Sin Pogacar o Vingegaard, esta Vuelta a España se la piden todos

En un día mágico y victorioso para Pablo Castrillo y el Kern Pharma, el ramillete de corredores que se postulan como candidatos a la corona sacan la bandera blanca

Pablo Castrillo festeja el triunfo de etapa en lo alto de la Estación de Montaña de Manzaneda.Javier Lizón (EFE)

Pogacar renunció a la Vuelta y con ello a entrar en la historia, a obrar un triplete nunca visto -Giro y Tour, ya en el bolsillo-, aconsejado por su equipo, el UAE, que mira más a su salud a medio y largo plazo que a sus registros. Del mismo modo, Vingegaard y Evenepoel tampoco incluyeron la competición en su hoja de ruta del año y el resto de los ciclistas se frotó las manos, pues sin los tres animales en la carretera todo era posible. Una hipótesis que se está subrayando en la Vuelta. Aunque en la Ribeira Sacra, tierra gallega de rocambolescos viñedos, del imponente Cañón del Sil, de montañas escarpadas y belleza superlativa, no se desató batalla alguna, día de asueto a la espera de que la carretera todavía se empine más. Fue, sin embargo, la etapa de fiesta para el Kern Pharma, toda vez que Pablo Castrillo logró su primera victoria en la Vuelta -como corredor y también para el equipo en su historia-, el mejor homenaje posible para Manolo Azcona, creador de la escuadra AD Galibier, después estructura Lizarte y ahora Kern Pharma, fallecido la pasada madrugada a los 71 años.

Ocurre que, en esta Vuelta, el favorito Roglic -tres coronas en el zurrón- sigue empecinado en la reconquista porque O’Connor descompuso el certamen allá en la etapa seis, una escapada sin igual. Mas tiene piernas y ambición, versión atildada, y Carapaz, que ya se hizo con un Giro (2019), amén de otro podio en cada una de las grandes, al fin se ha metido en la pelea por la general tras dos años aireando sus ambiciones, casi siempre frustradas. Aunque hay más, pues Landa, Carlos Rodríguez y Yates piden turno, enfocados en las montañas que están por venir, pocas como las de mañana en Ancares y, sobre todo el domingo en Cuitu Negru.

Los diferentes directores de los equipos aplauden la igualdad. “Mejor que no estén los tres grandes. Porque que te ganen un día 10 a 0 está bien, pero que lo hagan día sí y día también, ya aburre. Aquí se pone el marcador a cero y se corre de una manera diferente, con más ataques”, conviene Pablo Lastras, del Movistar. “En esta Vuelta el que gana es el ciclismo, espectáculo de alto nivel sin un dominador claro”, resuelve Juanjo Oroz, del Kern Pharma, que aporta un dato clave: “El calor de Andalucía hizo que todo el mundo estuviera consumido. Un condicionante que puede marcar porque todavía queda mucha dureza”. Peeters Wilfried, del Soudal, aporta otro motivo: “No hay un conjunto líder. Si Roglic hubiera tenido un equipo fuerte, no hubiese permitido la fuga de O’Connor. Así que ahora hay varios que pueden ganar, incluso Landa, que cada vez está mejor”. Eso opina Juanma Gárate, del EF: “Hay más de cuatro o cinco candidatos a ganar. Esta carrera aún puede dar otro giro de tuerca”. Se suma Joxean Fernández, Matxín, del UAE: “Nadie ha sabido dominar todas las etapas hasta ahora, por lo que hay opciones para muchos. También para Yates, pues habrá días de estrategia y otros de piernas”. Aunque Gorka Gerikagoitia, del Cofidis, no lo ve tan claro: “No creo que esté tan abierta. Sí que alguno como Landa, Carapaz y Yates han entrado en el juego, pero los más fuertes son Roglic y Mas. Pero es cierto que le dieron una ventaja a O’Connor que será complicado quitársela”.

