Con Mbappé y sin Mbappé, Francia naufraga
El empate ante Polonia relega a la selección de Deschamps al segundo puesto del grupo tras haber marcado solo dos goles en tres partidos
Con Mbappé o sin Mbappé esta Francia no enamora. Y tampoco gana. Ayer se vio incapaz de batir a una Polonia que se presentaba a la cita con la única tarea de defender el orgullo ante los 30.000 compatriotas que la jaleaban. El traspié que supuso el empate y la victoria de Austria ante Países Bajos han relegado a la vigente subcampeona del mundo a la segunda plaza del grupo. Esto la lleva al lado del cuadro por el que circula España. Si Inglaterra queda segunda de su grupo también irá por ese flanco que se ha envenenado con el traspié francés y la gesta austriaca.
No ha logrado Didier Deschamps que sus futbolistas plasmen la superioridad que se les supone. Francia ha dejado tres partidos inanes en esta fase de grupos en la que solo ha sido capaz de marcar dos goles, uno de penalti, el de ayer de Mbappé y el del austriaco Wober en propia puerta. El saldo es raquítico para una selección que a priori cuenta con un arsenal envidiable.
No tiene gol Francia, pero tampoco juego. Funcionó ante la aguerrida Polonia a espasmos de Mbappé, de Dembélé o de Barcola. Fue Dembélé el que empezó caliente. Al cuarto desborde puso un centro raso que cazó Theo Hernández en el segundo palo. Skorupski, con el pie, anunció la tarde inspirada que tuvo. Probablemente no haya un extremo en todo el panorama internacional que salga más veces ganador de los uno contra uno y más los desperdicie con un mal centro o un disparo atrofiado. Una de esas conducciones en las que Kanté parece una mini tuneladora que perfora líneas con la pelota pegada al pie la culminó el propio Dembélé contra el cuerpo del meta polaco.
Después de esa ocasión Francia se atascó. Incluso Maignan se vio amenazado después de que un centro templado de Zielinski lo rematara picado Lewandowski. Medio palmo faltó para que fuera gol.
Sin Griezmann, al que Deschamps dio descanso, los bleus no encontraban quién armara juego. La pausa por los 30 grados y la justiciera canícula se convirtió más en un tiempo muerto de baloncesto que en un espacio para el refrigerio. Deschamps, alterado por el juego de su equipo, montó un corro para dar indicaciones.
Del receso salió más activo Mbappé. Hasta ese momento había ocupado el centro del ataque y rehuía los choques. Lo mismo hizo en los saques de esquina, donde se refugiaba en el segundo palo para evitar los avisperos de golpes y contactos que se dan en el corazón del área. Fue de su sociedad con Barcola donde pudo acercarse al gol. Primero con una pared y después con un taconazo de su compañero en el PSG. En ambos casos Skorupski le tapó bien los espacios por su palo.
Del descanso emergió una Francia más afilada y dispuesta a hincarle el diente a la correosa y ordenada Polonia. En este tramo sí se vio a un Mbappé dispuesto a ejercer su liderazgo. Se fue al pico del área para sacar dos roscas de las suyas. Una se le fue por poco y la otra fue repelida por Skorupski. Lanzada Francia, se puso por delante después de que Dembélé fuera zancadilleado cuando pisó área. Mbappé escogió un rincón para marcar su primer gol en una Eurocopa. Como cuando sonó La Marsellesa, se quitó la máscara que le protege su maltrecha nariz. No parece que le agrade que de su imagen en los momentos más emotivos forme parte el protector que le han diseñado.
Ya con el viento a favor de la ventaja en el marcador, Deschamps retiró a Kanté, Rabiot y Barcola a falta de media hora. Entraron Griezmann, Camavinga y Giroud, al que la hinchada francesa reclamaba desde el inicio del segundo tiempo. La maniobra de Deschamps derrumbó a Francia. Prescindir de Kanté y Rabiot, sus dos mejores guardianes de partidos con marcadores ajustados destrozó el andamiaje defensivo de los bleus.
El derrumbe galo dio paso a una Polonia envalentonada que comenzó a cercar el área de Maignan hasta que arrancó el penalti de Upamecano a Swiderski después de que desde el VAR llamaran al colegiado para que viera el lance en el que de primeras no vio falta alguna. Fue Lewandowski el encargado de ejecutarlo. Tuvo que hacerlo por dos veces, porque Maignan le detuvo el primero por no mantener el pie detrás de la línea de gol antes del golpeo. A la segunda, Lewandowski no perdonó y condenó a Francia a ser segunda de grupo.
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