El efecto Caitlin Clark revoluciona el baloncesto universitario en Estados Unidos
La jugadora de Iowa, a la que se compara con Stephen Curry, ha superado en popularidad a sus colegas masculinos con sus récords de anotación
Cuando era niña, su padre no encontraba un equipo de baloncesto de chicas, así que la metió en uno de niños. A sus 22 años, Caitlin Clark ha revolucionado el baloncesto universitario femenino, batiendo incluso récords masculinos. Tras guiar a las Iowa Hawkeyes a su tercer campeonato consecutivo de las Big Ten (uno de los grupos de la primera división universitaria), la escolta intentará ahora llegar lo más lejos posible en el campeonato nacional, que empieza esta semana. Lo consiga o no, ya ha logrado ser más popular que cualquier jugador universitario masculino y establecer los récords absolu...
Cuando era niña, su padre no encontraba un equipo de baloncesto de chicas, así que la metió en uno de niños. A sus 22 años, Caitlin Clark ha revolucionado el baloncesto universitario femenino, batiendo incluso récords masculinos. Tras guiar a las Iowa Hawkeyes a su tercer campeonato consecutivo de las Big Ten (uno de los grupos de la primera división universitaria), la escolta intentará ahora llegar lo más lejos posible en el campeonato nacional, que empieza esta semana. Lo consiga o no, ya ha logrado ser más popular que cualquier jugador universitario masculino y establecer los récords absolutos de anotación del baloncesto universitario. La liga profesional (la WNBA) aguarda su llegada con una expectación comparable a la que levantó el año pasado el francés Victor Wembanyama en la NBA. En Indiana, que logró en la lotería la primera elección del draft, ya la esperan ansiosos.
No solo es una bombardera con una puntería asombrosa, capaz de encestar una y otra vez desde donde el resto de jugadoras no se atreve ni a intentarlo. Además, pone tapones, coge rebotes y da asistencias sin parar. Cuando la enciman dos rivales —cosa frecuente, dado su poderío ofensivo— es capaz de encontrar la solución y entregar la canasta a una compañera como si tal cosa. Pero, con 1,81 metros de altura, también es hábil para entrar a canasta o tirar de media distancia. Por todo ello se le compara con Stephen Curry y se especula con que tenga un impacto en el baloncesto profesional femenino similar al que causó la estrella de los Golden State Warriors en la NBA.
“La he observado desde hace tiempo y me he dado cuenta de lo poderosa que es en la cancha. Lo curioso es que su forma de jugar, la distancia y el nivel de dificultad de sus tiros son, obviamente, muy parecidos a la forma en que yo juego”, se deshizo esta semana en elogios el propio Curry en una entrevista en la CBS. “Su capacidad de tiro es su superpoder, pero el resto de su juego está tan pulido como eso, así que es algo que hay que ver”, añadió. El récord de 162 triples en una misma temporada universitaria que marcó en 2008 Curry, el mejor triplista de la historia del baloncesto, es uno de los que ha batido Clark.
Clark fue un talento precoz. Tras dejar el equipo de los niños, empezó a jugar con compañeras de mayor edad. Las universidades ya la cortejaban cuando era una colegial, antes incluso de llegar al instituto. Con sus dotes atléticas también era titular (y goleadora destacada) del equipo de fútbol, aunque lo dejó para centrarse en la canasta. Acabado el instituto, descartó otras ofertas y decidió quedarse en la Universidad de Iowa. En su primer partido universitario anotó 27 puntos. Semanas después, logró su primer triple-doble (más de 10 puntos, rebotes y asistencias). Acabó la temporada como líder absoluta en puntos, asistencias, canastas de campo y triples.
