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Iván Balliu, el fichaje catalán de Albania que calcula cuándo se va a cansar el rival

La federación del rival de España localizó al lateral del Rayo Vallecano por su apellido, rastreó sus antepasados y lo nacionalizó en 2017

Iván Balliu, en el estadio del Rayo Vallecano.Samuel Sánchez

El día del debut como internacional absoluto de Iván Balliu (Caldes de Malavella, 32 años) sonaba en bucle el “Que viva España” en el calentamiento en el estadio Rico Pérez de Alicante. El lateral del Rayo Vallecano, entonces en el Metz francés, empezó a preocuparse: “La canción se te pega, y se me iba metiendo ahí…”, recuerda. “Y yo pensaba, hostia, que no se te pegue, a ver si te graban cantando…”. Aquel 6 de octubre de 2017 Balliu estaba a punto de estrenar la camiseta de Albania contra España. “Pensaba: ‘Pero si...

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El día del debut como internacional absoluto de Iván Balliu (Caldes de Malavella, 32 años) sonaba en bucle el “Que viva España” en el calentamiento en el estadio Rico Pérez de Alicante. El lateral del Rayo Vallecano, entonces en el Metz francés, empezó a preocuparse: “La canción se te pega, y se me iba metiendo ahí…”, recuerda. “Y yo pensaba, hostia, que no se te pegue, a ver si te graban cantando…”. Aquel 6 de octubre de 2017 Balliu estaba a punto de estrenar la camiseta de Albania contra España. “Pensaba: ‘Pero si tengo más amigos en el equipo rival que en el mío…’. Estaban Bartra, Piqué, Busquets… Isco también, que en las categorías inferiores de España siempre estaba con él”.

Balliu es un producto de La Masia, a la que llegó con 12 años, donde fue escalando jugando como pivote hasta ser capitán del juvenil del triplete en el que también estaba Sergi Roberto, y de la que salió nueve años más tarde, tras jugar en el filial, rumbo al Arouca portugués, ya como lateral. En su segunda parada, en el Metz, en la temporada 2016/17, recibió una llamada que resolvió algo misterioso que le sucedía en las redes sociales: “Por Twitter siempre me llegaban mensajes en albanés y pensaba, se deben de confundir. Los miraba con el traductor automático y me daban ánimos, me ponían banderas de Albania…”, recuerda.

“Un día me llaman por teléfono de la federación de allí y me dicen: ‘Tu apellido es albanés’. Me preguntan si tenía familia albanesa, y yo lo desconocía. Es verdad que mirando en las aplicaciones estas que dicen de dónde proviene tu apellido, en España somos 60 Ballius, y allí hay como 4.000. Así que está claro que nuestra familia proviene de ahí”, cuenta. “Después, hacemos una reunión con el presidente de la federación en París y me explican todo”. Albania tiene un departamento para rastrear futbolistas de élite descendientes de los cientos de miles de emigrados desde la Segunda Guerra Mundial. De los 26 de la Euro, solo siete nacieron en el país. “Y les digo: ‘Pero con esto no tendré ningún problema, ¿no?’. ‘No, no, tranquilo’. Con mi padre, buscamos el papeleo, la federación sacó los del pueblo de mi bisabuelo [el que emigró], y conseguimos hacer el pasaporte”.

Iván Balliu, en el estadio del Rayo Vallecano el 23 de mayo.Samuel Sánchez

Por entonces, Balliu había perdido el hilo de la selección española. “Lo vi como una oportunidad buenísima. Con España, imposible. Y ellos venían de jugar la primera Eurocopa en 2016…”. Aterrizó en Tirana cuando el plan de crecimiento del fútbol comenzaba a despegar. “Antes íbamos a un hotel con su típico campo de hierba natural. Ahora tenemos una ciudad deportiva ultra moderna y han construido un estadio nacional espectacular”. Con futbolistas pescados en tantos sitios, no tuvo problema con el idioma: había muchos suizos y él hablaba francés. También muchos que jugaban en la Serie A. Y el seleccionador, Panucci, dominaba el español. “El himno sí lo he aprendido, porque lo canto en cada partido. Y estoy intentando aprender el idioma, voy mirando palabras. Pero es difícil; se habla poco albanés en las concentraciones”.

Si Luis de la Fuente repite el plan de los dos primeros partidos, a Balliu le tocaría defender a Nico Williams, la gran sensación del torneo. “Esperemos que ya descanse…”, bromeaba hace unos días el futbolista, meticuloso con las previas. “Me gusta mucho preparar los partidos por los datos físicos de él. Tengo los míos y digo: si yo a alta intensidad hago, ponte, 1.000 metros y este extremo hace 600, digo, pues en la primera parte, aunque sé que no me la van a dar, le voy a tirar 15 sprints y lo canso. O digo, a este no le puedo dejar correr, le tengo que chocar…”. Aunque con el extremo del Athletic no es tan sencillo: “Además de alta intensidad, este tiene piernas. Se come los kilómetros y es rapidísimo. No es un jugador que simplemente te pica al espacio, sino que también te recibe al pie y viene a por ti”.

Además de en los números, Balliu confía en la afición albanesa. Muchos viven en Alemania: “Va a ser brutal. España no tiene nada que hacer”, bromea. “Para el último partido de clasificación en casa se agotaron las entradas. Había un concesionario que te regalaba una si comprabas un Smart. Y había gente que compraba el coche para poder venir”.

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