El Barcelona de baloncesto no se aclara

El equipo de Peñarroya, lastrado por las lesiones y con unos números deficitarios tanto en la ACB como en la Euroliga, trata de conjugar el estilo NBA con el académico

Parker, con la pelota entre las manos, en el duelo ante el Milano.Alejandro Garcia (EFE)

Antes de que acabara el encuentro entre el Barcelona y el Milano (81-94 para los italianos), el responsable del área de baloncesto azulgrana, Josep Cubells, se marchó del palco con cara de pocos amigos. En su cabeza se juntaba un tercer cuarto caótico que había desgajado al equipo junto con las decisiones arbitrales, pues desde que señalaron una técnica al entrenador rival ya no volvieron a penalizar al Milano más que en una ocasión, por los 19 puntos que sí firmaron desde ese momento los italianos con tiros libres. Fue, sin embargo, otra bofetada más para el Barça, que casi gana lo mismo que ...

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Antes de que acabara el encuentro entre el Barcelona y el Milano (81-94 para los italianos), el responsable del área de baloncesto azulgrana, Josep Cubells, se marchó del palco con cara de pocos amigos. En su cabeza se juntaba un tercer cuarto caótico que había desgajado al equipo junto con las decisiones arbitrales, pues desde que señalaron una técnica al entrenador rival ya no volvieron a penalizar al Milano más que en una ocasión, por los 19 puntos que sí firmaron desde ese momento los italianos con tiros libres. Fue, sin embargo, otra bofetada más para el Barça, que casi gana lo mismo que pierde, capaz de lo mejor y lo peor, enredado en Europa —octavo clasificado con nueve triunfos y siete derrotas tras superar este martes al Fenerbahçe (90-63) en la última jornada— y que tampoco encuentra el paso en la ACB, también octavo con seis victorias y cinco pifias, en tela de juicio su participación para la Copa. Las desconexiones grupales, la falta de entendimiento del estilo, las lesiones y la debilidad en el juego interior han dado con un Barcelona de pega. “Cuando regresen todos, recuperaremos la estabilidad y ganaremos como lo hacíamos al principio del curso”, esgrimen desde las oficinas del Palau, al tiempo que ratifican al técnico, Joan Peñarroya.

Confianza en Peñarroya. En verano, el Barça prescindió de Roger Grimau porque no se había ganado al vestuario y porque los jugadores no le hacían caso, al punto de que Willy Hernangómez llegó a menospreciarle durante un partido —“No me comas la oreja, te quedan dos telediarios”, le soltó—. El camerino se comió al técnico. Por eso escogieron a Peñarroya, “un entrenador fuerte” que, cuentan, se ha ganado el respeto de la plantilla. “Estamos contentos con él por cómo ha corregido ciertas actitudes y por cómo juega el equipo”, dicen, a la vez que justifican los problemas clasificatorios en Europa porque no tienen un presupuesto top, al menos en comparación con los equipos griegos y turcos, incluso el Madrid. Otra cosa es en la ACB, donde reclaman que el vestuario afronte todos los partidos con la misma intensidad, que tanto da viajar a Breogán o Zaragoza que a París o Atenas.

Desconexiones y toques de atención. Tras el duelo con el Milano, la reprimenda de Peñarroya al grupo fue morrocotuda, acompañada también por los reproches de la dirección deportiva. El mensaje fue diáfano, pues exigieron al vestuario que se compactara, que jugara como un equipo de principio a fin y, de paso, que jugara a lo mismo. No era, sin embargo, el primer toque de atención al camerino y al técnico, pues cuando Obst —del Bayern Múnich— autografió 11 triples frente a los azulgrana (récord en la competición), salía humo por los pasillos del Palau, ya que no acertaban a entender cómo no se le había puesto freno. “Los jugadores salen a la pista con energía, pero, de repente, entran en un cortocircuito, un agujero negro, y el equipo se desordena y se desinfla por completo”, acepta una voz autorizada de la entidad. Satoransky fue explícito al acabar el envite ante el Milano: “Ha sido una vergüenza. Como ha pasado a lo largo de esta temporada, no hacemos las cosas juntos, no nos ayudamos. Parece que jugamos al tenis. Tenemos que cambiar la mentalidad ya”. Desde el club puntualizan: “No puede ser que uno quiera jugar de una manera, otro de otra…”.

