.
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