Enric Mas y el Movistar encuentran razones para el optimismo en el Tour de Romandía

El mallorquín es el mejor de los españoles que piensan en el Tour, Ayuso y Rodríguez, en el extraño y breve prólogo de la carrera suiza

Maikel Zijlaard, durante el prólogo de Payerne.LAURENT GILLIERON (EFE)

El estado de ánimo de un ciclista es algo tan sensible como un párpado delicado, tan delicado y tan voluble, y puede pasar de la desesperación a la alegría en solo tres minutos y unos segundos, lo que dura, por ejemplo, la bizarra contrarreloj del prólogo del Tour de Romandía, la Suiza francófona, en el pueblo de Payerne, cerquita del lago de Neuchâtel: 2.280 metros de callejeo imposible, idas y venidas,10 curvas de 90 grados, de las de frenar y acelerar al salir, y una de 180 grados que obli...

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El estado de ánimo de un ciclista es algo tan sensible como un párpado delicado, tan delicado y tan voluble, y puede pasar de la desesperación a la alegría en solo tres minutos y unos segundos, lo que dura, por ejemplo, la bizarra contrarreloj del prólogo del Tour de Romandía, la Suiza francófona, en el pueblo de Payerne, cerquita del lago de Neuchâtel: 2.280 metros de callejeo imposible, idas y venidas,10 curvas de 90 grados, de las de frenar y acelerar al salir, y una de 180 grados que obliga a medir la eficacia de los frenos de disco y convierte en estúpida la decisión de algunos de disputarla con la cabra y el manillar de triatleta. Los mejores, salvo el pistard portugués Ivo Oliveira, usaron la bicicleta normal, monoplato y aero. Plana, plana, salvo una cuestecita de piedras, y aun así, lenta, con tantas paradas y arrancada. Y una media de 46 kilómetros por hora para los mejores.

Una locura ideal para pistards o velocistas pura sangres, como el ganador, Maikel Zijlaard, un neerlandés de 25 años, 1,89m y 73 kilos, miembro del tren del Tudor, el equipo del maestro, máster en prólogos, Fabian Cancellara, nieto de un especialista de Seis Días, y sobrino de Leontien van Moorsel, la reina madre del ciclismo femenino en los Países Bajos, precursora de Marianne Vos, Annemiek van Vleuten, Anna van der Breggen o Demi Vollering. El territorio quizás más ajeno a Enric Mas, un escalador prudente, que, sin embargo, allí, se sobreexcita y sobresale, deja que el ácido láctico le desborde y luego lo tampona, lo ahoga, y vuelta a empezar, así 10 veces, una señal de buena preparación, y recibe un impulso optimista para lo que queda de curso.

Fue el mallorquín el mejor de los españoles que en el Tour de Romandía se embarcan en la fase intermedia de preparación del Tour de Francia. Cedió 5s al ganador (uno más que el mejor español, su compañero rápido Alex Aranburu), mientras que Juan Ayuso, mejor dotado quizás para el recorrido, cedió 6s y Carlos Rodríguez, 10s. En 10s se encuentran todos los favoritos de Romandía, carrera que después del lago de Neuchâtel saltará a los alrededores del lago Léman, y que se decidirá, probablemente, entre la contrarreloj del viernes (15,5 kilómetros en Oron, falso llano ascendente, falso llano descendente) y la etapa reina del sábado, con final en Leysin, en la cima de un primera. Están todos --Jan Christen, Lenny Martínez, Ayuso, Carapaz, Rodríguez, los hermanos Yates, Egan, Hindley…--, y está Mas, a quien tres minutos, 2,3 kilómetros transforman, y a la gente de su equipo, el Movistar, les da pie para pensar que quizás en la primavera suiza se pueda empezar a dar la vuelta a una temporada que no marcha feliz.

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