En su segundo año universitario, aparte de unos cuantos récords individuales y de liderar las estadísticas en diversas categorías (entre ellas puntos y asistencias por partido), llevó a su equipo a conquistar el título de las Big Ten, con honores de mejor jugadora para ella. Sin embargo, en el campeonato nacional, las Hawkeyes cayeron por sorpresa en segunda ronda en uno de los raros malos días de Clark. En su tercera temporada ya causaba sensación en todo el país. Los pabellones se llenaban para verla y la audiencia en televisión se disparaba. Mientras seguía batiendo marcas y, tras ganar el título de las Big Ten, llevó a su equipo a la final del campeonato nacional, pero cayó derrotada ante las Louisina State Tigers de Angel Reese, la Barbie de los Pantanos, otra de las estrellas del baloncesto universitario femenino.
Caitlin Clark busca ahora la revancha. Ha entrado en 2024 en estado de gracia. En el primer partido del año dio el triunfo a su equipo con un inverosímil triple sobre la bocina de los que hay que revisar con la moviola. Luego lideró a su equipo a su tercer título de las Big Ten consecutivo, con 41 puntos tanto en la semifinal como en la final.
En el camino, batió primero los récords históricos de anotación entre las mujeres. El de la NCAA (el actual sistema de deporte universitario) lo alcanzó el pasado 15 de febrero en un partido contra Míchigan en el que sumó 49 puntos, 13 rebotes y 5 asistencias. El 28 de febrero superó los legendarios 3.649 puntos de Lynette Woodard, récord absoluto del baloncesto universitario femenino, que databa de 1981, justo antes de instaurarse la NCAA. Le faltaban los chicos. El 3 de marzo batió la marca de anotación de 3.667 puntos de Pete Maravich, Pistola Pete, que tiene el récord masculino desde hace 54 años (aunque en su caso lo logró en tres temporadas y cuando no había triples).
“Estoy tan centrada en ayudar a este equipo a ganar y a ser tan grande, que me cuesta hacerme a la idea de todo lo que está pasando. Intento empaparme del momento”, dijo Clark tras batir uno de sus récords. Lograr el campeonato sería la guinda a su carrera universitaria, pero la clara favorita en las apuestas es la invicta Carolina del Sur de Kamilla Cardoso.
Los medios hablan del efecto Caitlin Clark. La cadena Fox le ha dedicado una cámara que la sigue durante todo el partido y retransmite la señal por TikTok. ESPN ha pedido a una de sus reporteras que se dedique en exclusiva a cubrir la información sobre ella. Las audiencias televisivas se han disparado y por primera vez la locura de marzo (march madness), como se conoce al campeonato universitario nacional (que juegan 68 equipos en eliminatorias a partido único en poco más de dos semanas), despierta más interés en el baloncesto femenino que en el masculino. Un partido de los Iowa Hawkeyes batió esta temporada el récord de asistencia del baloncesto femenino con 55.646 espectadores. Con su talento, su juventud y su imagen desenfadada, Clark es un imán para las marcas y le llueven los contratos de patrocinio.
Hasta los políticos la cortejan. En la campaña de los caucus de Iowa, la candidata republicana Nikki Haley la puso como ejemplo de lo que pueden hacer las mujeres, pero cometió un error imperdonable para los locales, llamarla Caitlin Collins. El gobernador de Florida, Ron DeSantis se mofó de su rival en cuanto tuvo ocasión y apareció con una camiseta de la número 22 con el apellido correcto en una aparición en la CNN poco después.
“Espero que el deporte femenino avance aún más”, dijo Lisa Bluder, entrenadora de Iowa con respecto a los récords de Clark. “Pero para mí no hace falta batir el récord de un hombre para ser reconocida. No tienes por qué hacerlo. Batir el récord de Lynette fue importante. Así que admiro a Pistola Pete, pero al mismo tiempo no quiero que ese sea el listón del deporte femenino”.
En el caso de Clark, su padre bromea recurrentemente con la anécdota de que cuando ganó el campeonato escolar, la madre de uno de los niños del equipo rival se quejó de su superioridad: “No deberían dejar a las niñas jugar con los niños”.
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