Los Dolphins se llevan en la prórroga el ‘thriller’ del Bernabéu en el estreno de la NFL en España
Una patada a palos de Riley Patterson decide (16-13) a favor de los de Florida un partido agónico que pudo caer de cualquier lado
El fútbol americano llegó este domingo a Madrid para quedarse. No solo porque el comisionado de la NFL, Roger Goodell, se comprometió a volver a España el año que viene, sino porque el partido entre los Miami Dolphins y los Washington Commanders, sin grandes estrellas, sin una borrachera de touchdowns, dio al Santiago Bernabéu, a rebosar con 78.610 espectadores, un thriller. El sino de un deporte que puede cambiar de guion en cualquier línea. Como ocurriera siete días atrás en Berlín, la prórroga tuvo que decidir la contienda, para alivio de los de Florida, que mantienen viva su temporada con su cuarta victoria –por siete derrotas– gracias a una patada de Riley Patterson que cerró una victoria por 16-13. Un final idílico para su misión de convertirse en el embajador latino y un buen motivo para volver.
El partido fue la excusa para un día reivindicativo del fútbol americano. Había orgullosas delegaciones de aficionados de ambos equipos, una batalla que los Dolphins ganaron de forma abrumadora, pero la ciudad, desde el metro a los aledaños del estadio, era un desfile de camisetas de cualquier color, desde los Patriots de Tom Brady –el quarterback más laureado– a los Chiefs de Mahomes, el gran ídolo contemporáneo. Colas kilométricas para presenciar una puesta en escena con fuegos artificiales y un lanzamiento de moneda con la leyenda madridista Zinedine Zidane y Dan Marino, el gran quarterback de Miami en los 90. El matrimonio por un día entre las dos acepciones del término fútbol.
Los Doplhins dieron motivos a los suyos para engancharse al recorrerse medio campo en las tres primeras jugadas, fruto de dos carreras poderosas de DeVon Achane, uno de los running backs más explosivos de la liga. Pero nada en la NFL suena como un pase completado, el primero, de Tagovailoa a Waddle por el carril central. Mal síntoma para los Commanders, que venían de encajar 82 puntos en los últimos dos partidos, pero contuvieron la siguiente secuencia. De no haber mediado una penalización por agotar el tiempo antes de poner el balón en juego, los de Florida se hubieran ido de vacío, pero el silbato acabó salvándoles de perder la posesión. Así que el field goal de Patterson firmó los primeros puntos de la NFL en España. Esa agresividad, la de jugarse el cuarto down con el riesgo de entregar el balón al rival en ese punto, la asumieron al cuadrado los Commanders, desde su propio campo. La valentía dio réditos, pues Mariota acertó en un pase corto a Yankofff y su equipo terminó empatando con otro field goal. Dos buenas posesiones con premio de consolación.
Los Dolphins asentaron su táctica en las carreras de Achane, que ganaba metros por fuera para evitar por el centro al ogro de la defensa rival, Bobby Wagner. Su técnico, Mike McDaniel, en la picota, daba a su quarterback la decisión final entre pase o de carrera, la llamada Run Pass Option. Esa libertad le volvió a llevar lejos, pero Tagovailoa no supo resolver el tercer down: fue cazado por la defensa y Miami tuvo que conformarse otra vez con tres puntos. La apuesta de Washington era el ritmo, un ataque que elegía la improvisación de no reunir al equipo para cantar la siguiente jugada a cambio de agotar a la defensa al no darle tiempo para cambios, como en el balonmano. Anarquía para un pasador anárquico como Mariota, feliz en el caos, pero incapaz de romper la última barrera. Tras fallar la patada anterior, Matt Gay encontró los palos sobre la bocina del primer tiempo y firmó un insípido empate a seis al descanso.
Washington trasladó su mejor juego al marcador con un gran drive para descorchar la segunda parte, fruto de sus tres playmakers. Mariota, soltando el balón a tiempo ante la presión de los cazadores de Miami. Chris Rodríguez, que rompió con una carrera por el centro: solo el placaje salvador de Asthyn Davis en el tobillo le cerró el paso a tierra prometida. La defensa se fijó en él, un señuelo que liberó a Deebo Samuel para que corriera en diagonal hacía el touchdown, haciendo inútil la embestida de tres defensores. Madrid ya tenía su foto para la posteridad, pero tuvieron que pasar 33 minutos para ver el primero.
Así que los Dolphins llegaron al último cuarto con remontada por delante y dos formas de afrontarla: a fuego lento, con las carreras de Achane, o arriesgar por el aire con Tagovailoa, que se jugó otra intercepción –es el que más tiene en la NFL– lanzando ante una doble cobertura, pero las manos blandas de Sainristril le perdonaron la vida. Pese al estrés, Miami firmó un drive muy compensado que le plantó en la yarda 1 de Washington, que se quedó sin comodines y cedió la ventaja en una carrera de Ollie Gordon, sin florituras: los gordos empujando y el running back colándose por el medio.
A falta de los puntos, de los fuegos artificiales, hubo dialéctica, puro toma y daca. Turno otra vez de Washington. La improvisación de Mariota, que corrió por su vida en tercer down roto y se sacó la carrera más larga de la tarde: 44 yardas. Una de esas jugadas de resumen con las que dominó el fútbol universitario desde Oregón rumbo al número dos del draft. Con ese chute, los suyos volvieron a llamar a la puerta de Miami: cuarto down en la yarda uno, otra jugada sin red. Y ahí, en la pizarra, el quarterback no hizo diana.
Lo malo de parar al rival en la yarda 1 es tener que recorrerse las otras 99. Así que Miami, en un partido gris, tenía bola de partido con seis minutos por jugar. El agobio lo ahuyentó Gordon con una carrera sanadora; mérito de Tagovailoa, que cambió la jugada a última hora. Miami tuvo que alejar el balón dos minutos después, pero el retornador, Sainristril, no calibró ese oval caído del cielo, se le escurrió y los Dolphins lo recuperaron. Paradigma del fútbol americano: cualquier acción rutinaria puede explotar en las manos. Como los caídos por las lesiones, en ambos bandos. Miami tenía que avanzar sin riesgos. Y Achane era el jugador ideal para hacerlo. Su batería sin fin, esas piernas que no dejan de acelerar, volvieron a dejar a los suyos a una micra del touchdown con dos downs para conquistarla, pero no fueron capaces.
Resistió Washington, que salió de su guarida con dos grandes pases de Mariota y olió la victoria desde la yarda 38 de Miami. Tuvieron tres jugadas para allanar la patada final, pero no lo hicieron. Y Gay, con una exigente tarea de 56 yardas bajo la máxima de las presiones, no encontró los palos. Prórroga. Otra oportunidad para Mariota, que terminó como antihéroe. Su primer pase lo intercepto Jack Jones, ya en campo rival. Bastaron unas pocas carreras más de Achane y la patada triunfal de Patterson, directa a la historia.