La perfección de Elhousine Elazzaoui, de nuevo campeón de las Golden Trail World Series
El marroquí revalida su título en la general con el máximo de puntos tras dominar el complejo trazado de la gran final en los Alpes italianos de Ledro
Elhousine Elazzaoui acabó 2024 como el primer africano que ganaba la general de las Golden Trail World Series con su infalible táctica de someter en la última bajada a rivales que ya no eran capaces de dejarle subiendo. Un año después, no solo repite corona, con el máximo de puntos en juego, sino que se ha convertido en un corredor total. La gran pesadilla de los kenianos, que no pueden con él ni jugando en equipo. Frente a las exhibiciones de los mejores tiempos de Kilian Jornet o Rémi Bonnet, su táctica es otra, la de la máxima eficiencia. Nunca unos pocos segundos, los 20 que le metió a Patrick Kipngeno parecieron tan inabordables. La fórmula con la que resolvió entre los lagos italianos de Ledro y Garda, escondidos este domingo entre la niebla, la carrera final del calendario —con 21 kilómetros y más de 1.600 metros de desnivel positivo— es la de sus victorias en California y México. Él decide cuándo se va y el resto no encuentra guion alternativo. Si a eso añadimos que ganó por primera vez en Zegama, la maratón más cotizada del mundo, y el triunfo el viernes en el prólogo cronometrado de la final, tenemos la perfección.
Las Golden reparten los puntos a través de un calendario de ocho pruebas de las que cuentan los tres mejores resultados. Philemon Kiriago, campeón hace dos semanas en la distancia corta de un Mundial al que Elazzaoui no acudió por falta de apoyo de su federación, y Kipngeno, con otras dos victorias por barba, forzaron un empate práctico antes de la final, que lo decidiría todo. Pero el tirano no ofreció grietas. Una superioridad que evidenció en el prólogo: siete kilómetros con más de 500 metros de desnivel positivo que completó en 32m24s, 2m14s menos que el segundo, un abismo en tan poco tiempo. La prueba de que tiene más balas de las que gasta en carrera. Aquello valía 100 puntos, por los 300 de la final: un mal día y todo al garete. Y no es por la falta de nivel, pues cuatro hombres bajaron de las dos horas un recorrido minado, literalmente, pues el viernes apareció una granada, el vestigio de una zona de trincheras de la Gran Guerra. El marroquí ganó en 1:58:30; el keniano Paul Machoka cerró el podio a 1m02s.
Venció en un circuito que ofreció todas las durezas. La de una subida sin respiro de más de un kilómetro vertical y medio. El sube y baja de una cresta que separa cumbres secundarias —Cima Parì, Cima Sclapa y Cima d’Oro— en un sendero en el que apenas caben dos pies, lo que exige atención constante en la peor de las fatigas para ver entre la niebla a los voluntarios que señalan un par de saltos entre piedras separadas para superar una brecha en la que es mejor no caer. La de un descenso que no solo es inclinado, sino tramposo, por mezclar una traza encajonada entre piedra con grandes escaleras a la sombra y toboganes boscosos en un manto de raíces. Tras navegarlo ileso, Elazzaoui, vestido como siempre con su atuendo bereber en las ceremonias de premios y las fiestas, se concedió un premio. “Una cerveza”.