NBA más ACB. A Peñarroya le gusta correr, transiciones veloces, tiro inmediato. Pero también quiere defensa fuerte y sacrificio. Y por ahora solo se cumple la primera parte del trato, lo que agranda el entuerto cuando los lanzamientos no entran. “Hay versos libres en el equipo”, aceptan en el Barça. Son Punter y Parker, que a la que cogen el balón miran al aro, muy americanos ellos. “Parker es el mejor jugador que hemos tenido en años y su compromiso es total”, defienden desde las oficinas del Palau; “y Punter es un fuera de serie”. Pero no todos creen en esa propuesta, al menos sin la pausa necesaria, sin abrir el abanico de sistemas. Como ocurre con Vesely. Uno de los datos que explica este guirigay son los rebotes ofensivos, donde el Barça es el último clasificado de la ACB. Más que nada porque se tira tan rápido que no da tiempo a llegar a la brega por el balón, del mismo modo que Vesely no es un hacha en esa estadística como tampoco sobresalen Metu y Hernangómez. Desde el Barça, sin embargo, se preguntan: “El París es el equipo que menos tarda en tirar y va el primero en la Euroliga. ¿Por qué no nosotros?”. La respuesta, saben, es porque en el equipo parisino todos juegan a lo mismo.

Los contratiempos de la enfermería. La peor noticia llegó cuando Laprovittola se rompió la rodilla, baja para todo el curso. Después se unieron Parra, Brizuela y Metu, que estaba siendo la revelación del año, también el pegamento del equipo. “No son cualesquiera. Metu podía jugar de 4-5 y resolvía muchos de nuestros problemas. Y Laprovittola era clave porque llevaba el partido en las manos y en la cabeza, definía encuentros y engrasaba a todos”, esgrimen desde el Palau. Su relevo fue Neto, que había estado mucho tiempo inactivo por una lesión de rodilla, pero que debutó en el Barça-Madrid para meter un triple y una bandeja antes de ingresar, también él, en la rebotica. “No nos lo esperábamos porque llegó como un toro y porque no tiene nada que ver con la lesión pasada”, deslizan desde el club, convencidos de que cuando regrese se paliarán varios de los contratiempos, pues es un base puro y conductor del juego, por más que no sea muy anotador. Dicen de Neto, además, que puede solucionar la pérdida de identidad azulgrana, pues es un jugador que estuvo en la NBA y que conoce bien el juego europeo y de la ACB. Y eso es, precisamente, lo que necesita el Barça. Eso y más juego interior, ese que aportaba Metu.

Hernangómez no da la talla. Desde el club se cree que el único jugador que debe mejorar ya es Willy Hernangómez, el que más cobra (unos 4,5 millones por año) y el que más descompensa al equipo. No tuvo muchos minutos con Grimau y menos tiene con Peñarroya, que está perdiendo la paciencia con un jugador que se refugia en las estadísticas individuales y no colectivas, toda vez que defensivamente no funciona. “Los equipos le atacan a él porque saben que por ahí meterán puntos”, se lamentan desde la entidad, ya abiertos a un traspaso si alguien paga lo suficiente y, sobre todo, el pívot lo acepta. Por eso Peñarroya ponía a Metu de cinco cuando no jugaba Vesely. Pero sin uno ni otro, Willy no responde y tampoco lo hace Fall, pívot traído como complemento y con un salario modesto porque así lo quiso el jugador para vestir de azulgrana. “Le está costando aclimatarse a las mecánicas del equipo, pero cuando tiene el día, a los rivales les cuesta meter puntos porque las bandejas, ante un tío tan alto, no entran”, señalan desde el Palau. Pero desde el club, el área deportiva y técnica piensan lo mismo: “Con todos los efectivos se ha visto que podemos hacer un baloncesto bonito y efectivo. Cuando recuperemos a la gente, estamos convencidos de que volverá la estabilidad del inicio de la temporada”.

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