Por ahora se mantiene líder O’Connor, que juega en cada etapa con la calculadora, ya que el AG2R no es un equipo que gobierne por completo la carrera. “Es un equipo sólido”, describe Oroz. “Quizá el equipo lleva la mejor temporada de su historia”, añade Lastras. “Gestionan los tiempos, pero son fuertes. Además, Ben da mejor rendimiento cuanto más desnivel hay”, expone Gerikagoitia. “Él tiene que evitar una crisis porque todavía tiene una distancia importante”, apostilla Wilfried. “Se le ve con confianza, siempre ha sido un gran corredor y está funcionando mejor en etapas largas que en explosivas”, remacha Gárate. Lo contrario que Roglic, que, con molestias en la espalda, está más cómodo en las subidas cortas que en las que se prolongan. “Es el favorito”, concluye Wilfried. “También lo creo”, desliza Lastras. “Si mantiene la calma, con la crono final, muy lejos no estará de ganar”, incide Oroz. Otros no lo ven tan diáfano. “Ha dominado, pero no lo ha hecho todos los días”, indica Matxín. “En Granada no fue el más fuerte, perdió un minuto con Mas en subida en Hazallanas…”, recuerda Gerikagoitia. “Tengo mis dudas. No se le está viendo tan bien”, sugiere Gárate.

El que no ha fallado, sin embargo, es Mas, por ahora cerrando el podio. “Fue el más fuerte en Granada y tuvo mala suerte en la bajada [casi se pega un tortazo], pero si continua así será primero o segundo”, vaticina Wilfried. “Se le ha visto muy bien en las subidas”, acepta Matxín. “Junto con Roglic, tiene cogida la medida a la Vuelta. Está con el punto de forma como terminó el Tour”, revela Lastras. “Nunca lo habíamos visto tan ofensivo, aunque quizá está un poco limitado con las bajas del equipo”, aporta Gárate, que piensa en la estrategia para que Carapaz se suba a lo alto del cajón: “Esa es la intención, claro”. Los demás se rinden a su gallardía. “Tiene mucha garra. No sé si ganará, pero dará guerra”, expone Oroz. “Cuando arranca, los demás sufren. Es muy agresivo, me gusta”, le secunda Wilfried. “Hay que atarlo de cerca porque es de los que le gusta el salseo”, dice Lastras.

Aunque nada de todo eso se dio en la etapa de este jueves, donde las intentonas de escapadas se multiplicaron. Fuga va, fuga viene. Pero ninguna exitosa, salida durísima desde el primer repecho, hasta que Marc Soler y otros nueve corredores pusieron brecha de por medio. Pareció que tampoco podrían marcharse, pero de nuevo Marc Soler se rebeló a lo preestablecido, pues apretó el paso y logró la bendición del pelotón, dinamita para la carrera, agua santa para los escapados, que poco a poco fueron acumulando minutos, al punto de que pasado el ecuador de la etapa ya sabían que el triunfo se dirimiría entre ellos. Más que nada porque a las faldas de la Estación de Montaña de Manzaneda -15,4 kilómetros con una pendiente media de 4,7%, aunque con rampas del 12%- tenían 8m 15s de ventaja. La guerra, sin embargo, se presuponía por atrás, donde los que aspiran al cetro volverían a buscarse las cosquillas. Pero no se dio.

El protagonismo fue para Pablo Castrillo, que arrancó de entre los fugados para pasmo de todos, pues no se le hacía el más fuerte con rivales como Soler, Meintjes o Schimd, por ejemplo. Pero con el plato grande, costalazo a costalazo de la bici, lengua fuera, aire por favor, Castrillo aguantó hasta el final. “Llevo Pensando toda la etapa en Manolo, ha sido muy duro, pero tenía su fuerza. Es el mejor día de mi vida”, acertó a decir el corredor del Kern Pharma con el pulso disparado y el aliento entrecortado. Fue el mejor homenaje posible. Ahora falta ver la batalla entre los grandes.

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